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Acefalía, no solo en España

17 de febrero de 2016

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España sigue hoy sin gobierno, luego que las masas populares, de una forma otra, dieron abajo con el gobierno derechista del Partido Popular, pero sin que las otras fuerzas ganadoras, pudiera decirse así, se hayan puesto de acuerdo para gobernar en conjunto.
No es fácil la tarea, porque las fórmulas no se avienen unas con otras, y descubrimos que el denominado socialismo del Partido Socialista Obrero Español no es tal, por lo cual tiene que conciliar sus diversas tendencias socialdemócratas y avenirse con los grupos emergentes, como Podemos, el más indicado, por ostentar una política de izquierda consecuente, aunque algunos analistas consideran que está lastrado por su apoyo al separatismo de ciertas regiones, como Cataluña.
La inconformidad con la austeridad y el capitalismo salvaje neoliberal fueron los principales puntos que encendieron la mecha española, pero no solo allí, sino en otras partes del denominado Viejo Continente, y que tiene sus antecedentes desde hace seis años.
Protestas contra la austeridad y los rescates bancarios se han desarrollado por toda Europa, aunque las manifestaciones españolas marcaron un importante punto de inflexión.
Los disturbios europeos se vieron ensombrecidos por los levantamientos mucho más violentos y generalizados en el Medio Oriente y el Norte de África de finales del 2010 y principios del 2011, en lo que se quiso denominar como primavera árabe, en la que la inteligencia imperial jugó un papel esencial, a fin de librarse, por lo menos nominalmente, de autócratas, dictadores y monarcas.
Así el Imperio birlaba la intención popular de cambiar el sistema, consciente o no, como luego los europeos llegaron a la misma conclusión.
Lo que caracterizó a las protestas españolas, que devinieron en el castigo popular a la derecha, fue que al final intentaron crear un gobierno que resolviera los problemas, pero esto se hace difícil en un sistema que se dice democrático, pero que, al final se burla de todos, sin importar cuántos votos fueran arrojados a las urnas,.
De todas maneras, han quedado al desnudo las pocas diferentas entre los grandes partido tradicionales, por lo que ahora se debe contar con fuerzas emergentes que han llevado a actuar a la propia monarquía.
Y es que España, como gran parte de Europa, sigue lastrada por la crisis económica del 2008 incoada en Estados Unidos, que ha causado fracaso tras fracaso con rescates masivos que endeudan más, hace crecer el desempleo, así como impone medidas de austeridad y venta generalizada de valiosos recursos públicos.
Es decir, no solo es un problema de España, ni de Europa, sino de toda una sociedad, lo cual genera malestar al resto del mundo, por no cejar en la campaña de imposición del neoliberalismo.
Es tal la gravedad de la situación –solo superable por catástrofes promovidas por el cambio climático o una conflagración nuclear– que no es nada festinado repetir hasta la saciedad que el desarrollo del neoliberalismo ha generado la crisis permanente de los pueblos del mundo, que se han visto envueltos en la peor explotación y miseria conocida por la humanidad.
No existe referencia histórica en que un puñado tan pequeño de poderosos hombres de negocios, dueños de inimaginables fortunas, de grandes oligopolios –monopolios de monopolios–, de los mercados financieros y de productos a nivel mundial, que explotaran a la humanidad entera como sucede en la actualidad.
Solo depende de los pueblos para que no solo en el caso español, la acefalía deje de ser un problema, y el mundo pueda encaminarse al logro de una sociedad justa, sin guerras, en la que prevalezca totalmente la paz.

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