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A otro con ese cuento

23 de septiembre de 2013

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Una de las cuestiones más publicitadas por servicio el imperialismo asegura la necesidad de las inversiones de las transnacionales para aumentar la extracción de petróleo y generar más ganancias a la nación productora. Este argumento se esgrime hoy por el gobierno mexicano para tratar de hacer aprobar una reforma al respecto, con el consiguiente peligro de que la industria de ese hidrocarburo deje de ser netamente nacional.
Cuando comentábamos muy recientemente tal hecho en esta página web, resaltamos una opinión de la izquierda de la hermana nación, en la que afirmaba que para que la producción fuese mayor y la industria eficiente había que eliminar una corrupción que permea casi todo el quehacer mexicano.
Un mayor ejemplo de lo que escribimos lo encontramos en Iraq, nación árabe contra la cual Estados Unidos desató una guerra para terminar con la industria estatal del país y permitir el acceso a las petroleras internacionales.
Diez años después de la invasión, toda la industria petrolera está privatizada y dominada totalmente por las empresas ganadoras del genocidio contra el pueblo iraquí: Exxon, Chevron, Shell y British Petroleum.
Antes el petróleo iraquí facilitaba el agua y la electricidad a la población. Desde que esa riqueza fue privatizada, los iraquíes deben pagar ambas necesidades a precios elevados y, como las empresas privadas traen desde el exterior a sus trabajadores, el desempleo en Iraq es del 50%.
El caos dejado por los invasores en lo político refleja el creciente antagonismo sectario, en el que decenas de coches bomba estallan casi a diario en cualquier ciudad, con una impresionante estela de asesinatos de personas inocentes, sin que, sospechosamente, nada afecte el fuerte dispositivo de seguridad dejado por Estados Unidos, sus miles de mercenarios al servicio de las empresas y el dispositivo montado en la industria del petróleo.
Explica el investigador español Marco Antonio Moreno que, contrariamente a lo que decía el gobierno de Bush –como se dice ahora respecto a México- Iraq no necesitaba empresas petroleras transnacionales para aprovechar la riqueza.
Antes de la invasión de Estados Unidos, producía 2,5 millones de barriles de petróleo al día, y desde la invasión bajó primero a 2,2 millones y luego a 1,7 millones, cuando su producción era la más barata del mundo en el 2003, con un costo que no llegaba a los 60 centavos de dólar por barril, se vendía a 25 dólares y ofrecía un espectacular retorno de la inversión.
Por supuesto que Bush no justificó la agresión por el petróleo, sino por lo que todos conocemos, la posesión de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, que nunca se encontraron. Una mentira tan burda como parece indicar lo es también el que Siria haya utilizado armas químicas contra los mercenarios que la agreden, armados y alentados por Estados Unidos y financiados por las satrapías árabes.
Pero este tema de las guerras imperialistas por el petróleo es mucho más amplio, con un esquema cronológico que el Imperio ha ido cumpliendo, y en el que Siria, que no es de los principales productores, es un eslabón importante para un objetivo mayor: Irán.

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