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OEA: esperemos lo peor

27 de marzo de 2020

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Un hecho —más vergonzoso que importante— ocupó tenues espacios mediáticos por estos días, cuando el mundo está conmocionado por una noticia estremecedora, como es la del COVID-19.
Me refiero a la reelección o mejor dicho imposición por el gobierno de Estados Unidos, de Luis Almagro, como secretario general de la OEA.
Sin pudor alguno y acompañado por el voto de los gobiernos más derechistas de la región, Washington lo había apostado todo a que siguiera en el puesto un peón totalmente servil a sus intereses. Se
Aspiraban al cargo, además de Almagro, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, con el aval de haberse desempeñado como canciller de su país y luego como presidenta de la Asamblea General de la ONU, y el peruano Hugo de Zela, que había promovido el diálogo con la OEA para resolver la situación en Venezuela, quien renunció como aspirante días antes de la votación.
La Casa Blanca lo instó públicamente a retirar su candidatura a la Secretaría General, al considerar que estaba «dividiendo» al bloque hemisférico.
Todos los gobiernos latinoamericanos y caribeños sabían que Almagro era el «hombre de Washington» y Trump no escatimó tiempo ni recursos para que su secretario de Estado, Mike Pompeo, viajara por países de la región para hacer oficial el pedido —exigencia—de que votaran a su favor.
En enero pasado, en la propia OEA, Pompeo pronunció un discurso para hacer campaña por Almagro y luego viajó a Jamaica y se reunió con los cancilleres de seis países caribeños para «convencerles» de que votaran por el candidato de Washington.
Es muy evidente que en todos los discursos del secretario de Estado norteamericano, además de promover a su aspirante fantoche, arremetía contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.
En su afán por neutralizar a posibles votantes a favor de la ecuatoriana Espinosa, desde Estados Unidos se orquestó una campaña mediática utilizada por varios gobiernos derechistas, que se esforzaron en retratarla como la «opción bolivariana» de la OEA en caso de ser electa.
Su candidatura había sido respaldada por Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas, y había logrado captar otros votos de naciones también miembros del Caricom, así como el respaldo de México y Argentina.
Por su parte, el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, fue de los primeros en decir que no votaría por ella y que lo haría por Almagro.
Difícil de creer pero es cierto.
Al concluir la asamblea donde fue reelecto, Luis Almagro expresó: «En primer lugar fundamentalmente, mi agradecimiento a aquellos que llevaron adelante mi candidatura, aquellos que palmo a palmo la defendieron, la promovieron y la lucharon», en referencia directa al gobierno de Estados Unidos que, junto al de Brasil y Colombia, impulsaron la propuesta.
Ya consumada la patraña estadounidense de imponer a su fantoche, recuerdo a los lectores que Luis Almagro, al frente de la OEA y cumpliendo órdenes expresas del gobierno yanqui, ha encabezado durante los últimos años el plan de desestabilización contra Venezuela, incluyendo su adhesión con una posible intervención militar y —como si no fuera suficiente— es el personaje que guió el golpe de estado reciente contra Evo Morales, en Bolivia.
Veremos cuáles serán las nuevas encomiendas que desde el departamento de Estado norteamericano le asignen para este mandato.

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