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Por primera vez en Cuba colectivo de danza mexicano “PEC”

9 de marzo de 2016

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Explorar en la escena expandida y buscar formas de configuración escénica desde las necesidades de los colaboradores —tratando siempre temas de identidad y arte activo—, son algunos de los objetivos que articula cada miembro del Proyecto de Experimentación Coreográfica (PEC), de México, el cual se presentará por primera vez en Cuba los días 23 y 24 de marzo en el Teatro Miramar, de La Habana a las 6 de la tarde.

Dirigido por el bailarín y coreógrafo Bernardo Javier Orellana Zarricueta —quien ha trabajado en Chile, Cuba, España y México como bailarín, coreógrafo y maestro—, el colectivo PEC constituye “una plataforma de intercambio latinoamericano donde se trabaja la identidad de la danza latinoamericana y se ha configurado por distintos artistas según las necesidades del proyecto”.

“La idea nació en Cuba, con estudiantes de la Escuela Nacional de Arte, y se abrió el espacio a otros profesionales de la danza, de México y Chile.

 

¿Cuál es la propuesta de PEC para el público cubano?

 

La obra se titula La Magdalena, es una pieza corta construida al inicio de mi investigación doctoral y pensada desde las lógicas geográficas corporales y de experiencia. Se basa en un texto, Fuegos, de Margarite Yourcenar, una versión feminista de la vida de María Magdalena y es interpretada por la mexicana Lourdes Fernández, bailarina experimentada que cuenta con más de 25 años en escena.

La idea es una colaboración creativa donde la imagen del coreógrafo, desde el significado tradicionalsiempre se mira, se cuestiona y rompe sus fronteras. El director-investigador o creador escénico juega en el montaje con las aportaciones creativas de los participantes del proceso, además, el sustento teórico es fundamental. Por esta razón estuvimos trabajando con la observación de la epistemología del sur y la danza como discurso de resistencia.

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¿Algo así como un canto a las raíces?

 
Sin dudas es la búsqueda de identidad es el tema central de este trabajo, que ha sido tratado como investigación de campo del proceso del doctorado en Historia, teoría y crítica de la Danza que curso. La idea es usar las nuevas tecnologías para la creación de la pieza y pensar el diálogo en línea.
El proceso ha sido a distancia, vía skipe, y se ha convocado, a Mario Carreño de Chile como intérprete-creador en la que bajo la propuesta del director fue creando pequeños ejercicios escénicos que configurarían una obra que sería montada en México e interpretada en ese país por Hugo Molina y en Cuba por Tlathui Maza.
También se convocó al músico Yanier Hecheverría, cubano residente en Francia. Este trabajo es una especie de confesionario estético de los intérpretes-creadores invitados.

 

¿Piensan ya presentarse en otros escenarios?

Estamos trabajando en un montaje sobre la chilena Violeta Parra para el festival José Limón, importante plataforma en México para la danza contemporánea.

 

¿Cómo se llama la obra?

“Cuatro letras tiene el alma, un canto para Violeta” y contamos con la colaboración de 2 actores y 3 bailarines. Esperamos, por supuesto, traerlo a Cuba y que el público de acá pueda disfrutar de esta pieza.

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