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A propósito del Ébola

21 de agosto de 2014

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Cuando ya sobrepasa la cifra de mil los fallecidos a causa del ébola que afecta a cuatro países africanos, todavía los llamados de la Organización Mundial de la Salud para contribuir a detener la enfermedad, no encuentran oídos receptivos entre los países ricos, únicos con capacidad monetaria para responder.
Este problema que tiene que ver con la salud de los humanos, va en incremento, mientras las grandes potencias económicas buscan millonarios programas de salvamento para sus bancos, afectados por la crisis económica causada por un sistema capitalista en decadencia.
También banales reportajes en revistas de mercado hablan del florecimiento de súper millonarios y la concentración de riquezas en pocas manos.
Parece no importar para nada la extensión de la pobreza mundial y el hecho de que en el llamado Cuerno de África —Somalia, Kenia y Etiopía— se viva una grave hambruna que, según la ONU, tiene en riesgo la vida de cerca de 10 millones de personas.
Para la Unicef —escandalizada ante la impavidez de la comunidad internacional—, el “hambre es como un tsunami silencioso”.
Lo más terrible resulta saber que según datos de la ONU, con “menos del 1%” de los fondos económicos que han utilizado los gobiernos capitalistas centrales para salvar al sistema financiero global (bancos y empresas que han desatado la crisis económica), se podría resolver la calamidad y el sufrimiento de miles de millones de personas (casi la mitad de la población mundial) que son víctimas de la hambruna a escala mundial”.
La propia ONU ha advertido que el hambre aumentó “significativamente” y ha batido un récord en los últimos años.
En una primera etapa, en el 2008, y a causa del aumento de los precios del petróleo, hubo una escalada mundial del precio de los alimentos, que incrementó el proceso de hambruna que padecen habitualmente las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y América Latina.
Posteriormente, con el desarrollo de la crisis recesiva global, ese proceso se agudizó arrojando a más población desposeída a la marginalidad y a la carencia de alimentos para subsistir aunque sólo sea a escala precaria.
Según la ONU, en el mundo ya hay más de 1000 millones de personas que padecen hambre crónica, la cifra más alta de la historia, y en todo el planeta hay más 3000 millones de pobres y desnutridos, lo que representa casi la mitad de la población mundial.
Un dato irónico en todo este drama es que los 6 700 millones solicitados para combatir el hambre mundial equivalen solamente al 10% de la fortuna personal de Bill Gates, el hombre que encabeza la lista de millonarios a escala planetaria.
De acuerdo con la FAO, diez corporaciones trasnacionales son dueñas  actualmente del 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de mega empresas tienen en sus manos el mercado internacional del agua potable.
De esa forma, controlados por las corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de “bien social”, el agua potable y los alimentos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación financiera, siendo la causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que ya empiezan a desarrollarse por todo el planeta.
La realidad actual se constata en una ecuación donde, en un sistema de producción mundial solo orientado a la búsqueda de ganancias, se desarrollan dos efectos inversamente proporcionales: un crecimiento récord de las fortunas personales y de los activos empresariales capitalistas, y un crecimiento récord (como consigna la ONU) de los pobres y hambrientos que ya alcanzan la mitad de la población mundial.
La enfermedad del ébola que ahora afecta África pero que puede extenderse a otros continentes, es solo una muestra más de las desigualdades que crecen en un mundo donde se pone de manifiesto cada día que para los gobiernos de los ricos la prioridad pueden ser las guerras donde mueran cientos de miles de seres humanos —niños, mujeres, ancianos— como ocurre en Gaza; antes que aportar un mínimo de recursos para alimentar a los que sufren hambre, desnutrición y enfermedades.

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