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Un look absolutamente competitivo

20 de agosto de 2014

Por Angel Marqués Dolz

 

omega 3 01

Hacer en Cuba la primera película de ciencia ficción con todas las demandas del género, sin billetera abierta   y que no se vean las costuras, sería todo un mérito que raya en el milagro-

Si Eduardo del Llano hubiera contado con dos millones de dólares para hacer Omega- 3- la cifra es quimérica- su película no estaría rebosando de efectos especiales.

“Con ese dinero hubiera pagado más a los actores”, dice en diálogo con Habana Radio digital, a unas horas del estreno de su segundo largometraje y cuando en su blog puede saberse de que ya es abuelo.

¿Hay que creerle?

Del Llano, Moscú, 1962, defiende una tesis tan simple como atendible: la modestia tecnológica en una cinta de ciencia ficción y en cualquier otra no es directamente proporcional a su fracaso, lo mismo que a la inversa.

Echa mano, para respaldar su tesis, a Stalker, todo un clásico del género, en el que la trama es la búsqueda de la felicidad en una zona previamente intervenida por extraterrestres y en la cual no “aparece una nave espacial ni dibujada”. Es Tarkovski y no se diga más.

Igual cita a Blade runner, una cinta de Ridley  Scott, a la que del Llano ubica entre las cinco más importantes del género. Filmada en 1982, básicamente la película solventó la futuridad- se vive en noviembre de  2019 en Los Angeles – a golpe de maquetas. “Tal  vez entonces ellos tenían más posibilidades que nosotros ahora, pero todavía no se usaban efectos digitales”, remata con sorna el humorista que nunca deja de ser.

Los incrédulos,  sobre todo, sentenciarán que el director de Brainstorm o de la serie  de cortos con el personaje de  Nicanor O’Donnell,  se cubre las espaldas cuando advierte que con Omega – 3 no sale a competir con Total recall o Pacific rim, modelos con los que “la gente tiende a identificar la ciencia ficción: robots gigantescos, naves espaciales  y mucho tiroteo”.

omega 3

“Creo que una historia lleva efectos visuales en la medida en que los necesite, pero no es mejor por tener cien planos de efectos de efectos especiales que si tiene veinte. Eso es una herramienta en manos del cineasta”—insiste para legitimar su opción frente al poderío visual de Hollywood.  “Por otra parte, aunque es una película cien por ciento cubana,   salvo el compositor que es argentino—Osvaldo Montes, el mismo de El lado oscuro del corazón,—  que vino a Cuba a componer y a grabar, no creo que se note mucho en el sentido de la precariedad tecnológica y de recursos que tenemos acá. Creo  que logramos un look absolutamente competitivo”.

Pocos reparan que del Llano, además de actor, director, guionista- su dueto con Daniel Díaz Torres produjo cintas como Alicia en el pueblo de Maravilla y La película de Ana, tal vez las más trascendentes de un total de cinco-es además narrador y poeta y hasta escritor para niños. De hecho, Omega – 3 sale de un cuento de cinco cuartillas que  da título a un puñado de narraciones que deberá ser publicado el año que viene por la editorial Letras Cubanas.

“Trabajar con un precedente literario mío  presupone una dramaturgia previa, la del cuento. Eso no garantiza un buen resultado, pero es más cómodo a la hora de trabajar. El esqueleto de la dramaturgia está ahí y eso es un punto a favor”.

eduardo del llano

Licenciado en Historia del Arte y fundador y director del grupo de creación literaria y teatral Nos-y-Otros, del Llano cursó talleres sobre  escritura de guión cinematográfico con los especialistas Jorge Goldenberg (Argentina), y Tom Abrans y Walter Bernstein (EEUU).

Luego de Omega-3, del Llano filmó un cortometraje —de humor negro—No somos nada, también patrocinado por el ICAIC que deberá estrenarse en septiembre.

“El  corto es la guerrilla del cine, es el ataque sorpresa”, define y pondera los servicios de los grandes estudios cubanos que en 2011 prohijaron el primer largometraje del humorista:  Vinci, una resbaladiza apuesta para hablar del arte y el poder tomando como coartada la experiencia carcelaria del genio del Renacimiento.

“Pese a tener pocos recursos, el ICAIC sigue siendo la industria de alguna manera. No hubiera podido hacer esta película sin Pepe Riera, el director de fotografía y sus aportes, sin el vestuario maravilloso  de Celia Ledón y Vladimir Cuenca, sin la puesta en escena de Rafael Zarza. Son gente que aportó  su talento y aunque pudiera conseguir a algunos de ellos para un corto de manera independiente, como quiera que sea la institución te da la posibilidad de elegir al personal”.

Con la crisis de los noventa, el ICAIC perdió la varita mágica y la revolución tecnológica, aunque multiplica las posibilidades de filmar, también complica las cosas.

Colocar una película cubana en los festivales internacionales se ha vuelto un problema o “una salación”,  en palabras del  cineasta.  Los de primer y segundo nivel, ya no aceptan soportes como el DVD o el blue ray. Hay que subir la película a la red y descargarla en los portales de los eventos en formato DCP, (Digital Cinema Package) de alta resolución y apenas compresión. Un DCP ocupa un ratio de alrededor de un gigabyte por minuto. Así, una película de 90 minutos ocupará unos 100GBs aproximadamente.  Desde Cuba,  por el momento,  es imposible subir ese paquete a la red—tampoco existen ni servidores, ni proyectores de DCP—y hay que salir al extranjero para hacerlo.

“El  presupuesto llega hasta la postproducción, pero no hay ni presupuesto, ni trabajo del productor contemplado para la distribución. Así que en cualquier momento de prefilmación, filmación, posfilmación y distribución de una película estar loco y tener un optimismo absolutamente injustificado a nivel de ADN ayuda muchísimo”, asegura del Llano, hablando—hay que creerle—por experiencia propia.

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