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Primera audición pública de la Tercera Balada en La bemol Mayor, de Chopin

29 de marzo de 2013

El término “”balada””, como ocurre con muchas otras acepciones del vocabulario técnico del arte, ha pasado por varias significaciones a lo largo de la historia. El origen de la palabra, sin dudas, está relacionado con la danza, ya que balada viene del italiano “”ballata””, que significa bailada. Posteriormente, el término se empleó para designar determinados tipos de composición cantable e, incluso, pasó al terreno de la poesía.
Pero lo cierto es que, para los artistas del siglo XIX, decir balada era mencionar un elemento característico de la cultura medieval o renacentista. O lo que es lo mismo: una forma de expresión perteneciente al pasado. Por esa razón, cuando los románticos intentaron revivir ese pasado, acudieron nuevamente al espíritu y la forma de la balada, del mismo modo que los renacentistas habían acudido al arte grecolatino para revivir la antigüedad.

Por eso no es raro que Federico Chopin, un genuino romántico, tratara de resucitar la balada aunque, en realidad, más que resucitar lo que hizo fue crear una forma nueva.
Téngase en cuenta que no habían existido en el pasado, al menos que se conocieran en el siglo XIX, baladas instrumentales. Y fue Chopin el primero que aplicó dicho nombre a obras de ese carácter. Así, el músico polaco creó una forma instrumental absolutamente nueva, impregnándola de un sentido esencialmente romántico.
Chopin escribió en total 4 Baladas para piano, entre 1830 y 1842. Y esas cuatro baladas de Chopin, con su extraordinaria libertad formal, su esencialidad poética y su riqueza expresiva, constituyen uno de los frutos más importantes del romanticismo pianístico.
Y aunque no se ha podido saber en qué momento fueron estrenadas las Baladas 1, 2 y 4, sí conocemos que la Tercera, escrita en la tonalidad de La bemol Mayor, fue estrenada por el propio Chopin en un recital dedicado íntegramente a sus obras. Y eso ocurrió en París, hace 166 años, UN DIA COMO HOY.