La voluntad naturalista de Suecia y Cuba
19 de noviembre de 2018
| |Fotos: Alexis Rodríguez
El Excelentísimo Señor Jonas Lovén, Embajador de Suecia en Cuba, junto al Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, rindieron honores a Carlos Linneo y Erick Leonard Ekman, eminentes botánicos suecos cuyos aportes fueron de gran relevancia para las especies del planeta y en especial, las de las Antillas.
Ante las tarjas que en memoria de ambos científicos han sido colocadas en la Quinta de los Molinos, segundo emplazamiento del primer Jardín Botánico de La Habana, el Historiador de la Ciudad recordó que Carlos Linneo “cambió los conceptos botánicos en el mundo en la época que le tocó vivir, y lo cambió para todos los tiempos” porque “su ciencia, sus descubrimientos y sobre todo sus discípulos rodeándolo allá en Upsala, en el pequeño lugar donde vivió y donde enseñó y creó el primer jardín; fueron realmente una experiencia para toda la humanidad”.
Asimismo, Leal enfatizó en la importancia de la figura de Linneo en la creación de los jardines botánicos que de este lado del planeta fueron surgiendo “a imagen y semejanza de lo que ocurría en Madrid y otras grandes capitales europeas”. Ejemplo de ello es el que más tarde se trasladaría a la Quinta de los Molinos, “del cual hoy conservamos este fragmento que hemos defendido rabiosamente para preservar tales maravillas de la naturaleza poco vista, poco frecuentada aun por las personas más conocedoras. Salvar los árboles, preservar el culto a las criaturas vivas, enseñar las ideas de la evolución y cómo ellas nos chocan con otros conceptos que puedan tener las personas, sobre la creación, sobre el mundo; pero al mismo tiempo liberar a la ciencia de todo prejuicio, esa fue la gran obra de Linneo”, aseveró Leal.
Evocó, también, la época en la que “en toda América Latina sabios suecos trabajaron como correspondiente de la Real Academia (de Ciencia) y lograron cruzar el océano llevando a los archivos en Suecia toda la colección infinita de una naturaleza incomparable, como fue la naturaleza del trópico. De esa manera vino a Cuba, Ekman – aseguró –. Pasó trabajos enormes, se vio en la casi total miseria porque era además hombre de un desprendimiento absoluto, de una voluntad de investigación que superaba su necesidad de alimentarse, su necesidad de llevar el atuendo adecuado para realizar su trabajo. De esa manera surgió su poderosa investigación”.
“Recientemente en Upsala – relató el Historiador – tuve la oportunidad de ver cómo atravesando el mar, las tempestades, las inclemencias de todo tipo, lograron llegar las especies arbóreas y naturales de Cuba, cómo están conservadas perfectamente, cómo son cuidadas amorosamente, y cómo son un punto de referencia cuando se quiera conocer a Cuba, a las Antillas, a Haití, donde él tanto trabajó. Ahora, cuando han pasado ya muchos años, colocar esa lápida aquí es algo más que un reconocimiento, es una acto de justicia al que escaló el Pico Turquino, encendió en lo alto de la cumbre una hoguera para que se supiera en toda latitud del Oriente que había logrado estar en la cima más alta de Cuba, y al mismo tiempo denominar a la par que un Pico que se llama Cuba, un pico que se llama Suecia. Estaremos permanentemente agradecidos a su memoria”.
Por su parte, el Señor Jonas Lovén expresó: “es para nosotros un gran honor que se mantenga viva su memoria aquí en Cuba, tanto de Linneo como de Ekman. Encuentro también una gran actualidad hoy en día porque la biodiversidad que ellos exploraban, clasificaban, sistematizaban está hoy amenazada. Un dato que a mí me aterroriza es que en los últimos 50 años en el mundo hemos perdido más del 60 por ciento de las especies, tanto de flora como de fauna y es una amenaza tan grave como la del cambio climático”, y alentó a crear proyectos de colaboración bilateral que permitan dar seguimiento a esta problemática.
Luego de las palabras de recordación nombradas a la memoria de ambos naturalistas, el Historiador de la Ciudad invitó al Embajador y la delegación que le acompañaba a visitar el mariposario, único de su tipo en Cuba; así como algunos de los árboles más asombrosos que atesora este histórico jardín.
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