Pancho Amat: “Tenemos que hacer cultura”

23 de agosto de 2013

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Yoel Lugones Vázquez

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Magda Resik, Música

Espontáneo, franco, jaranero. Estos calificativos, y otros tantos, pueden ser usados para referirnos a quien ha hecho de la música su vida y su pasión. Pero si queremos resumir en una frase a Pancho Amat, Premio Nacional de Música 2010, sin dudas sería la de “cubano ciento por ciento”.
Todo eso lo pudimos comprobar los asistentes al más reciente “Encuentro con…”, espacio de intercambio y debates sobre aspectos importantes de la cultura cubana y que es conducido por la periodista Magda Resik. Como cada jueves, el Pabellón Cuba recibió a varios invitados, amigos músicos, jóvenes interesados en nutrirse de todo el caudal de opiniones e ideas de quien, sobre todo, le interesa, como él mismo apuntara, crear el diálogo y la polémica.
No podía comenzar este intercambio, que auspicia la Asociación Hermanos Saíz, sin referirse a los inicios de Amat, fundador del grupo Manguaré. Así, recordó su infancia caracterizada por ser único hijo, con un padre vendedor de carbón y una madre que ayudaba desde la casa al pequeño negocio familiar.
Jocosamente recordó cómo desde bien pequeño hizo sus primeros intentos musicales con el sonido de unas ollas y cazuelas. Tanto fue su insistencia, durante su periodo de estudiante, que a pesar de que su padre deseaba que fuera médico, se convenció de que su hijo amaba la música, hasta tal punto que en un momento determinado cambió un saco de carbón por un tres (especie de presagio para el futuro de quien se convirtió en el “manejador” por excelencia de este instrumento en la Isla).
“Mi niñez y mi adolescencia – aseveró quien también tocó durante varios años en la popular orquesta de Adalberto Álvarez y su son – me ayudaron a descubrir la música cubana y a no tener prejuicios con ningún género musical”.
Amat evocó las múltiples agrupaciones por las que transitó de joven, recordando incluso la primera donde tocó: un conjunto de guaguancó. Allí – afirmó – fue donde se sentaron las bases también de tocar el tres.
Según el artista, varias son las particularidades que le caracterizan a la hora de interpretar: el juego con el ritmo – que viene de la rumba –; la rapidez apoyada por el punto cubano que tiene en el subconsciente y las características de la zona donde nació, Güira de Melena. Hasta tal punto su “terruño” lo influenció que llegó a afirmar: “Hubiera sido músico de haber nacido en Holguín o en Pinar del Río, pero no hubiera tocado igual”.

Tema obligado del encuentro: el son como género musical. Múltiples fueron las ideas expuestas que versaron sobre esta, tan debatida, sonoridad. He aquí algunas expresadas por Amat: “Tal vez el son sea el género de la música cubana donde más presente está la creatividad del cubano (…) El son es una mezcla de muchas cosas y donde más confluyen elementos foráneos y nacionales (…) Todo parece indicar que el son tiene su centro gravitacional en el Oriente del país (…) El son tiene la virtud de dejarse contaminar para enriquecerse y a la vez contamina”.
En fin, para Pancho el son representa esa característica del que vive en esta Isla, y que es nuestro denominador común: nuestra identidad, nuestra cubanía; sin embargo, cada cubano es un mundo – afirmó el músico – y eso nos fortalece y nos enriquece.
Preocupado en la actualidad no por la fuerza de un determinado género musical – todos deben tener cabido en el panorama sonoro de la Isla –, sino porque exista una involución cultural, para Pancho Amat cada música tiene su público; lo que nunca debe hacerse es marginar ningún estilo. “Tenemos que hacer cultura”, sentenció.