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“Lo importante es si el libro, en el futuro, será leído”

23 de junio de 2017

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La lectura se ha convertido, en el mundo contemporáneo, en tema de constante debate. ¿Se lee hoy menos que en épocas pasadas? ¿Influyen, positiva o negativamente, las nuevas tecnologías en la lectura? ¿Desaparecerá el libro en soporte de papel?

He ahí algunas de las interrogantes que hoy preocupan –y ocupan– a millones de personas de todo el plante quienes, por razones diversas, se encuentran vinculadas a ese antiguo instrumento de conocimiento y placer que, desde hace siglos, es el libro.

El narrador y traductor Julio Travieso Serrano (La Habana, 1940), uno de los más conocidos y reconocidos intelectuales cubanos de entre siglos, ha accedido ahora a conversar sobre la lectura, “algo –confiesa– que me produce satisfacción, una forma de conocer el mundo y lo que piensan otros”.

 

 

¿Recuerda en qué momento comenzó su interés por la lectura?

 

Como casi todos los niños, me entusiasmé con la lectura de los “muñequitos”, que llegaban con la prensa y tenían una excelente factura de impresión. Sus personajes eran Bob Rogers, Flash Gordon, Brick Bradfor, Superman, el Llanero Solitario. Siempre se dice que tras ese tipo de historias se esconde un mensaje subliminal que provoca en el lector la admiración por el mundo de donde proceden, es decir, Estados Unidos. No sé si es así con todos, pero en mí lo que provocó fue el interés y gusto por la lectura de sus hazañas. Por cierto, aquellos “muñequitos” venían en el periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular. Añádasele las aventuras trasmitidas por la radio: Tamakún, Los tres Villalobos. Del interés por tales aventuras, al interés por otras semejantes en los libros, no hay más que un paso. Entonces llegaron Salgari, Sandokan, Yañez, el León de Damasco, el Corsario Negro. Luego que te adentras en ese mundo ya estás “enganchado”, y sigues con Los Mosqueteros, El Conde de Montecristo, Rocambole, continúas con Julio Verne, descubres a Sherlock Holmes. Para entonces, ya eres un vicioso que pasará, más adelante, por Hugo, Balzac, Hemingway y toda la literatura posible. No puedo olvidar que mi madre me consiguió los libros hasta que yo pude adquirirlos por mi cuenta y siempre me incitó a leer.

 

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Autor de una amplia obra narrativa, en la bibliografía de Travieso Serrano aparecen, entre otros títulos, el libro de cuentos Días de guerra, Premio del Concurso de la Editorial Granma, y la novela El polvo y el oro, Premio Razón de Ser, Premio Mazatlán de Literatura de México, Premio de la Crítica Literaria y finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela.


¿En qué medida su interés por la lectura influyó en el desarrollo de su obra como escritor?

 

Son dos cosas diferentes. Siempre me gustó la lectura, lo cual no significa que te vayas a convertir en escritor. En algún momento quise trasladar al papel algunas cosas que me habían sucedido. Lo hice y comencé a ser escritor. Entonces, vi que necesitaba leer obras imprescindibles en este oficio y, sobre todo, estar al día de lo que se publicaba. Eso me llevó a leer más.

 

 

Si la lectura puede considerarse un hábito o, por el contrario, es una necesidad de enriquecimiento personal del ser humano, es otro de esos temas controversiales que se discuten en el mundo actual. He aquí la opinión que el asunto le merece a Travieso Serrano:

 

Es un hábito, como cualquier otro, aunque muy beneficioso porque, aparte del conocimiento que nos da, nos puede hacer reflexionar sobre los problemas que nos rodean, y no hablemos del placer que nos produce. No es, necesariamente, una necesidad intrínseca. Hay miles de personas que no leen un libro en toda su vida y no son analfabetas. En el Medioevo apenas se leía y hasta el siglo XX la lectura no se extendió por todo el mundo.

 

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Coincide usted con el criterio generalizado de que, en la actualidad, no se lee ni en Cuba ni en el mundo.

 

No poseo estadísticas que confirmen una opinión u otra. ¿Cuál es el promedio anual de libros que lee un cubano? Conozco ese promedio en países europeos (que no es alto), pero el de Cuba no lo sé. ¿Pero, de qué lectura estamos hablando? ¿De literatura, ciencias sociales, entretenimiento, prensa? ¿En formato papel o digital? Asumo que hablamos de literatura en formato papel. Solo puedo tener una impresión a partir de lo que sucede en el mundo que me rodea. Esa impresión me muestra a personas ensimismadas mirando (¿”leyendo”?) su “tablet”. Por lo general no están frente a un libro digital, sino jugando a algo o enviando o recibiendo mensajes. En las conversaciones de esa gente no está presente la literatura. No tomemos solo a Cuba. No hace mucho estuve en Nueva York, impartiendo un curso en una universidad. Cada vez que tomaba el metro, me fijaba en los pasajeros. Salvo muy raras excepciones, nadie tenía un libro en las manos (algo muy frecuente años atrás), ni siquiera un periódico. Todos estaban concentrados en sus celulares y “tablets”. Hablamos de miles de personas. Las librerías desaparecen. Amigos míos libreros extranjeros se quejan de que sus ventas han caído (cierto que se puede comprar libros en Amazon). Soy de la opinión de que la literatura interesa cada vez menos a las grandes masas y quedará para una minoría ilustrada, fenómeno nada nuevo en la civilización. Estamos en una nueva era, la del espectáculo, y la literatura no es un espectáculo.

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Otra preocupación que se manifiesta habitualmente es cómo interesar en la lectura, a través de las nuevas tecnologías, a los lectores potenciales, fundamentalmente a los jóvenes. El también traductor del ruso al español de varias obras de Mijail Bulgákov, reflexiona al respecto:

 

No soy especialista en las nuevas tecnologías. Si se trata de interesar, en general, pues abriendo un camino por el cual se aproximen a la lectura y sean atrapados por ella. Eso significa publicar libros que produzcan placer y entretenimiento y no den “teque” y aburrimiento. Poniendo esos libros al alcance de la mano, algo que no ocurre hoy. Por ejemplo, ¿cuántas librerías tenemos en La Habana, una ciudad de dos millones de habitantes? Interesando también a los maestros que pueden entusiasmar a sus alumnos. Finalmente, dándole a los escritores más espacio en los medios, de los cuales casi han desaparecido.

 

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Hablando de las nuevas tecnologías, una última pregunta: ¿piensa que el libro, en soporte de papel, va a morir?

 

No totalmente. Quedará como una reliquia, objeto de colección, para algunos. Será un proceso muy lento, pero imparable. Lo que se dice de que “me gusta oler, tocar el libro”, no cuenta para los niños de hoy que, antes que un libro, tienen en sus manos un “tablet”, una computadora. Sucederá lo mismo que con los libros hechos por los copistas antes de la invención de la imprenta. Lo importante no es si se mantiene el libro en papel. Visto con objetividad, es más fácil y cómodo el libro en soporte digital. Lo importante es si ese libro, sea cual sea la forma en que se presente, será leído.

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