Las castañuelas y el tambor de Irene Rodríguez
14 de octubre de 2013
| |Este domingo 13 de octubre continuaron las actividades por la Jornada de la Cultura Cubana en el Pabellón Cuba, organizadas por la Asociación Hermanos Saíz, que también por estos días estará de Congreso. Dentro de estas iniciativas se realizó el espacio Encuentro con…, conducido por la periodista Magda Resik y que en esta ocasión dialogó con Irene Rodríguez, directora de la compañía que lleva su nombre.

Irene Rodríguez junto a la periodista Magda Resik / Fotos Cortesía Audiovisuales Oficina del Historiador
Irene Rodríguez es bailarina y no bailaora. Tiende a confundir tal idea, lo sé; pero la explicación está en su estilo, su forma y la manera de “entender” la danza. En Irene, las apariencias engañan. La fragilidad aparente de su persona no tiene nada que ver con “la fuerza” que sube al escenario. Es allí donde la Rodríguez taconea, desborda pasión en las tablas, “en arco el brazo levanta y mueve despacio el pie ardiente”.
Conocerla es fácil. Nada parece oculto en ella. Así se pudo constatar en esta conversación caracterizada por preguntas hábiles. Vinculada desde pequeña al mundo del arte, Irene relató sus primeras vivencias y los retos que poco a poco fueron imponiéndose en su formación. Cuánto vale saber que el resultado de su arte no es regalía fácil y sencilla, y que para ello sorteó obstáculos, los que la hicieron un fortín artístico.
Interpelada sobre las características esenciales de su baile, Irene fue inmediata al expresar: “Nosotros como país colonizado tenemos nuestra manera de interpretar la danza española. Ya hoy -estoy completamente segura- se puede hablar de la Escuela de Danza Española en Cuba”.
Dice “nosotros” y no “yo”. Y observar la forma tan serena con que esta mujer -aparentemente frágil- expone sus ideas, te obliga a escucharla, aunque algo te vaya diciendo que la plática “se mueve”, gira.
El diálogo cada vez se centra en preguntas directas. Ahora Irene responde sin medias tintas sobre importantes temas: “Carecemos de grandes coreógrafos en la danza española”. Aborda el asunto, se enfrenta a él, detalla sus razones y propone soluciones.
Otra pregunta directa busca indagar en su faceta como directora de una compañía: “Trato de ser justa, lo más justa posible (…) Soy extremadamente exigente, muy exigente”.
Otras afirmaciones fueron impactantes. A preguntas como “¿Qué es para ti la danza?” y “¿Cuánto está Cuba en ti?”, ella responde: “La danza es mi manera de vivir. Mi sueño más grande (…). Trato de plasmar en mis obras la cubanía en todo su esplendor. Mi raíz es lo que soy”.
Todo termina y un aplauso pone fin a la cita. Irene, vestida de rojo y blanco, lista para una representación, agradece el espacio. “La boca abierta provoca”. Terminan los giros y todo pareciera que Irene Rodríguez bailaba mientras se dirigía a los allí presentes. Creo que sí lo hizo. Es más, estoy completamente seguro que Irene bailó.
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Irene ante todo mis saludos y mi eterno agradecimiento por todo lo que haces y de la manera que lo haces. Mi pregunta es si tienes pensado abrir alguna escuela taller para niñas y niños que le gusta el baile flamenco, y que tienen conocimientos del mismo. Saludos y que la suerte te siga acompañando.