“No te me estreses, Cristóbal”: un viaje a la semilla

13 de febrero de 2018

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Estrella Díaz

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Artes plásticas, Cuba, Cultura, Exposición, Luces y Sombras

Fotos: Alexis Rodríguez

 

 

Hasta el 24 de febrero próximo en la Casa Carmen Montilla, en la parte antigua de la ciudad, se exhibe la exposición No te me estreses, Cristóbal, del destacado grabador y pintor cubano Eduardo Abela, artista que con esta muestra homenajea de Habana Radio en su Aniversario 19.

La exposición incluye 10 piezas, que sin ser esculturas, tienen la singularidad de ser obras, aunque bidimensionales, ensambladas y que constituyen un urgente llamado de alerta a todos los que poblamos “la capital de todos los cubanos”.

En conversación exclusiva con el espacio Luces y sombras de Habana Radio (jueves de 7:00 p.m. a 7:30 p.m.), Abela se refirió a varios temas relacionados con No te me estreses, Cristóbal.

“Es una exposición dedicada a La Habana, a la Villa de San Cristóbal, y tiene que ver con todas las problemáticas que se enfrentan hoy, es decir la gente que no cuida la ciudad, que no la quiere, las personas que no tienen sentido de pertenencia, los que vierten basura en la calle o en cualquier parte, que grita, que pone la música muy alta, los que agreden la arquitectura, en fin, todas las malas costumbres que hoy en día abundan y prevalecen en la ciudad. Metafóricamente, son los problemas y las situaciones que tiene que enfrentar Cristóbal para resistir en el tiempo.

 

¿El hilo conductor de la muestra será un llamado a la cordura?

 

 

Ante todo soy habanero —hijo de habanero y nieto de habanero— y siento que es una deuda personal porque me duele mucho la indolencia, la indisciplina. Cantantes, músicos y trovadores les han dedicado temas a La Habana y yo quería hacer, desde mi posición de artista de la plástica, una exposición con estas características para sentir que saldo una deuda con mi ciudad.

 

Luego de tanto esfuerzo, ¿cuán satisfecho estas?

Nunca estoy satisfecho y tengo el síndrome de la inconformidad: en el momento que realizo la obra puede que me parezca buena, pero a los dos días empiezo a encontrarle errores. Sin embargo, ver el resultado final de varios meses de trabajo sí lo disfruto, aunque siempre creo que se puede mejorar.

No te me estreses, Cristóbal está concebida a partir de ensamblajes, que es un medio en que, por lo general, no me muevo; en ese sentido estoy acostumbrado a trabajar sobre soportes más convencionales, pero siempre creo que se puede hacer más. Sinceramente estoy contento con lo realizado. Quizás, dentro de un mes no tenga esa misma sensación, pero por el momento agradezco al equipo de trabajo que me acompañó en esta hermosa aventura, que son: Ioanna Bravo, Ernesto Rancaño, Ramsés de Piña, Leonel Abreu, Manolo Sampayo, Damián Barrosos, Oribel Rodríguez, Yunior Blanco, Claudio Abela, Leydi, Rafa, Yoindra, Eduard, Daniela, Luna, Fermín, El Tuto e Ismael. A todos ellos ¡gracias mil!

 

 

Una parte de tu obra se enfoca en obra objetual, pero con esta exposición te has inclinado, casi, hacia lo escultórico, ¿por qué? 

Efectivamente he trabajado mucho la obra objetual, pero a pequeña escala. En esta ocasión sentí la necesidad de abrirme a formatos más grandes. En esta muestra –a pesar de que son ensamblajes– se basa en  obras bidimensionales y siento que retorné a mis orígenes de grabador. Utilicé la técnica de la xilografía y con eso quise evocar mis inicios, mis comienzos, y es que soy graduado de la Academia de Artes de San Alejandro en la especialidad de grabado, pero la vida me ha llevado, en los últimos años, hacia la pintura. Esta muestra es como un viaje a la semilla.

 

Pero esta exposición no es de grabado sino que el taco de madera viene a ser un pretexto…

Exacto. La xilografía parte de una matriz, que es el taco de madera, por lo tanto no me estoy refiriendo a impresiones múltiples sino que el taco se convierte en obra única. En la muestra ensamblo, armo, varios tacos y todo se convierte en una especie de juego de Lego, es decir, el resultado es una obra única.

 

Háblame un poco de la pieza que da título a la expo: “No te me estreses, Cristóbal”.

La frase: “no te me estreses”, la escucho con mucha frecuencia cuando hay un problema y ahora la utilizo como pretexto, como un reclamo. Se trata de una ironía, quizás, en tono gracioso, pero es algo muy serio. Toda la muestra está tratada a partir del humor, pero realmente los asuntos que se tocan son muy graves. Esta pieza incluye un montón de desechos que la gente arroja al mar –pomos de plástico, latas, comida, envases, peines, juguetes, zapatos, ¡de todo!– y fueron recogidos del agua.

