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Aberrante justicia…

3 de agosto de 2018

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Augusto Pinochet, el genocida presidente de Chile que acabó con la vida de miles de ciudadanos de su país y de otras naciones de Suramérica, murió hace algún tiempo sin haber cumplido condena por los crímenes cometidos.
Hoy la noticia es impactante también. Siete militares involucrados en la tortura, muerte y desaparición de personas, considerados crímenes de lesa humanidad, fueron liberados por la Corte Suprema chilena en un acto calificado por la abogada de ese país Julia Urquieta como un “fallo aberrante de la sala penal de la Corte Suprema. Es una verdadera operación de impunidad destinada a permitir que los criminales recobren su libertad”.
Por su parte, el diputado Gabriel Boric conceptuó la sentencia como «una vergüenza para Chile y un atentado contra el derecho internacional».
Y me pregunto: ¿cómo es posible que en Chile, donde todavía hay desaparecidos por la dictadura de Pinochet que no se conoce su destino y donde miles de familias lloran a sus hijos, hermanos o padres muertos, pueda cometerse semejante acto, que es perfectamente calificable como otro crimen al amparo de la jurisprudencia?
Un despacho noticioso de la agencia de prensa AP señala textualmente: Cuando los familiares de los desaparecidos en la dictadura chilena no habían terminado de asimilar que la Corte Suprema haya liberado a cinco violadores de derechos humanos, el tribunal los remeció de nuevo el miércoles disponiendo la salida de otros dos.
Se trata, sin lugar a dudas, de una verdadera burla contra quienes por décadas han llorado a sus familiares muertos o desaparecidos y que el único consuelo que les llegaba —si es que con eso se puede amortiguar en algo el dolor— era saber que la justicia había condenado a los autores intelectuales y materiales de los horrendos crímenes cometidos por Pinochet y sus fuerzas militares opresoras.
Pero ahora la llamada “justicia” vuelve a dar la espalda al llanto y el dolor de los chilenos y pone en libertad a criminales.
El propio despacho de AP refiere que en Punta Peuco, penal exclusivo para violadores de los derechos humanos, ubicado a 40 kilómetros de Santiago, los ahora liberados disponían de amplias comodidades.
Es decir, quienes ¿cumplían? tenues sentencias por delitos de lesa humanidad, gozaban de beneficios no asequibles a otros reos aunque su delito fuese un simple robo.
La consternación por la noticia ha movilizado a cientos de familiares no olvidan los años de la cruel dictadura de Pinochet que dejó un saldo oficial de poco más de 40 280 víctimas, incluidos 3 065 asesinados y un millar de desaparecidos, según AFP.
La época post Pinochet en Chile ha tenido circunstancias diversas matizadas por hechos como el actual, donde se pone en duda la tana cacareada ¿justicia? al servicio de intereses superiores muy alejados de los reclamos de ciudadanos afectados por los peores crímenes que recuerde la historia de esa nación.
Recuerdo, hace algunos años, cuando hasta el propio gobierno norteamericano de Ronald Reagan, desclasificó documentos oficiales que confirmaban que el ex canciller chileno del gobierno de Allende, el diplomático Orlando Letelier, fue muerto en Washington en 1976, por un comando militar chileno que cumplía órdenes directas de Augusto Pinochet.
También ese horrendo crimen quedó impune como otros muchos y quizás algunos de los altos oficiales de los liberados esta semana, formaron parte, como cómplices o como autores, de los mismos.

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