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Miguel Barnet: “El miedo no es cubano”

4 de abril de 2022

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Por Daniel Benítez y Francisco Delgado

 

Magda conduciendo el espacio junto a Barnet en Casa Leal_copy_800x600

 

Como mismo aquella idea armoniosa y laboriosa de José Martí de que no pueden hacerse grandes cosas sin grandes amigos, el encuentro de dos generaciones de cubanos en la Casa Eusebio Leal Spengler en el Centro Histórico habanero identificó el sentimiento de una hidalguía futura como el compromiso a la más sagrada de las necesidades humanas: la sabiduría.
En este espacio de la Oficina del Historiador de la Ciudad se dieron cita varios de los jóvenes que se preparan para el relevo futuro de los desafiantes caminos de esta institución, junto al intelectual cubano, Presidente de Honor de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba (UNEAC) y la Fundación Fernando Ortiz, el etnólogo, escritor y poeta, Miguel Barnet.
Estuvieron presentes en este encuentro intimista generacional la Directora Adjunta de la Oficina del Historiador, Perla Rosales y la Directora de Comunicación de la institución y Vice-Presidenta de la UNEAC, Magda Resik.
En las palabras de presentación, Magda Resik destacó la trayectoria de la obra de Barnet, significando: “Nos encontramos en presencia de uno de los grandes cultores del pensamiento intelectual y artístico que ha trascendido al universo de la cultura por sus grandes aportes etnológicos ofrecidos en textos como Biografía de un Cimarrón. Este último traducido al mundo de las letras en varios idiomas y con una valoración de varios de los procesos etnográficos ocurridos en el país que suman aportes imprescindibles a las páginas del relato de lo cubano.
En ello precisó: “Barnet, es uno de los escritores más conocidos de su tiempo. Precisamente por esa capacidad impresionante que lo caracteriza de poder viajar en el tiempo a través de varias nociones ontológicas de la existencia y la experiencia vivencial con la intelectualidad de su época”.

 

Jóvenes en Encuentro con Barnet en Casa Leal _copy_800x600
Resik, se refirió a que Eusebio Leal siempre insistió en que la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) estuviera dirigida por Miguel Barnet, no solo por la gran admiración personal que sentía hacia él, sino porque sabía que era el escritor cubano de ese momento con más peso. En ese sentido, dijo: “Leal siempre defendió a Miguel Barnet, porque defender a Barnet era defender lo mejor de la cultura cubana”.
Recordó también la Directora de Comunicación sus primeros pasos por el periodismo en Cuba, cuando llegó a la Redacción de Juventud Rebelde con su entrevista dedicada a Barnet, en la cual había quedado impresionada por una de sus frases: “Soy un escritor impuro”.
Una idea que permitió entonces colocar en la mesa de los pretextos y las interrogantes de los más jóvenes actores de la Oficina del Historiador, cuántas anécdotas, historia, experiencia y madurez reflexiva de este intelectual se podía conocer en este diálogo apasionado y sincero.
Fue entonces este momento ideal para que Barnet, comenzará hablar de sus vivencias cuando aún era muy joven con el más destacado gestor cultural del patrimonio, Fernando Ortiz, a quien le debe esos primeros pasos por la búsqueda de ese gran motivo antropológico que resulta lo cubano.
El más notable estudioso de la obra de Don Ortiz, dejó claro, la posibilidad de haber podido conocer también al Historiador de la Ciudad, Dr. Eusebio Leal Spengler y a Emilio Roig de Leuchsenring. Ellos en su conjunto pensaron las tantas miradas contradictorias y necesarias que validaron la obra El sol del mundo moral.
Aquí resaltó el concepto de la isla desde el punto de vista cultural, que resultó ser un tanto parcial, pero al mismo tiempo, glorificador en materia de pasiones y cualidades morales. Lo que le permitió como analogía la relación entre Emilio Roig y Fernando Ortiz, y en ese mismo vínculo que se forjó entre Eusebio Leal y él. Sobre Fernando Ortiz, afirmó: “Lo que lo distinguió de sus predecesores y lo consagró, fue haber sido el primero en acercarse, sin prejuicios y con rigor, a estudiar la esencia de la cultura cubana”.
En este sentido, le concedió importancia al hecho de salvar a nuestra cultura en sus más diversos entornos y nichos de la memoria y también a interpretar las ciencias sociales, considerando las tendencias del positivismo y el neopositivismo, y sobre todo, entendiendo la dimensión de lo que el propio Eusebio Leal pudo lograr con este proyecto de la Oficina del Historiador como el hecho mismo de una suerte de metáfora entendida como una “Gran República”.
Un axioma literario que tomó como inspiración la idea gestada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz cuando emprendió en el Segundo Frente Oriental, creando una red colaborativa de instituciones al servicio de los habitantes. Asistiendo a este principio, Barnet, dijo: “Eusebio siguió ese mismo ejemplo y lo logró como estado ideal del ser”.
Por otra parte, agradeció a Perla Rosales, a quien dijo haber encontrado como una Perla en su camino para hacer posible confirmar el sueño de Leal, que estuviese la sede de la Fundación Fernando Ortiz en el Centro Histórico.
Asistiendo a este proyecto distinguido para la continuidad del estudio de la obra y la acción práctica del antropólogo cubano, Barnet, evaluó de fundamental poder trazar un mapa cartográfico que se convierta en referente esencial para el análisis de la cultura popular y de las distintas etnias que se situaron al interior del país. Llamando a la colaboración de geógrafos, antropólogos e historiadores.
Mientras Barnet celebraba el nuevo Código de la Familia, al que luego llamaría el más avanzado del mundo, ratificó la idea de que estos progresos solo eran posibles por la labor de hombres de ciencia y sociedad como mismo Leal, Roig y Fernando Ortiz.
Ante varias de las preguntas realizadas por los jóvenes de la Oficina del Historiador, el etnólogo cubano ratificó su respeto y amistad por Eusebio Leal, a quien consideró, un hombre de extraordinaria luz irrepetible, discernido por el sacrificio, y con una capacidad para admirar las más exigentes apreciaciones del arte universal, la arquitectura y la historia, como mismo la oratoria y el ejercicio de la memoria.
Defendiendo este punto de vista cercano a la amistad con el Historiador de la ciudad de La Habana aseveró: “Eusebio es un ser único, gracias a su hidalguía creativa, y su gesto hermenéutico tenemos vivo el patrimonio”. Y seguidamente recordó, aquel discurso memorable ofrecido en el aniversario 500 de la antiquísima villa de Baracoa.
La directora Perla Rosales, le contó a Barnet que Eusebio Leal disfrutaba mostrarles a todos a su alrededor los resultados de la composición de su ADN. “Parte negro y parte indígena, Leal solía usar su propia genética para mostrar que en Cuba solo había una raza, y que no podía hablarse de diferencias raciales entre cubanos”.

