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Abismo nuclear

30 de octubre de 2023

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Estados Unidos acaba de realizar una prueba nuclear en el Pacifico, la número 1055 conocida de su historia, violando desconociendo una vez más el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que firmó, pero no ratificó, el cual se remonta a 1996, lo cual ha provocado que Rusia suspenda su adhesión al importante convenio, provocando el aceleramiento por el control de las armas que pueden destruir al mundo en un santiamén.

Ello se produce en un escenario difícil, montado generalmente por el establishment estadounidense, controlado por corporaciones que viven de la guerra y la muerte, como pasó en Iraq y Afganistán, contando con el apoyo de un sistema financiero y bancario controlado por sionistas judíos imbricados hasta el tuétano en la masacre de más de dos millones de palestinos hacinados, bombardeados y sin alimentos, combustibles y agua en la estrecha Franja de Gaza.

Mientras provoca guerras contra naciones más pequeñas y hace derramar sangre ucraniana y rusa en su afán de destruir a Moscú, blinda un sistema mundial donde aún predomina el unilateralismo y sus consecuentes desigualdad, pobreza y hambre.

La ceguera propia de un sistema que trata de sobrevivir a costa de los demás, hace que ahora  envíe portaaviones nucleares, bombarderos estratégicos y la demás parafernalia adscrita al quehacer atómico a zonas aledañas a Israel, que también posee armas de exterminio masivo gracias a Estados Unidos, lo que constituye un gran chantaje para que el actual y muy cruel gobierno sionista doblegue cualquier resistencia en su contra, y más ahora, cundo desesperados grupos armados árabes -no solo Hamás- se rebelan activamente en su contra.

 

INCERTIDUMBRE

La carrera nuclear entre Rusia y Estados Unidos ha avanzado un paso más hacia la incertidumbre. El viceministro ruso de Exteriores, Sergei Ryabkov, dijo a reporteros que Moscú rescindirá la ratificación de tratado de no proliferación nuclear para “imitar” las acciones de Washington y añadió que, si Estados Unidos realiza una prueba nuclear, “nos veremos obligados a imitar también”.

Los halcones que controlan el Pentágono hicieron caso omiso de la advertencia, y dieron el visto bueno a la realización de la prueba nuclear.

Como señalamos antes, y es bueno recalcar, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), que se adoptó en 1996, prohíbe todo tipo de explosiones nucleares en cualquier parte del mundo, aunque nunca ha entrado plenamente en vigor. Fue firmado tanto por el presidente ruso como por el estadounidense, pero Washington nunca lo ratificó.

Y es que no se puede confiar en la potencia que hace78 años lanzó dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, dejando un saldo de decenas de miles de personas muertas entre la población civil. Esto impulsó una demencial carrera de las armas nucleares en el mundo, como consecuencia de la cual se ha acumulado un potencial destructivo capaz de aniquilar varias veces la civilización en nuestro planeta

 

ALTSHULER

Acerca de ello, tuve la oportunidad de entrevistar al profesor José Altshuler, quien fuera miembro fundador del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos en 1949 y actual presidente de la Sociedad Cubana de Historia de la Ciencia y la Tecnología.

Entre otras ideas, Altshuler afirmó que no es imposible, ni mucho menos, la ide de que se vuelvan a repetir las catástrofes de Hiroshima y Nagasaki, porque la existencia misma de las armas nucleares y de las doctrinas favorables a su posesión y empleo constituyen un peligro muy serio para la paz y seguridad internacionales, especialmente con el desarrollo de las armas nucleares llamadas “tácticas”.

Recordó que el gobierno cubano señaló la falta de voluntad política al respecto en la Comisión de Desarme de la ONU, que ha intentado vanamente hallar una solución al respecto, mientras no se cumplen las múltiples resoluciones de la Asamblea General sobre ese tema. “No se puede aceptar tranquilamente que en el mundo actual continúen existiendo decenas de miles de armas nucleares con capacidad para destruir varias veces la vida inteligente en todo el planeta y repetir así, en una dimensión infinitamente mayor, las tragedias de Hiroshima y Nagasaki”, subrayó.

“La inmoralidad implícita en el uso efectivo de la bomba atómica contra la población japonesa, unida al grave peligro que ello podía implicar para el futuro de la humanidad, hacía tiempo que se habían convertido en un serio problema de conciencia para un grupo de científicos participantes en el Proyecto Manhattan. Uno de ellos, el físico Joseph Roblar (premio Nobel de la Paz de 1995), tuvo el coraje de retirarse de los trabajos vinculados a la bomba en 1944, cuando, además de hacérsele evidente que los alemanes no tenían la menor posibilidad de fabricarla, le oyó decir con el mayor desparpajo al jefe del Proyecto, el general Graves, que el verdadero propósito de fabricar la bomba era dominar a los soviéticos, algo que consideró una inadmisible deslealtad hacia un aliado que en aquellos momentos perdía diariamente millares de hombres en combate contra el enemigo común, recordó.

¿Alguien más, aparte de Roblar?

“Otros científicos, como Niels Bohr y Leo Sillar, habían tratado infructuosamente de convencer al presidente norteamericano y al primer ministro británico de que el monopolio indefinido del arma atómica era pura ilusión, y de que ocultarles a los aliados soviéticos lo que se estaba haciendo al respecto sólo podría engendrar desconfianza y conducir finalmente a una acelerada carrera de fabricación y despliegue de armamentos nucleares. A sugerencia del presidente Roosevelt, Niels Bohr cruzó el Atlántico en plena guerra para entrevistarse con el premier Winston Churchill y exponerle sus criterios, pero el resultado fue que este lo catalogó de individuo peligroso, e incluso sugirió la posibilidad de encarcelarlo”.

¿Algo más?

“Lamentablemente, la profecía de Bohr se cumplió con creces, potenciada por el posterior desarrollo y la tremenda proliferación de la bomba de hidrógeno, muchísimo más poderosa que la bomba atómica. Desde entonces se ha acumulado en el mundo un pavoroso arsenal de armas nucleares que, si llegara a usarse, podría exterminar sin remedio la civilización en nuestro planeta. Pienso que luchar porque desaparezcan los arsenales y emplazamientos nucleares en todo el mundo es un deber insoslayable para todas las personas de buena voluntad”.

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