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“Soy un poeta plenamente martiano”

5 de diciembre de 2017

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Foto: Alexis Rodríguez

 

mexicano (Medium)

 

No vacila el poeta e investigador mexicano Fernando Corona en responder que es “un alma en busca de manifestarse en cuanto espacio tiene, para hacerlo de manera muy discreta y con una inquietud de andar regando sus caminos de poesía y de pensamiento”.

Nacido en Ciudad de México, en 1978, Licenciado en Letras Clásicas y Máster en Letras Latinoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México –centro de estudios donde, luego de graduado, impartía clases–, Fernando Corona visita a Cuba por primera vez.

Autor de una amplia obra, entre sus más de diez libros publicados aparecen poemario como Cantos de silencio, Ángela, Canto sobre la muerte del Menor Sabines, Los trenos de la iglesia de piedra, Letras de sombra, Oscuros laberintos, Amatorio y Huellas de sombra.

Cuenta que su interés por la poesía nació cuando cursaba el último año de sus estudios de bachillerato, época en que comenzó a escribir esos “versos quizás nada más cantarines, sin mucha soltura y maestría, pero ya muestra de que tenía una intención y una voluntad que comenzaron a ser cada vez más imparables”.

Recuerda Fernando Corona que, aunque no existe antecedente en su familia que lo llevara por el camino de la poesía, su abuelo materno, nacido en Jalisco, un hombre con una vivencia múltiple en el campesinado, que casi hablaba en aforismos, marcó, indudablemente, su vida y su posterior ejercicio lírico.

En el prólogo a su poemario Amatorio, Jorge Calvimontes y Calvimontes escribe que “Fernando Corona, poeta antes que todo y, después de todo, poeta, pulsa la vorágine y los estremecimientos del amor, de aquello que siendo patrimonio de la sensibilidad humana solo puede ser cantada por quienes poseen la capacidad de síntesis y la expresividad de la poesía”.

Confirma el escritor que le interesa abordar en su poesía la relación del hombre con su historia, sobre todo personal, y con circunstancias vinculadas con el medio ambiente, un tema que le ha ocupado en los últimos años al igual que a otros escritores de México y de otros países.

“Soy un poeta plenamente martiano –afirma–, mucho más martiano que dariano. Adoro el modernismo y adoro a muchos poetas cubanos, pero me reconozco en Martí. Él es justamente de ese calibre: una forma de devolverse el hombre a su condición de hombre más pleno”.

No solo cultiva Fernando Corona la poesía, sino también otros géneros literarios. En su bibliografía, por ello, es posible encontrar, entre otros títulos, el cuaderno de cuentos El roble, el libro de ensayo Arqueopoéticas: tres cantos primitivos sudamericanos y la edición crítica de Orígenes de la lengua española.

Ha laborado en prestigiosas instituciones mexicanas –como la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Arte– y, actualmente, se desempeña como coordinador del Archivo Histórico del Banco Nacional de México y vicepresidente de la Asociación de Escritores de México.

Esa Asociación –explica– es un frente gremial, marginal y de lucha desde que fue fundada en 1965 –por escritores como Juan Rulfo, Carlos Pellicer, Salvador Novo…–, que hoy, entre otros fines, busca un espacio para el derecho a la cultura de los escritores.

Durante su estancia habanera, Fernando Corona fue invitado de la Tertulia de Arte y Literatura Sol Adentro, conducida por Juanita Conejero, en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, en el Centro Histórico, y conversó con poetas cubanos en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en El Vedado capitalino.

Sería imperdonable, luego de este encuentro que ha girado en torno a un fecundo ejercicio poético de varios años, no conocer cómo define Fernando Corona a la poesía. Elocuente resulta, incuestionablemente, su respuesta.

“La poesía es el lenguaje íntimo del hombre devuelto a su condición más plena, independientemente de la forma que decida emplear. La poesía sería el redescubrimiento; el recordatorio de que tenemos alma, sobre todo para aquellos que han perdido esa certeza”.

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