 

Los jovenes y Barnet en la entrada de la casa Leal_copy_800x600
Interesante resultó el hecho de su testimonio como joven revolucionario y de aquella proverbial sentencia que le dijera a Fidel Castro: “Comandante, yo no me quedé, me fui quedando”.
Fue este el motivo más sustancial para atraer a los sentimientos más patrióticos en los jóvenes, llevándolos a la valoración de que sean ellos mismos, y no como quieran que sean. Siempre descubriéndose en ese océano infinito del ejemplo, la constancia y el deseo de optar por un modelo de emancipación social como lo es Cuba.
Maidolys Iglesias, socióloga y especialista en el Plan Maestro, fue una de las jóvenes en dirigirse a Barnet con la pregunta sobre cómo lo marcó el eterno historiador de Ciudad de La Habana.
“Lo que más admiré de Leal fue su espíritu de sacrificio, dijo Barnet, con visible emoción. En sus palabras, Leal tenía el genio para haber dejado una obra mucho más voluminosa y variada, a pesar del enorme mérito de todo lo que creó, la gran obra de su vida fue la preservación del Centro Histórico de La Habana”.
“Leal siempre fue un erudito, nunca un diletante, y yo tengo la modestia de reconocer que no me podía medir con él. De Leal era admirable su capacidad de trabajo y su intelecto. Para mí fue un privilegio haber sido amigo de Eusebio, y fue el honor de ambos, haber estado cerca por tanto tiempo de Fidel Castro Ruz”.
El joven Arsenio Manuel Sánchez Pantoja, Coordinador de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, le preguntó sobre sus recuerdos de esos últimos instantes de Fernando Ortiz.
Barnet describió a Fernando Ortiz como un hombre de izquierdas y agnóstico, aunque se acercó a la religión y a la sociedad desde la posición incorruptible de la ciencia. Barnet recuerda su incredulidad al escuchar de su muerte, le parecía imposible que un talento como aquel pudiera desaparecer, afirmó el intelectual.

 

Conversa Barnet con Perla y Magda a la entrega del libro en Casa Leal _copy_800x600
Su mayor contribución en la honra de este gran etnólogo cubano fue la de contactar con Alfredo Guevara y Antonio Núñez Jiménez, para que, se le honrara su memoria en el Instituto de Literatura y Lingüística.
Refiriéndose a los tiempos anteriores a la Revolución, Barnet dijo que como miembro de la Asociación de Jóvenes Revolucionarios (AJR) sería propicio contar en otro encuentro algunas de sus historias de la clandestinidad como lo sugiere esta fecha del 4 abril, cuando se cumplen 60 años de la Unión de Jóvenes Socialistas (UJC).
Mientras, el joven Ariel Gil Gómez, responsable de la Casa Eusebio Leal Spengler, le interesó saber cuál debería ser la caja de resonancia de los actuales jóvenes atendiendo a la circunstancia histórica de Cuba.
Barnet sonrió y le contestó con palabras forjadas en la Historia: “Sé cómo eres, y no como otros quieren que seas”, dijo, parafraseando al poeta Píndaro. Y seguidamente precisó: “Los jóvenes tienen que vivir y pensar por sí mismos, tienen que aceptarse a sí mismos por quienes son, pero deben estar conscientes del privilegio que tienen al vivir en la Revolución, de no haber vivido en los años de la dictadura batistiana, del capitalismo brutal que hubo en la isla y que se mantiene en el mundo”.
El encuentro fue sellado con una anécdota privilegiada para aquellos que con asombro seguían andando y descubriendo la vida de un ser tocado por la gracia del saber y el don de la simpatía.
A Barnet, le gustó mucho concluir este encuentro en la Casa Leal con la idea expresada en una entrevista reciente cuando reconociera: “Si pasamos una crisis de octubre, y una invasión de Girón, no hay más que temer. El miedo no es cubano”.

 

Barnet dedica el libro de su autoria a Perla Rosales_copy_800x600
Ya a las puertas de la entrada al inmueble de la calle Amargura, compartió ante el adiós infinito, uno de sus poemas escritos en el libro Una botella en el mar titulado “Empujando un país”. Este último escuchado en su propia voz venía a ser una suerte de proclama de un cubano que se aferra como valor a los sueños del mañana.
Con esta misma dedicatoria y un abrazo agradecido, obsequió a Perla Rosales, este libro de su autoría.

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