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Tropas insurrectas al mando del General Antonio Maceo y Grajales atacan a una columna española que marcha por una zona ubicada entre Palma Soriano y Las Tunas, en la región oriental de la Isla

29 de marzo de 2013

Tropas insurrectas al mando del General Antonio Maceo y Grajales atacan a una columna española que marcha por una zona ubicada entre Palma Soriano y Las Tunas, en la región oriental de la Isla.
Cuando el Titán de Bronce libra este combate, ya un número de cubanos ha decidido deponer las armas y aceptar, con el Pacto del Zanjón, la paz propuesta por el general español Arsenio Martínez Campos.
El genio militar y político de Antonio Maceo vuelve a brillar en esos difíciles instantes, al negarse a acatar lo que considera una capitulación indigna.

El general Antonio está convencido de que solamente con la independencia de Cuba será posible alcanzar la paz y que el Zanjón sólo servirá para dilatar la agonía de su tierra.
El firme rechazo a la conjura, expresado en los campos de batalla y en la entrevista sostenida poco tiempo después con Martínez Campos en Mangos de Baraguá, convierten a Maceo en símbolo eterno de la intransigencia revolucionaria de su pueblo.