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Muere en La Habana, el compositor y pianista cubano Nicolás Ruíz Espadero

29 de marzo de 2013

Según relatan algunos cronistas de esa época, Nicolás Ruíz Espadero pasó toda su existencia en un largo ensueño romántico, casi sin relación con la realidad sonora en que estaba ubicado.
Sin embargo, al decir de muchos, fue el compositor cubano más famoso de su tiempo: el único que, sin haber viajado jamás, era aplaudido y editado en el extranjero; el único que, para sus contemporáneos habaneros, podía compararse con los grandes maestros del momento. Y aunque, en realidad, no es mucho lo que puede considerarse “salvado” de su creación, su personalidad tiene, en cambio, un indudable interés histórico.
Cuando sólo había cumplido los 21 años de edad, el famoso Luis Moreau Gottschalk logró sacarlo momentáneamente del enclaustramiento en que vivía; y la amistad que nació entre ambos músicos, tuvo como feliz consecuencia la edición de la obra del cubano en Francia y España. Por otra parte, Gottschalk tiene el mérito indiscutible de haber sido el primer músico formado en Europa, que haya comprendido, aún con limitaciones, la riqueza de los ritmos cubanos, al punto de ser, también el primero, en usar la percusión afrocubana en una partitura sinfónica.
Sobre Ruíz Espadero, el sabio cubano Alejo Carpentier señala, muy esclarecedoramente en su libro “La música en Cuba” que: “el músico cubano del siglo XIX que más se preocupó por expresarse en un lenguaje universal, o que él estimaba universal, resultó el más limitado por la presencia y uso en sus obras de giros que sólo eran el fruto de una moda pasajera”.
Las páginas más conocidas de Nicolás Ruiz Espadero son “El canto del guajiro”, subtitulado “Gran escena característica cubana”, y “El canto del esclavo”, piezas de ejecución trascendental y brillante, a la manera lisztiana.
Ya en sus últimos años. Espadero compuso un Scherzo, una Sonata, varios Estudios y un Trío, obras todas en las que se muestra una voluntad de ceñir la escritura en aras de un mayor rigor en el lenguaje. Todo ello parece indicar, también, que en esos últimos años, Espadero tuvo conciencia de los “malos ejemplos” que sólo habían contribuido a debilitar su obra.
Quizás alcanzó también a darse cuenta que sólo había “arañado” la corteza del Romanticismo, sin llegar a poner los dedos sobre la médula. Pero era demasiado tarde. La neurosis lo dominaba de modo alarmante.
Y mientras París continuaba aceptando sus obras, mientras los periódicos de Madrid hacían su elogio, mientras Cuba no sabía ya qué hacer para halagarlo, Nicolás Ruíz Espadero se aislaba cada vez más, viviendo exclusivamente entre sus pianos y sus gatos. Estaba agriado frente a un ambiente que estimada demasiado exiguo. Alejaba de su lado a sus colegas pero, en cambio, trataba con infinita ternura a sus discípulos, entre los que se contaron Angelina Sicouret e Ignacio Cervantes.
Nicolás Ruíz Espadero, una de las figuras descollantes en el panorama musical cubano del siglo XIX, murió a los 58 años de edad, a causa de quemaduras recibidas de modo casual. Y eso ocurrió en La Habana, hace 117 años, UN DIA COMO HOY.