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Absurda persistencia

11 de enero de 2016

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Imposible de buscar nuevas “justificaciones” de la época de la Guerra Fría, Estados Unidos usa la persistencia absurda para mantener, contra toda lógica, la llamada Ley de Ajuste Cubano, o de pies secos y pies mojados, o como le quieran llamar al privilegio otorgado a inmigrantes cubanos para que de manera ilegal entren a territorio norteamericano.
Cuando se pone de manifiesto que solo Estados Unidos tiene la solución para evitar nuevas complicaciones y hacer entrar a su territorio, por vía legal, a los cubanos que llevan varias semanas varados en Costa Rica, el mutismo sigue siendo usado por las autoridades de ese país, en espera de que las naciones centroamericanas y México permitan la continuidad del largo recorrido de manera irregular para que los citados migrantes crucen la frontera norteamericana por vía no legal y así admitirlos en aquel país.
“No hay planes en este momento para cambiar esa política”, respondió sobre la Ley de Ajuste Cubano el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, al ser preguntado en su rueda de prensa diaria sobre los casi 8 000 cubanos que están en Costa Rica desde noviembre.
El portavoz aclaró que el Gobierno del presidente Barack Obama no ha participado “en los esfuerzos para facilitar el movimiento o la llegada de inmigrantes cubanos a Estados Unidos”.
Los autoproclamados campeones de los derechos humanos en el mundo, hacen mutis ante la demanda internacional de que cese esa forma arrogante de hacer política, cuyo único fin es crear dificultades a Cuba, y esta vez, también a países latinoamericanos por donde los migrantes han cruzado de forma ilegal y se han expuesto a las redes del contrabando humano.
Resulta imposible de ocultar que esta especie de crisis migratoria es consecuencia directa de las medidas vigentes en Estados Unidos como la Ley de Ajuste Cubano y el programa Parole para personal médico de la Isla que quiera desertar.
También causa tensiones entre países centroamericanos y Estados Unidos el que Washington tenga puertas abiertas para los cubanos y cerradas para sus ciudadanos que por miles tratan de llegar a la nación norteña y también por miles son expulsados una vez llegados allí.
Se complica aún más la situación para los países del área pues se han convertido en punto de origen, tránsito y destino de migrantes latinoamericanos, caribeños, africanos y asiáticos que tratan de buscar nuevos horizontes económicos en tierra norteamericana.
Para que se tenga una idea del trato diferenciado que dan las autoridades estadounidenses a los que intentan ingresar a su país, digamos que en el año 2014 Estados Unidos repatrió 116 460 ciudadanos, solo de tres países, Guatemala, El Salvador y Honduras; y hasta septiembre del 2015 se contabilizaban otros 55 744; mientras que las deportaciones terrestres desde México por la frontera guatemalteca aumentaba de 114 009 en el 2014 a 158 789 en 2015.
Cuando las autoridades de Costa Rica informaron que los migrantes cubanos que permanecen en su territorio comenzarán a ser sacados por vía aérea desde El Salvador para luego continuar su periplo en ómnibus por varios países con la pretensión de cruzar de manera ilegal la frontera entre México y Estados Unidos, las autoridades de Miami han puesto el grito en el cielo, señalando que no tienen capacidad logística para recibir tan alta cantidad de personas y que solo con ayuda federal podrían enfrentar la situación que se les creará.
De no persistir Washington en mantener tan obstinada, discriminatoria y aborrecida política, el tema de los migrantes cubanos dejaría de ser politizado y tendrían los gobiernos y pueblos de América Latina una mirada diferente hacia los Estados Unidos.

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