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Terry Valdespino y su conga rusa

10 de abril de 2019

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Miguel Terry Valdespino

 

Cuando le pregunté sobre la “evolución” de su escritura dijo que tal proceso fue poco a poco hasta que llegó la hora de lanzarse a escribir una gran novela latinoamericana como Caballo de Batalla, “una novela bien difícil, en la que el protagonista es el general mexicano Pantaleón Ordóñez, uno de los generales del general Tomás Arroyo, personaje de la novela Gringo viejo, de Carlos Fuentes”. Y cuando indagué sobre su trascendencia como escritor –obsesión de muchísimos creadores– en vuelo raudo afirmó: “Eso no lo elige uno”.

Sin embargo, podemos estar de acuerdo o no con Miguel Terry Valdespino. Entre más pasan los años se advierte que la obra de este escritor habanero, “nacionalizado” artemiseño, ocupa un lugar de ganado respeto entre los autores contemporáneos.

La propaganda a su alrededor –persistente durante todo el año y mucho más en estos días al dedicársele la Feria del Libro en su provincia– no es en vano, aunque quienes aplauden y lanzan elogios no son siempre los que leen sus cuentos y poemas. ¿Resultado de la euforia o del espectáculo?

Las alabanzas a un escritor son raras y extrañamente sucesivas.

 

PORTADA LA CONGA RUSA

 

Para responder a los homenajes Ediciones Unicornio publicó recientemente el libro La conga rusa, de Terry. Una selección de diez cuentos que reafirman las palabras dichas por otro escritor, Juan José Jordán: “Los personajes de Terry son derrotados, con duras realidades…”.

En La Conga rusa aparecen estos seres tristes que el autor rescata de la miseria, retoca sus historias y las lleva al papel. Eso es posiblemente lo más duro para el escritor y el lector: saber que existen, que están a pocos metros de nosotros… ¿o somos nosotros mismos?

El impredecible final de un hombre que se siente viejo y no tolera que “vendan en su cara los sudores”, los sentimientos divididos de Mashenka entre la admiración y el rencor o el pasado y presente del integrante del taller literario La Vergüenza Vuelve… Son relatos que ascienden –como en las buenas películas– a tonalidades diferentes sin descuidar el ritmo.

Creemos a lo mejor que estamos ante una obra teatral en su conjunto y no en historias independientes. Desentrañar el nexo entre todos los personajes es tarea del lector sagaz. Ojalá se valore, en un futuro cercano, la representación escénica de La conga rusa.

Algo nos dice que su autor sigue enamorado de las tablas y personajes de grandes cargas emocionales. ¿Será su camino definitivo a partir de ahora? ¿Detendría su poesía?

 

Miguel Terry durante la Feria del libro en Artemisa. Abril 2019

Miguel Terry durante la Feria del libro en Artemisa. Abril 2019

 

Casi al final: Se sabe que los mejores obsequios, algunas veces, no vienen en paquetes de brillo. Uno se lamenta de la escasa calidad de impresión. Uno sabe de las carencias, de los retos que se imponen los diseñadores, de lo complicado que sigue siendo publicar en Cuba (y el mundo); y uno conoce todo ello, pero se lamenta que una selección de cuentos como La conga… cuente con tan pobre presencia. También sabemos que leer es un gusto y los gustos rompen barreras. No obstante, el esfuerzo vale.

Por último, cuando le pregunté, ¿a qué responde tanta ambición por la escritura? Otra vez, veloz, respondió:

“Pienso que tengo una manía de escribir incorregible y hasta padezco del mal de la grafomanía (escribir en el aire). Para mí no hay casi nada mejor que las palabras. Entre los tantos cuadros originales que tengo colgados en las paredes de mi casa, debería tener uno donde estén pintadas todas las letras del alfabeto, porque de ese alfabeto me he nutrido como de mi propia madre. Escribo, escribo y escribo”.

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