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Premier de la Sinfonía No. 1 en Do Mayor, de Beethoven

29 de marzo de 2013

Beethoven compuso esta Sinfonía en el año de 1797, cuando contaba 27 años de edad y ya había creado más de veinte obras, por lo que su Primera Sinfonía no es un trabajo de juventud en el sentido de justificación paternalista que suele concederse a las obras supuestamente nacidas bajo el signo de la inexperiencia artística. Por el contrario, se trata del trabajo de un creador de mentalidad madura y experimentada.
Sucede también, que en esta obra, Beethoven no pudo o no quiso ignorar la herencia formal ni el lenguaje expresivo de la escuela sinfónica vienesa, representada por Haydn y Mozart, ya que el espíritu galante se aprecia a lo largo de toda la partitura beethoveniana.
Sin embargo, ese marco tradicional no impidió que la obra mostrara rasgos particulares totalmente novedosos. Se trata de detalles de originalidad que se perciben desde su primer acorde, cuya naturaleza disonante constituye un recurso sorprendente en esa época.
Por su parte, el tercer movimiento, aunque está indicado como “menuetto”, de acuerdo con la tradición clásica, es un verdadero Scherzo, esa forma brillante y jocosa que Beethoven instalaría por primera vez en la estructura sinfónica.
También la sonoridad de los vientos y la percusión es más poderosa y enérgica en esta sinfonía que en cualquiera de sus congéneres anteriores.
Y aunque no demuestra aún el romanticismo que su autor desplegaría en sus grandes sinfonías posteriores, como la Quinta, la Sexta y la Séptima, esta Primera Sinfonía de Beethoven lleva la forma sinfónica a un punto más allá de donde la dejara Mozart en su última obra de este tipo, o sea, la Sinfonía Júpiter.
La Primera Sinfonía en Do Mayor, que ocupa el opus 21 en el catálogo beethoveniano, fue dedicada por el compositor a su amigo, el barón Van Switen, y estrenada en Viena en un concierto dirigido por el propio Beethoven, hace 208 años, UN DIA COMO HOY.