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“Pasión, disfrute inmenso, medio para aprender”

16 de agosto de 2017

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“¿Qué es para usted un libro?”. La pregunta no inquieta a la narradora, poeta y periodista Magaly Sánchez Ochoa, quien, con la seguridad de conocer el alcance y trascendencia de tan antiguo instrumento del saber humano, responde que es “una invitación a salir de mis propios límites, un viaje alucinante, un alimento para mi espíritu y mi imaginación”.

Desde muy temprano, siendo apenas una niña, esta escritora, nacida en Holguín, en 1940, considerada hoy una de las voces más representativas de la literatura infanto-juvenil cubana de entre siglos, recuerda que quedó atrapada por la magia de la letra impresa.

“Aprendí a leer —afirma— prácticamente sola. Tomaba un libro y quería saber qué decían aquellas letras, preguntaba a mis mayores por los nombres de las mismas y qué decían las palabras que conformaban. Un buen día comencé a entender lo que me decían. Yo tenía unos cinco años. Y desde entonces no dejé de acercarme a la lectura. Recuerdo que mis padres leían revistas y periódicos. A veces, les prestaban algún libro. No los compraban, no había dinero para eso. Yo los veía leer, y pienso que eso fue decisivo para mi interés por la palabra escrita”.

No resulta difícil imaginar que ese interés por la lectura conduciría a Magaly Sánchez Ochoa tanto a ejercer por décadas el periodismo como a conformar una amplia bibliografía, en verso y en prosa, dirigida al lector adulto y, fundamentalmente, a quienes, en palabras del autor de “La Edad de Oro”, son la esperanza del mundo.

“Leer me llevó a escribir. Qué duda cabe. Yo era muy tímida y solitaria y necesitaba sacar afuera cuanto pensaba y sentía. Comprendí, leyendo, que yo también podía escribir asuntos de mi imaginación, y quizás dárselos a leer a alguien. Por supuesto, no me pasaba por la cabeza escribir un libro, publicar mucho menos. Pero había encontrado una forma de comunicación. Así que seguí escribiendo, conjuntamente amplié mi vida social, hice amigos”.

Sobre otros temas a debate en el mundo contemporáneo, como la definición de la lectura como necesidad o habito, también reflexiona la escritora galardonada, entre otros reconocimientos, con los premios Pinos Nuevos, La Edad de Oro y Especial La Rosa Blanca, este último concedido por la obra de la vida.

“Es una necesidad del ser humano: entretiene, proporciona conocimientos, nos enseña a vivir, a pensar de una manera inteligente y dar respuestas a importantes asuntos de la vida, sus interrogantes. Nos hace viajar por la historia, conocer grandes hombres y mujeres, nutrirnos de las enseñanzas de sus vidas. Profundizar en las raíces sociales y culturales de nuestro propio país. Una página, a veces, nos responde preguntas que nos llevaría años dar con ellas. Y, claro, si leemos asiduamente, esto se convierte en un hábito”.

Resultaría imperdonable no abordar con la autora, entre otros títulos para los pequeños, de la noveleta “Un hada y una maga en el piso de abajo”, otra compleja y sensible problemática que ocupa, y preocupa, al mundo: ¿se lee poco o, simplemente, no se lee?

 

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“Para ofrecer una opinión al respecto, habría que disponer de atendibles investigaciones, encuestas… Hay que recordar que actualmente son más numerosos los hombres y mujeres que trabajan, y agreguemos las tareas propias de los hogares, sociales… Asimismo, los jóvenes, en mayor número que antes, atienden a sus estudios. Sin duda, hay menos tiempo para leer. Pero también han aumentado las ediciones económicas de libros, revistas, periódicos. Las revistas, especializadas o no, ofrecen temas de fácil acceso para la lectura, yo diría que estimulan la capacidad de lectura. Siempre se ha contado con lectores, así como conocemos que infinidad de personas no son amantes de la lectura, pero creo que tanto en Cuba como en el resto del mundo se lee convenientemente. Aspirar a que cada persona en un país determinado sea lo que llamamos un lector apasionado, me parece excesivo”.

Para fortuna de los amantes del libro tal y como hoy se conoce, quien por años se desempeñó como presidenta de la Sección de Literatura para Niños y Jóvenes, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, considera que, a pesar del vertiginoso desarrollo de las nuevas tecnologías, las obras impresas en soporte de papel quizás podrán desaparecer, pero es algo que demorará mucho.

Tal criterio, por supuesto, no significa que Magaly Sánchez Ochoa niegue el uso inteligente de esas nuevas tecnologías, lo cual contribuirá, sin dudas, al noble empeño de incentivar la lectura entre el público no habitual, fundamentalmente entre los niños y los jóvenes.

“Lo primero –concluye— sería tener acceso a esas tecnologías. Entre los recursos que pueden ser puestos en práctica están crear secciones dedicadas a comentar libros para niños y jóvenes, especialmente los clásicos y la buena literatura contemporánea. Asimismo, publicar en lo posible dichos textos. Todo ello contribuirá a incentivar la lectura que, estoy segura, siempre será una pasión, un disfrute inmenso y un medio para aprender”.

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