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Aciertos y errores

13 de agosto de 2015

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No del todo consecuente, la política del gobierno de Ollanta Humala ha logrado estabilizar el país, reducir la pobreza y enfrentar la crisis económica que envuelve al mundo.
El propio mandatario reconoció que cometió errores, pero defendió la decisión de haber optado por implementar un modelo de mayor apertura comercial con Colombia, Chile Y México en la denominada Alianza del Pacífico que, en realidad, fortalece el puente neoliberal hacia las economías que la integran,
Empero, aunque renuente  a la incorporación más sana a la Unión Suramericana de Naciones, o solidaria en la Alianza Bolivariana para Nuestra América, ha sido criticado por “pacifistas” por no dar mucho margen a la gran empresa privada y mantener a raya a grupos extranjeros que le han buscado fuertes divergencias con sectores indígenas cada vez que se asientan en un lugar pleno de riquezas naturales.
Virulento ante las críticas, si hay que reconocer que ha logrado la inclusión social de millones de peruanos, mejorado la atención médica y, sobretodo, mostrar logros en la educación.
En sectores como saneamiento,  educación, e infraestructura de transportes y comunicaciones su gobierno superó los montos de inversión del quinquenio anterior.
“Lo que hemos hecho es un esfuerzo sin precedentes en educación, este es el gobierno de la educación, este es el gobierno de la política social”, aseguró.
Sobre las críticas al poco apoyo al sector privado, dijo que su gobierno  “ha hecho lo que le corresponde, pero que no podía “ceder a presiones” que quieren pasar sobre las normas.
Aun le queda unos once meses de gobierno, y espera que su política la siga el próximo candidato de su Partido Nacionalista Peruano.
En este contexto alertó sobre cualquier trampa de la oligarquía o incluso de elementos supuestamente progresistas, contra los cuales tuvo que mostrar su inocencia ante un corrupto Poder Judicial que le acusó de haber cometido delitos de les humanidad en la selva del Alto Huallaga, en el caserío de Madre Mía, cuando estaba destacado en esa zona como capitán del ejército en 1992.
Pero la falta de pruebas e incoherencia de los testimonios, muchos de los cuales se retractaron, demostraron, según sus partidarios, de que era una coartada del imperialismo norteamericano, al que nunca le ha gustado Ollanta, cuyo padre fue simpatizante de la Revolución Rusa de 1917.
Aunque aún mantiene una popularidad mayor a la de sus predecesores, no ha sabido o podido enfrentar un sinnúmero de conflictos gremiales, encabezados por miles de trabajadores que exigen el fin de la política neoliberal de privilegio a sectores encumbrados predominantes en la economía.
En ello tiene que ver su compromiso con la ya mencionada Alianza del Pacífico, lo cual conspira contra una labor que si ha sido efectiva en una inclusión social que antes prácticamente no existía.
De todas maneras, con aciertos y errores, Ollanta Humala ha marcado una época en Perú que estoy seguro la oligarquía nacional y monopolios extranjeros tratarán de abortar con un sucesor, cualquiera que sea, más proclive a seguir el dictado neoliberal predominante en la Alianza del Pacífico.

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