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Nace el famoso maestro italiano Carlo María Giulini

29 de marzo de 2013

Carlo María Giulini, quien está considerado como una de las batutas más prestigiosas y deslumbrantes del pasado siglo veinte, realizó sus estudios musicales en la Academia Santa Cecilia de Roma, y en la Academia Chigiana de Siena tomó clases de dirección orquestal con Alfredo Casella.
Como primer trabajo en el mundo de la música, Giulini se desempeñó en un atril de viola en la Orquesta del Augusteo romano, donde fue dirigido nada menos que por Ricardo Strauss, Bruno Walter, Willem Mengelberg y Wilhelm Fürtwengler. Así, el joven Giulini pudo conocer y estudiar, en forma muy directa, el arte de cuatro de los más grandes maestros de la dirección orquestal en aquellos años.
En 1946, Giulini ocupó la dirección musical de la Radio italiana, y después de cinco años al frente de dicha orquesta, el joven director pasó a La Scala, donde se mantuvo hasta 1956. En ese templo de la ópera italiana, Carlo María Giulini fungió como asistente de Víctor de Sábata y dirigió una memorable producción de La traviata, con la legendaria María Callas en el rol titular, hecho que le proporcionó una significativa sucesión de elogios por parte de la crítica especializada.
Ya en los años sesentas, Giulini gozaba de un enorme prestigio internacional, pues su estancia anterior en La Scala y su larga temporada en Londres al frente del Covent Garden, así como de las mejores orquestas inglesas, revelaron al mundo una de las personalidades más brillantes de la dirección orquestal contemporánea.
Por eso no resulta raro que cuando los directivos de la Orquesta Sinfónica de Chicago contrataron a Sir Georg Solti como director titular de ese organismo, Giulini fuera llamado en el 69 para compartir esa responsabilidad con el viejo maestro.
Entre 1973 y 1976, Giulini se desempeñó como director titular de la Orquesta Sinfónica de Viena, con la cual realizó una gira mundial en el 75, que incluyó países como los Estados Unidos, Canadá y Japon.
Por último, en 1977, Giulini sustituyó al director hindú Zubin Metha en la dirección titular de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, con la que luego realizó una larga serie de grabaciones que recibieron una excepcional acogida, tanto por parte de los especialistas como de los aficionados.
En la Filarmónica angelina, donde permaneció hasta 1984, Carlo Maria Giulini desplegó su característico y apasionado estilo de dirección, como corresponde a un genuino representante de la mejor escuela italiana de dirección, cuyo máximo exponente ha sido, sin dudas, el gran maestro Arturo Toscanini.
Con ochenta años cumplidos, Giulini se presentó en el Festival de Viena, de 1994, en el que también actuaron prácticamente todos los grandes directores de orquesta de las últimas décadas. En esa ocasión, el director italiano interpretó las Sinfonías 4 y 3 de Beethoven (las dirigió en ese orden), demostrando el altísimo nivel que puede alcanzar la Filarmónica vienesa bajo una batuta inspirada.
Y a propósito de esa actuación, el crítico Gerardo Leyser, de la revista Clásica, escribió lo siguiente: “Desgraciadamente el tiempo pasa y Giulini, a los ochenta años, es hoy día un anciano maestro cuya autoridad musical emana de varios decenios de labor interpretativa con estas grandes obras que le permitieron llegar a tener un gran conocimiento en la materia, que repercute de manera directa en la respuesta del organismo colectivo. Por lo menos, gracias a la Orquesta Filarmónica de Viena, la gran tradición sinfónica clásica y romántica sigue encontrándose a sus anchas en esa ciudad”.
Carlo Maria Giulini murió en el 2005, a los 91 años de una vida que se había iniciado en Barletta, Italia, en 1914, UN DIA COMO HOY.