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Nace el compositor cubano Eduardo Sánchez de Fuentes

29 de marzo de 2013

El notable compositor, folclorista, crítico y conferencista cubano, Eduardo Sánchez de Fuentes nació en La Habana, en el seno de una familia de artistas en la cual su padre, Eugenio, era autor dramático y poeta, y su madre, Josefina Peláez, pianista y cantante.
Eduardo Sánchez de Fuentes fue discípulo de Ignacio Cervantes y de Carlos Anckermann, y se contó entre los más ilustres alumnos del Conservatorio “Hubert de Blanck” de la capital cubana. Luego, en 1911, asistió como delegado de Cuba al Congreso Internacional de Música efectuado en Roma. En el 29 participó, junto a Alejandro García Caturla, en el Festival Iberoamericano de Barcelona y, diez años más tarde, en calidad de delegado de nuestro país y junto a Gonzalo Roig, fue invitado al Congreso Internacional de Música que tuvo como sede la ciudad de Nueva York.
Sánchez de Fuentes fue, además, presidente de la Academia de Artes y Letras de Cuba y de la Sociedad de autores cubanos y, en esa condición, viajó por numerosos países que incluyen México, Italia, Francia y los Estados Unidos.
Numerosos son los premios y reconocimientos concedidos al músico cubano quien fue, también, un escritor muy prolífico y un poeta de fina sensibilidad.
Lamentablemente, en su abundante producción como teórico de la música cubana, Eduardo Sánchez de Fuentes incurrió en numerosos desaciertos y limitaciones que lo llevaron, incluso, a una obstinada negación del elemento negro como constituyente de nuestras raíces musicales.
Como compositor, Sánchez de Fuentes escribió a los 16 años de edad la celebérrima habanera “Tú”; en 1894, con 24 años, intentó una ópera nacional titulada “Yumurí”, en la que se pone de manifiesto su injustificada devoción por lo aborigen.
“La dolorosa”, otra ópera suya, es considerada por algunos como una de las expresiones más logradas del verismo en América, aunque en casi toda su producción operística, entre la que se encuentran también “El náufrago” y “Doreya”, es fácil detectar las influencias de Giordano, Mascagni y el primer Puccini.
Por eso, no cabe dudas de que lo más importante del legado composicional de Eduardo Sánchez de Fuentes fueron sus canciones, algunas de las cuales, realmente buenas e incluso antológicas, siguen teniendo plena vigencia. Recordemos en este punto, títulos como “Mírame así”, “Corazón”, “Vivir sin tus caricias”, “Linda cubana”, “Silenciosamente”, “Por tus ojos” y “La volanta”.
Eduardo Sánchez de Fuentes, una de las principales figuras de la música cubana en el primer cuarto del siglo veinte, murió en La Habana, a los setenta años de una vida que se había iniciado en esa misma ciudad, hace 136 años, UN DIA COMO HOY.