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Primera interpretación en continente americano de la Suite No. 2 en si menor, de Juan Sebastián Bach

29 de marzo de 2013

Aunque la producción musical de Juan Sebastián Bach fue asombrosamente muy extensa, ya que escribió más de mil obras, el sector que corresponde a la obra puramente orquestal se limita a sus seis Conciertos de Brandenburgo y a sus Cuatro Suites para orquesta. Sin embargo, como ocurre con frecuencia en el arte, la cantidad no corre pareja con la calidad, ya que en esas pocas obras orquestales de Bach está encerrada una buena parte de lo mejor y más audaz del pensamiento artístico del compositor alemán.
De las cuatro Suites, las dos primeras fueron escritas por Bach cuando se encontraba al servicio del príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen; y las dos últimas fueron destinadas al Collegium Musicum de Leipzig.
Las cuatro Suites presentan formatos instrumentales totalmente diferentes, lo que demuestra el interés del compositor alemán en la búsqueda de un colorido sonoro diferente en cada una de ellas.
De esas cuatro Suites, la más popular es, sin dudas, la número 2 en si menor, y eso se debe, en primer lugar, al extraordinario atractivo de su material melódico, dotado de una irresistible fuerza comunicativa y de una subyugante belleza.
Otro interesante factor determinante en la popularidad de esta Suite No.2, radica en su integración instrumental, ya que la misma fue escrita para cuerdas y clavicembalo, con una flauta solista. Esto último la convierte en una especie de Concierto, pues la flauta adquiere una clara presencia tímbrica.
El plan formal de esta Suite responde a la tradicional secuencia integrada por una Obertura y varias danzas ligadas, temática y tonalmente, a la Obertura. Y todos sus elementos estructurales, es decir, el carácter de sus temas, el aire y el espíritu de sus danzas, así como la naturaleza de su sonoridad, proyectan una atmósfera luminosa y feliz.
Y al evocar hoy el aniversario 133 de la primera interpretación de esta obra en continente americano, les diré que ese hecho estuvo a cargo de la Orquesta del legendario maestro Theodore Thomas, y ocurrió en Nueva York, en 1874, UN DIA COMO HOY.