Salutación del actor Franco Nero

29 de noviembre de 2017

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Luciano Castillo

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Cine, Cuba, Cultura, Italia, Semana de la Cultura Italiana

 

 

Había realizado con el nombre de Frank Nero pequeñas apariciones en el cine, entre estas en Yo la conocía bien (1965), de Antonio Pietrangeli cuando su caracterización del pistolero Django en 1966 en la película homónima de Sergio Corbucci, aportó un personaje a la mitología del Western Spaghetti. Sin embargo, los espectadores cubanos lo descubrimos en Secuestro de una persona, de Gianfranco Mingozzi, como el Lancelot del musical norteamericano Camelot, al lado de la gran actriz británica Vanessa Redgrave, y, especialmente en El día de la violencia, a las órdenes de Damiano Damiani, un título importantísimo en una filmografía de 220 títulos. Para entonces, Franco Sparanero, nacido en San Próspero, Parma, el 23 de noviembre de 1941 figuraba en los créditos como Franco Nero. Como tal fue premiado en 1968 con el premio David di Donatello por su convincente actuación como el joven policía que enfrenta los desmanes de la mafia en un caluroso y polvoriento pueblo siciliano descrito como solo lo podía hacer el novelista Leonardo Sciascia.

Más tarde lo admiramos junto a Catherine Deneuve como el pintor Horacio concebido por el escritor español Benito Pérez Galdós, en la versión fílmica de su novela Tristana, realizada por Luis Buñuel. Lo primero que le advirtió este genial aragonés era que a partir de ese momento, por razones obvias, siempre le llamaría Nero. También en los años setenta el actor sería contratado para El monje, uno de los proyectos inconclusos buñuelianos. Al melodramatismo de La virgen y el gitano, de Christopher Miles, le siguió un resonante exponente del thriller político, tan en boga en el cine europeo de los años sesenta y setenta: Confesión de un comisario al juez de instrucción (1971). En su papel de Traini, Franco Nero enfrentaba a un veterano profesional de la talla de Martin Balsam, sin quedar a la zaga. Su mezcla de apostura y talento posibilitó que cineastas de la talla de Claude Chabrol, Elio Petri, Carlo Lizzani y Marco Bellocchio se disputaran a quien personificó al legendario Rodolfo Valentino en un telefilme.

 

 

Filmes de géneros y repercusión tan disímiles como Los guapos, de Pasquale Squittieri, El delito Matteoti, de Florestano Vancini, Colmillo blanco, de Lucio Fulci, El ciudadano se rebela y El día del cobra dirigidos por Enzo Castellari, Corrupción en el palacio de justicia, de Marcello Alliprandi, La muerte de un fiscal, de Damiani Damiani, Gente de respeto, dirigido por el experimentado Luigi Zampa, La salamandra, del germano Peter Zinner, Campanas rojas, de Serguéi Bondarchuk y Querelle, de Rainer Werner Fassbinder, consolidaron aún más su reputación internacional. Y que conste que apenas mencionamos las películas suyas estrenadas en los cines cubanos, donde adquirió gran popularidad.

Paralelamente, Franco Nero, no ha dejado de apoyar las causas solidarias y progresistas que cuentan siempre con el aliento decisivo de su compañera, Vanessa Redgrave, la más reciente en torno a la emigración de los africanos hacia la tierra de Jauja europea con todos los peligros que entraña.

 

 

Multiplicado en productor y con incursiones como director, este notorio intérprete ahora se apresta a protagonizar la cinta Habana Kyrie, sobre un afamado director de orquesta que busca al hijo que nació y vive en Cuba. Franco Nero, invitado especial de la edición número 20 de la Semana de la Cultura Italiana en Cuba a quien la Cinemateca de Cuba se suma a su tributo con una retrospectiva de su obra, recibió en la tarde del 28 de noviembre en la sala Rubén Martínez Villena, el galardón “Tomás Gutiérrez Alea”, el máximo que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba a prominentes personalidades del cine. Allí recibió un reconocimiento enviado por Abel Prieto, Ministro de Cultura, y más tarde la Cinemateca le entregó un ejemplar del cartel diseñado en Cuba por el célebre Eduardo Muñoz Bachs para el estreno de El día de la violencia, una de las películas preferidas del intérprete.