Martha Rojas: “Periodismo es vivir los hechos”
29 de julio de 2016
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Martha Rojas no pensó inicialmente estudiar Periodismo, hasta que el pragmatismo de la decisión entre una matrícula de Medicina en 60 pesos, o una de Periodismo en 6, la hizo inclinarse hacia la última, y fue así como el sueño de ser cirujana tomó otro rumbo, porque – si apelamos al karma, o a la conspiración del Universo, pero sobre todo a la causalidad histórica –, Martha tenía que contar los sucesos del Moncada.
“Durante la secundaria, le hacía cartas a mis amigos tanto hembras como varones, para que se las dieran a sus noviecitos y eso. Es la experiencia más próxima que tengo de la escritura”, relató la novelista durante su comparecencia de más de dos horas este jueves en el espacio “Encuentro con…”, conducido por la periodista Magda Resik en el Pabellón Cuba.
Amén los varios diálogos entre ambas, el reencuentro con Martha siempre es un viaje a sus vivencias con la nitidez de un filme; vivencias que han acompañado toda la épica revolucionaria hasta nuestros días, y que la también corresponsal de guerra en Vietnam trasmite con precisión y detalle. “Para mí un periodista nunca puede ver algo de forma indiferente; para mí todo es importante, nunca dejaría de observar a las personas ni a los hechos. Periodismo es vivir y ver las cosas”, asevera.
Por eso aquella joven estudiante santiaguera, nieta de un gallego y una negra, no lo pensó dos veces cuando le dijeron que Benny Moré iba a ofrecer un concierto, la noche antes de un examen de premio al cual optaban ella y otra compañera. El premio era una beca, de un año, a París: “Reuní a unos amigos y me fui, porque nunca había visto a Benny Moré en persona, y sí, no saqué 100 en el examen, pero tenía una historia que contar”.
La historia que marcaría el resto de su carrera llegó la tarde-noche del 25 de julio de 1953 cuando un fotógrafo al cual nombraban Panchito, entonces corresponsal de “Bohemia”, le propuso acompañarlo en su fotorreportaje del carnaval y allí estaba, en la calle, haciendo crónicas de la festividad cuando escuchó los disparos del asalto al Cuartel Moncada, que inicialmente se confundieron con la fiesta.
“Y entonces comenzó todo el revuelo”, relata Martha intentando resumir lo que fueron largas jornadas de registro de información para la elaboración de un gran reportaje, porque cuando llevó el material inicialmente a “Bohemia”, ya en la revista habían puesto un censor y no se podía publicar. El entonces director, Enrique de la Osa, le dijo que ampliara su reportaje y saldría a la luz cuando se levantara la censura.
Fue así como Martha se sumergió en lo que un magistrado le dijo que iba a ser “el juicio más grande de la historia”. “Llegaba a casa todas las noches y escribía, disciplinadamente, todo lo que sucedía durante el día, no como un reporte, sino como si estuviese contando una historia, porque tenía la esperanza de que me lo publicaran cuando se levantase la censura”, narró.
Esa determinación le vino de su madre, quien le insistía: “nunca se dice no puedo, sino se intenta”, y ese ha sido un principio durante toda su vida.
Fue así como logró entrar al corpus de los 25 periodistas acreditados para cubrir los juicios del Moncada sin haber comenzado a trabajar oficialmente, y fue así como conoció a Fidel. Martha, como señalara Resik – la anfitriona del “Encuentro con…” –, “ha visto crecer a Fidel”, quien el próximo 13 de agosto arribará a las nueve décadas.
“Cuando se abre la puerta de la sala entra un hombre elegantemente vestido con un pantalón negro, con un rostro altivo, que levanta las manos, choca las muñecas haciendo sonar las cadenas y dice: ¡No se puede juzgar a un hombre esposado! Entonces todos nos quedamos perplejos, hasta los magistrados, tanto que ellos mismos decidieron quitarles las esposas a todos los acusados. Luego dijo: ¡Solicito en mi condición de abogado, asumir mi propia defensa! Ese es el hombre que va a cumplir noventa años”, evoca Martha, quien tuvo el privilegio de estar entre los seis periodistas que fungían como público cuando Fidel pronunció su histórico alegato “La Historia me absolverá”.
“Tengo como único público a seis periodistas en cuyos órganos de prensa no podrán publicar nada” – cuenta Martha –; el resto eran soldados. “Cuando terminó, los soldados lo miraban anonadados, y para que vean la visión estratégica de Fidel, al concluir, se vira hacia ellos y les dice: Gracias por la atención que me están prestando, ojalá tenga aquí un ejército entero”.
Fue un encuentro con Martha Rojas donde quedó pendiente el diálogo sobre su prolijo quehacer literario, entre tantas memorias que una tarde no podría resumir. Sin embargo, tantas décadas después, aquella joven se trasluce en la periodista jocosa y vital que compartió grandes fragmentos de su vida, ante un auditorio que pareciese asistir a la más envolvente de las películas.
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