 

 

San Cristóbal está cruzando la bahía con el niño en hombros y se encuentra con una gran nata de desechos que tiene que sortear: esa es la historia y la metáfora.

 

“La toma de La Habana”, es otra de las piezas  fundamentales de la expo.

Es una conga que arrastra, que se lleva, a uno de los emblemáticos leones del prado habanero. La gente que conforma la conga, que va muy relajada y tranquilamente bailando, se lleva al león, aun cuando es el rey de la selva y una figura imponente. La conga remolca al león, a pesar de estar  rugiendo.

 

 

También hay tres piezas que, tal vez, puedan considerarse una trilogía porque tocan un tema muy sensible en el mundo y en la ciudad de La Habana: el agua, o más bien la falta de ella.

 

 

“Asistencia para Alberar”, es un homenaje a ese gran hombre de la ingeniería cubana que concibió el acueducto de La Habana, que aún hoy presta servicio a la ciudad. Desde niño, cuando iba a algunas casas, me llamaba la atención que se les ponía a los difuntos un vaso de agua. Mi madre me explicaba que se trataba de una asistencia que se le colocaba a los fallecidos como recordatorio, como homenaje. Me pareció interesante ponerle una asistencia al hombre que nos dio el acueducto, considerado una de las siete maravillas de la ingeniería cubana: colocarle a Alberar un vaso de agua –debajo de su foto que va incrustada sobre una canistra de plástico– es un poco irónico porque hablo del almacenamiento. Las demás interpretaciones, las pone el espectador.

 

 

 

Las otras dos piezas de esa trilogía también se acercan al tema del agua: una de ellas es como una apropiación –“Aguas de La Habana”– que viene del constructivismo y en la que empleo la palabra, como es común en toda mi obra. La otra pieza, se apoya en las nuevas tecnologías y son imágenes tomadas recientemente en distintos puntos de la ciudad. En ellas aparecen salideros por doquier y personas pasando mucho trabajo para almacenar agua.  Esas imágenes en movimiento están ‘encerradas’ dentro de un tanque plástico, muy usado para guardar agua.

 

 

En “Infanta y San Lázaro” coloco frente al timón de un bicitaxi a San Lázaro, que pedaleando y lleno de espinas, mueve por la ciudad a dos personajes, que pueden relacionarse con “Las meninas de Velázquez”, mientras que “Domingo en el parque de la Wi fi”, también es un rejuego con uno de los iconos del arte universal, pero traídos a nuestro contexto. Esta es la única pieza de la muestra que incluye pintura.

 

 

“Fantasía urbana” recrea a una mujer que desde lo alto de su barbacoa apuntalada, contempla indiferente la ciudad, mientras que “La India Entretainment Travel Tours” nos devuelve a uno de los símbolos de la ciudad –La fuente de la India, rodeada de sus legendarios delfines–, pero emplazada sobre un coche antiguo, esos que aún hoy circulan por toda la ciudad y que son altamente cotizados por los que nos visitan.

 

 

El humor es algo consustancial a tu obra, ¿por qué?

El humor es una de las herramientas más eficaces para criticar. Fíjate si es así, que la gente prefiere una crítica en serio a que se la hagan riendo. Cuando la crítica viene desde el humor, la gente suele sentirse agredida. El humor tiene una fuerza tremenda y a través de él se puede llegar con más facilidad y eficacia a determinados temas. Cuando con humor y con inteligencia se critica y se señalan determinadas actitudes, es más factible y tiene, quizás, mayor impacto que si se hace una crítica mordaz. Por otro lado, el humor es consustancial a mi vida y creo que todo lo que hago parte de ahí: es como un reflejo de mí mismo y, en definitiva, la obra casi siempre es reflejo de la vida del artista.

 

 

Hace un tiempo que no haces grabado, ¿hay posibilidades de que, en breve, retomes la especialidad?

En algún momento quiero regresar al grabado, incluso, estoy pensando en una exposición que nazca en el propio Taller Experimental de Gráfica de La Habana, institución en la que di mis primeros pasos como artista en los años ochenta. Quiero retomar la vida del taller y comenzar, primero,  a hacer grabados. Luego veremos.

 

 

 

Soy un artista que se toma su tiempo entre una exposición y otra. Creo que cada muestra tiene que ser diferente, en primer lugar, porque el público cubano es muy exigente y si vas a mostrar lo que pintas todos los días, cansas a la gente. Para mí no tiene sentido hacer una exposición anual con una producción similar. Cada muestra tiene que ser como una tesis de grado, es decir, es un trabajo que lleva una investigación con una temática distinta e incluso con nuevos soportes, con nuevas técnicas.

 

¿2018?

Lo visualizo con mucho trabajo.