Tres premios Cubadisco para “Hubert de Blanck: Un holandés errante”
12 de mayo de 2023
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El pasado 9 de mayo, el fonograma “Hubert de Blanck: un holandés errante vol.1” se alzó con tres premios en la Feria de la Música Cubadisco 2023, y con este reconocimiento se coronan los esfuerzos en la preservación del patrimonio musical, por parte del Lyceum Mozartiano de La Habana junto al sello discográfico “La Ceiba” y, por extensión, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
La triple corona que ahora ostenta este álbum, consiste en el “Premio Música de Cámara”, el “Premio a la Maestría Artística” y el “Premio a las Notas Discográficas”, escritas por la musicóloga Gabriela Rojas. Y es que no es ni más ni menos que prodigioso lo que han conseguido seis talentosos músicos holandeses y cubanos, bajo la producción musical del maestro José Antonio Méndez, al traer de vuelta a Hubert de Blanck a La Habana, con las cinco piezas de este álbum inaugural.
Como si de una biografía se tratara, la pieza inaugural “Trío”, nos acerca a la juventud de Hubert de Blanck y su llegada a La Habana. Nacido en Utrecht, Holanda, De Blanck llegó a nuestro país con 27 años de edad, y traía consigo la formación de prestigiosos conservatorios de Bélgica y Alemania, y el honor de haber tocado en el palacio real belga, con apenas 13 años. El contacto con nuestro país, no dejaría indiferente a aquel espíritu sensible y elevado, y así lo ilustran las interpretaciones de violín, violonchelo y piano que conforman la pieza “Trío”.
Esta primera obra se encuentra, además, dedicada a Rafael Montoro, quien auxiliara a De Blanck en la fundación del Conservatorio Nacional de Música en 1885.
“Chant du Berceau” se incluye en este volumen, e ilustra a un De Blanck que supo ser amigo y colaborador solícito en lo musical. Publicada en 1881 y adscrita al género romántico, Hubert de Blanck dedicó esta obra de violín y piano a Maurice Dengremont, un violinista prodigio junto al que el músico recorrió con gran éxito por los escenarios europeos.
De igual manera que la dualidad entre las identidades cubana y holandesa marcó la vida de este gran compositor, el fonograma es fecundo en las composiciones para violín y piano que creara Hubert de Blanck durante su fructífera carrera. En su “Suite para cuatro tiempos”, estrenada en 1918, el compositor rinde tributo a la memoria de Raimundo Menocal, hermano de su primera esposa, Ana Menocal, y un orgulloso participante de las guerras independentistas cubanas.
La interpretación de Tijmen Huisingh, en el violín, y Karla Martínez en el piano, tiene el ángel de ilustrar, en esta tercera pieza, la madurez creativa de un artista que ya se encuentra unido a la nación cubana desde el matrimonio y sus simpatías por la independencia cubana. De la partitura a los acordes de piano y violín, parece regresar el lamento de Hubert de Blanck por la pérdida de un familiar, y su determinación fortalecida, pese a la cárcel, el destierro.
La última obra de este volumen resulta un monumento, no solo al insigne compositor y a sus intérpretes, sino a aquellos que supieron preservar el tesoro inestimable de sus partituras. El “Quinteto para cuarteto de cuerdas y piano”, pudo llegar a nuestros días gracias a la labor imprescindible, y no siempre reconocida como se debería, del Museo Nacional de la Música (MNM), que compartió sus partituras con el Lyceum Mozartiano, como quien comparte las joyas de la familia musical cubana.
Y es que el “Quinteto” es a la vez una despedida por todo lo alto y una invitación a lo que está por venir. Se beneficia esta última pieza de un número superior de instrumentos, para poder transmitir un efectismo que transmite color desde sus tonos. Aunque no carente de intimidad e incluso dramatismo, las obras de Hubert de Blanck poseen siempre un espíritu triunfal y optimista, al que es imposible permanecer indiferente, y en los que aún en el mismo acto de la escucha se siente como algo nacido de la participación, y no de la pasividad.
“Hubert de Blanck: Un holandés errante vol.1”, en definitiva, es un blasón a la interpretación virtuosa de sus músicos invitados: Tijmen Huisingh, Willem Stam, Karla Martínez, Marcos Madrigal, Lisbet Sevila y Anolan González. Pero este lauro resulta también mucho más: Cada nota interpretada y eternizada en este álbum, solo pudo llegar a nuestros días gracias a los archivos del Museo Nacional de la Música, al grabador Orestes Águila, a la Embajada de los Países Bajos en Cuba, al Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, y, en sentido más amplio, a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que fue fundada por Eusebio Leal Spengler, para preservar al patrimonio en todos sus sentidos y llevarlo de los museos a la vida cotidiana de quienes habitan o visitan nuestra ciudad.
El triunfo de la música de Hubert de Blanck es también el nuestro, que hemos recuperado algo que no sabíamos perdido. Celebremos, pues, a este primer volumen del holandés musical y errante, y esperemos que las próximas partes de su colección, encuentren el camino de vuelta hacia nosotros.
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