ribbon

Nace la cantante cubana Rita Montaner

29 de marzo de 2013

Entre los acontecimientos más significativos de la cultura cubana ocurridos un 14 de mayo, se encuentra el nacimiento en la villa de Guanabacoa de la cantante Rita Montaner.
Rita estudió piano y otras disciplinas en el Conservatorio “Peyrellade” de la capital cubana, centro en el que se graduó a los 13 años de edad con Medalla de Oro. Sin embargo, no sería el piano donde habría de manifestarse el talento de la Montaner. Y en este punto voy a citar un fragmento de la crónica escrita por Alejo Carpentier en 1958, en el diario caraqueño El Nacional.
“En el año 1923, una tímida cantante se presentaba al público, por vez primera, en la pequeña Sala Falcón de La Habana. Su programa era el de todas las principiantes, o sea, un poco de renacimiento italiano para demostrar algún dominio de los clásicos; algún lied alemán, una romanza francesa y una melodía de Tosti para alardear de conocimiento de idiomas. Y, para terminar, la debutante incluía distintas arias de ópera, en espera de que el éxito logrado con las más conocidas páginas de Verdi o de Puccini pudiera, ¿quién sabe?, servir para la conquista de la clásica beca que, después de algunos años de oscuros estudios en Italia, permitiera declarar al periodista local, encargado de entrevistar a la compatriota el día de su regreso: “¡Yo he triunfado en La Scala de Milán!”. Y aunque en verdad eso nunca ocurrió, Carpentier continúa así su comentario periodístico:
“Transcurrieron cinco años, y en la sala recién remozada del Molino rojo, se iniciaba una temporada de operetas y zarzuelas cubanas, bajo la égida de los mejores especialistas del género. Nombres como los de Ernesto Lecuona, Moisés Simons, Eliseo Grenet, Rodrigo Prats, Gonzalo Roig y otros (…)
Y si bien es cierto que en aquella temporada se presentaron obras primorosas por el ingenio de los libretos y la excelente calidad de lo que sonaba en el foso de la orquesta, no cabe dudas de que la gran revelación de esos días fue la arrolladora personalidad de Rita Montaner, quien en el repertorio recién creado se afirmó rápidamente como una intérprete difícil de igualar. Rita había abandonado sus aspiraciones primeras, renunciando al concierto y a la ópera, para poner su auténtico talento al servicio de la música popular de Cuba”.
“Dotada de un sentido rítmico fenomenal, continúa el escritor Alejo Carpentier, y manejándose con garbo y soltura, Rita sabía muy bien hasta dónde podía valerse de los recursos adquiridos con el estudio del canto. Ella, que era capaz de solfear como pocos, tenía un instinto particular para estar dentro y fuera de la música interpretada. El compositor Gilberto Valdés, por ejemplo, encontró en ella la voz ideal para sus pequeñas páginas afrocubanas que, dentro de su brevedad, eran perfectos logros. Y si lo afrocubano había sido muy mal visto hasta entonces por ciertos músicos empeñados en negar valor a esa aportación folclórica, Rita Montaner contribuyó, en mucho, a destruir el absurdo prejuicio”.
“Y, a medida que pasaban los años, continúa Carpentier, su voz adquiría en elocuencia, en poder de expresión, aquello que el tiempo le restaba en frescor… Es probable, reflexiona el novelista, que la máquina trituradora de talentos que es la radio, la haya llevado a prodigarse demasiado, poniendo su personalidad al servicio de emisiones más o menos mediocres. Pero Rita era Rita, finaliza Carpentier, y la Rita de Ogguere, de Negro bembón, de Chivo que rompe tambó, se resolvió a asombrar a quienes tal vez la creyeron próxima al ocaso. Y volviendo a la partitura seria, Rita se dio a interpretar una ópera de Gian Carlo Menotti con tal dominio de sus medios, con tanta autoridad y fuerza dramática, que el acontecimiento tuvo, para muchos, el valor de una revelación tardía. Rita Montaner desafiaba magníficamente el paso de los años, mostrando que nada había perdido de su personalidad. Por eso, con dolorosa sorpresa se recibió la noticia de su muerte a los 58 años de una vida que se había iniciado en Guanabacoa, hace 110 años, UN DIA COMO HOY.