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Cuba olímpica (III): Juantorena y Stevenson en la cima del Olimpo

1 de julio de 2016

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Alberto Juantorena

 

En los Juegos Olímpicos de Montreal, Cuba presentó una delegación compuesta por 160 atletas, que compitieron en 15 deportes. Los seis títulos obtenidos, las cuatro preseas de plata y las tres de bronce dieron un total de 13, cifra que colocó al país en la octava posición, la mejor de su historia hasta ese momento.

El boxeo volvió a ser la disciplina líder, con un aporte de ocho preseas. En más de 81 kilogramos Teófilo Stevenson repitió su triunfo de Múnich; Ángel Herrera brilló en los 57 kilos; mientras la otra medalla de oro terminó en el cuello del peso mosca Jorge Hernández. Una vez más, Teófilo fue la figura central del equipo. Su fama había crecido desde el éxito en 1972 y en Montreal poco pudieron hacerle sus rivales. En la pelea final, el rumano Mircea Simón abandonó en el tercer asalto, ante el constante golpeo del cubano.

Además, el boxeo contribuyó con las preseas de plata de Andrés Aldama, en los 63,5 kilos, Ramón Duvalón en los 51 y Sixto Soria en 81, todos derrotados por peleadores estadounidenses.

El judoca Héctor Rodríguez, de los 63 kilogramos, le dio a Cuba su primera medalla en este arte marcial, al superar en el combate final a un coreano. El equipo masculino de voleibol alcanzó la presea de bronce, la única conquistada en sus múltiples presentaciones olímpicas. Aquella selección, que tenía entre sus integrantes a Leonel Marshall y Raúl Vilches, venció en la discusión del tercer lugar a Japón.

Sin dudas el hombre grande por Cuba, en Montreal 1976, fue Alberto Juantorena. Este espigado atleta comenzó por los 800 metros planos y se clasificó sin grandes contratiempo para la final que tuvo lugar el 25 de julio.

Sus más serios contrincantes eran el estadounidense Wolhutter y el belga Ivo Van Damme. Juantorena fue ubicado en la quinta carrilera y, durante los primeros 200 metros, se mantuvo detrás de Wolhutter, hasta que tomó la delantera del grupo; sin embargo un desconocido, el indio Singh, quiso dar la sorpresa y cruzó primero al cumplirse los 400 metros. Juantorena no perdió tiempo y acabó rápidamente con el dominio del indio.

Un poco más atrás, Wolhutter guardaba fuerza para intentar destronar al cubano en los metros finales. Juantorena comprendió la idea de su rival y apresuró su paso. Se sabía vencedor y entró con los brazos en alto, en señal de victoria. Nunca antes un atleta había corrido los 800 metros en 1 minuto, 43 segundos y 50 centésimas, récord mundial y olímpico.

Wolhutter no pudo aguantar y finalizó en la tercera posición, superado por el belga Van Damme, el primer hombre que se acercó a felicitar al nuevo campeón.

Apenas un día después del triunfo en los 800 metros, Juantorena retornó a las pistas en las eliminatorias de los 400 metros. Pocos le ofrecían oportunidades en esta distancia, sobre todo si tenemos en cuenta las enormes diferencias en la preparación de los 400 y 800 metros. El cansancio hizo mella en el cubano en las dos primeras series clasificatorias y pasó mucho trabajo para avanzar. El calendario le deparó un día de descanso y esto le permitió afrontar la semifinal con nuevos bríos. El triunfo con un buen tiempo de 45,1 segundos asombró a muchos y de seguro aumentó su confianza. Para la final, Juantorena fue ubicado en la segunda carrilera. Sus grandes contrarios eran los estadounidenses Herman Frazier y Fred Newhouse.

Estos dos corredores comenzaron delante, mientras, a pocos metros, los seguía Juantorena. Newhouse era el favorito y dominó la carrera en los primeros 300 metros. Detrás, Juantorena no permitió que su rival aumentara la ventaja. El cubano incrementó el ritmo de sus piernas y sobrepasó a Frazier. Apenas quedaban 100 metros y entonces llegó el esfuerzo final. Descontó, poco a poco, la desventaja con Newhouse y lo rebasó a menos de 80 metros. Juantorena corrió con el corazón y entró triunfal en la meta. Nunca antes un ser humano había ganado los 400 y 800 metros en una misma cita estival. Nadie más ha logrado hacerlo.

Cuatro años después, los Juegos Olímpicos fueron acogidos por Moscú, la capital de la entonces Unión Soviética. Los soviéticos se prepararon muy bien para ofrecer, en 1980, la mejor imagen del país; sin embargo, el presidente estadounidense Jimmy Carter tenía otros planes y utilizó como pretexto la guerra soviética en Afganistán para promover un boicot en contra de los Juegos moscovitas. Al llamado norteamericano se sumaron 35 naciones y la XXII Olimpiada contó con el menor número de naciones desde 1956, solo 80.

Cuba envió una gran delegación, conformada por 208 deportistas, en 19 modalidades, de ellas seis colectivas. En esta ocasión, el número de preseas aumentó hasta 20, divididas en ocho doradas, siete de plata y cinco de bronce. Con ese total se alcanzó la cuarta posición. La delegación solo fue superada por la Unión Soviética, República Democrática Alemana y Bulgaria.

Una vez más el boxeo centró la atención y los peleadores cubanos lograron la mitad de los títulos en disputa, seis. Entre los triunfadores destacó la tercera corona consecutiva de Stevenson, lo que le permitió igualar la hazaña del húngaro Lazslo Papp; aunque la del cubano fue lograda en una única división. En 1980 Stevenson tenía 28 años, estaba en plenitud de forma y lo demostró en el cómodo triunfo final, por votación de cuatro a uno, ante el local Piotr Zaev.

Otros cinco peleadores conquistaron el título en Moscú: Andrés Aldama cambió la plata de 1976 por el oro, José Gómez, Bautista Hernández y Armando Martínez también escalaron a lo más alto del podio. Mención aparte para Ángel Herrera, un excelente peleador quien retuvo su corona lograda en Montreal.

En el atletismo, María Caridad Colón dejó boquiabiertos a todos cuando, en su primer disparo lanzó la jabalina hasta los 68,40 metros, récord olímpico. Sus rivales no pudieron superar esta impresionante marca y María Caridad se convirtió en la primera mujer cubana y latinoamericana en alcanzar un título olímpico. En los 110 metros con vallas, nuevamente Alejandro Casañas terminó en la segunda plaza; mientras en el levantamiento de pesas, Daniel Núñez abrió el camino dorado de las pesas.

Los Juegos de Moscú quedaron marcados por el boicot. No obstante, en la cita estival de 1980 se lograron grandes marcas, la Unión Soviética se reafirmó como la principal potencia mundial en el deporte olímpico y la delegación cubana, guiada por sus boxeadores, logró su mejor ubicación histórica.

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