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Nace en Manzanillo, antigua provincia de Oriente, Francisco Wilfredo Calderillo, a quien la historia de las luchas revolucionarias en Cuba recordará por siempre con el nombre que lo inmortaliza: Blas Roca Calderío

29 de marzo de 2013

Nace en Manzanillo, antigua provincia de Oriente, Francisco Wilfredo Calderillo, a quien la historia de las luchas revolucionarias en Cuba recordará por siempre con el nombre que lo inmortaliza: Blas Roca Calderío.
Consecuente con sus ideales comunistas, Blas Roca integra el partido marxista leninista en mil 929.
Con sólo 21 años de edad, ya es el principal dirigente comunista y obrero de la provincia de Oriente. Un lustro después, sería electo integrante del secretariado del Buró Político y, posteriormente, secretario general del Partido.
Durante muchos años, en las complejas condiciones de la república neocolonial, se mantiene al frente de esa organización, la mayor parte del tiempo desde la clandestinidad o la semilegalidad. En esa etapa sufre prisión por sus acciones a favor de los intereses de la clase obrera. Es Blas Roca, además, el delegado de Cuba al Séptimo Congreso de la Internacional Comunista.
El destacado dirigente revolucionario desarrolla una intensa actividad en el terreno de las ideas: publica los periódicos mimeografiados “Voz proletaria” y “El Comunista”, y escribe una valiosa obra: “Los Fundamentos del Socialismo en Cuba”.
Cuando acontece el triunfo insurreccional de mil 959, pone las banderas del Partido en manos de Fidel, en aras de la imprescindible unidad de las fuerzas revolucionarias; desde ese instante, ofrece un valioso aporte a la Revolución y dedica todos sus esfuerzos y experiencia a la construcción de una nueva sociedad.
Blas ocupa un importante papel en el proceso de redacción y posterior aprobación popular de nuestra Constitución Socialista.
Sus artículos y discursos aparecen en Bohemia, Verde Olivo, La Gaceta de Cuba y Cuadernos Marxistas, entre otras revistas. Escribe también el prólogo a los Estatutos del Partido Comunista de Cuba y a la “Elegía a Jesús Menéndez”, de Nicolás Guillén.
Por su modestia, abnegación y relevantes méritos revolucionarios, Blas Roca integra el Buró Político del Partido y asume la honrosa tarea de presidir la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Al fallecer, el 25 de abril de mil 987, en cumplimiento de sus deseos, es sepultado en la sagrada tierra que defendió hasta el último aliento. En la despedida de duelo, Fidel expresó:
“Ha dejado de existir un hombre excepcional, de singulares virtudes y extraordinario talento. Un revolucionario ejemplar que dedicó por entero su vida a la causa de los humildes; maestro y conductor de comunistas por más de medio siglo; combatiente indoblegable que durante casi tres décadas dirigió el primer partido marxista-leninista de Cuba”.
En el Cacahual, muy cerca del General Antonio, Blas Roca vive eternamente junto a su pueblo.