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Treinta años después

23 de septiembre de 2015

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Treinta años después de su última exposición personal en el Museo Nacional, Palacio de Bellas Artes en 1985 – “Tomás Sánchez. Retrospectiva”–, este grabador, pintor y fotógrafo cienfueguero, Premio Internacional de dibujo Joan Miró y “afín al género pictórico del paisajismo”, llevado por él a planos estelares, regresó al más importante sitio expositivo de nuestro país con la muestra “Paisajes”, la cual formó parte de las exhibiciones colaterales de la recién concluida Bienal de La Habana, posterior a su reaparición en Cuba en 2014 con la exposición fotográfica que montó en el Centro Wifredo Lam.

“Paisajes”, ubicada en la sala transitoria del tercer piso del edificio de Arte Cubano, y que permanecerá abierta hasta el lunes 28 de septiembre, deslumbra a los visitantes por su derroche de belleza y virtuosismo pictórico, pues en ella se aprecian sus acostumbradas naturalezas brumosas e impecables, unidas a obras que reflejan basureros en los que se acumulan los desechos humanos, relacionando, de esta forma, al hombre con su entorno.

Desde el pasado viernes 18, lo anteriormente expuesto se resume en un impresionante y lujoso catálogo –de igual nombre– presentado por Rafael Acosta de Arriba, poeta, escritor, crítico de arte y Doctor en Ciencias Históricas, en el Teatro del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional.

El catálogo, “Paisajes”, a decir de Rafael Acosta, aglutina dos apreciables escritos, el primero de la especialista del Museo Nacional de Bellas Artes y curadora de la exposición, Hortensia Montero, que constituye un ensayo juicioso y muy bien argumentado sobre dicha muestra. En él nos habla del “ecologismo militante, la intensa preocupación antropológica y el humanismo metafísico que distinguen la obra de Tomás”, así como “su misticismo genuino, el hondo contenido espiritual de sus imágenes y el preciosismo hiperrealista con que el artista recrea la naturaleza, al que considera el núcleo esencial de su imaginario”.

El segundo de Clara Astiasarán, miembro del equipo de colaboradores de Sánchez, más que un texto, es una entrevista que le realiza a Tomás en la que se “abordan diferentes aspectos de los inicios del artista en la ENA”, “de sus influencias artísticas iniciales”, de las incomprensiones recibidas y de cómo Tomás “supo imponerse a estas adversidades y continuar obstinadamente con su trabajo”.

“Paisajes” –el libro– reúne: “las imágenes correspondientes a la muestra, además de una selección fotográfica y de notas de prensa sobre la exposición que en 1985 se le hiciera al artista en el museo. Cierra el catálogo una selección de su vasto quehacer artístico”.

Estamos en presencia de un volumen esencial para todo aquel especialista del ramo, que quiera conocer a fondo la obra de Tomás Sánchez, su evolución y forma de enfrentar el arte en general, y sobre todo el retrato de un experto que supo evadir todos los inconvenientes que se les presentaron en su trayectoria creadora siempre escudado por el arte, el arte cubano, que es su verdad y la carta de triunfo que le acompaña.

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