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Invitación a la lectura de “Ceramistas Cubanas: el canon postmoderno”

31 de agosto de 2023

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De la misma manera que el arte cerámico nace “de la tierra, el agua, el fuego, los esmaltes”, el libro Ceramistas cubanas: El canon postmoderno, de la autoría Surisday Reyes Martínez, preserva en el legado vivo de algunas de las más destacadas artistas cubanas del barro de nuestra contemporaneidad. Como los elementos de la naturaleza, son cuatro las ceramistas cuya obra es estudiada y celebrada en este libro. Sus nombres: Martha Petrona Jiménez Pérez, Teresa Sánchez Bravo, Lisbet Madelín Fernández Ramos, y Beatriz Sala Santacana, que en palabras de su prologuista “no le temen al calor del horno y a la caprichosa cocción de los pigmentos, una vez que las piezas deciden salir al mundo”.

 

Magda Resik durante la presentación del libro en la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana

Magda Resik durante la presentación del libro “Ceramistas cubanas: El canon postmoderno”, en la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto Néstor Martí

 

El honor de prologar a este libro de Ediciones Boloña, corresponde a su directora, Magda Resik, quien también funge como Directora de Comunicación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Al transitar por la historia de la cerámica cubana, el prólogo recorre los pasos de la historia misma de La Habana, desde los restos de alfarería aborigen, hasta las porcelanas asiáticas y las mayólicas, que aún hoy son encontradas por los arqueólogos y atesoradas en los museos.

El prólogo también se refiere a cómo el Eterno Historiador, Eusebio Leal Spengler fue un admirador comprometido con el arte ceramista, y fue por su decisión suya que se instituyó el Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea, institución que tuvo como su primer director al crítico y periodista, Alejandro G. Alonso, y que se encuentra en estos momentos bajo la responsabilidad de la propia Surisday Reyes.

 

Surisday Reyes durante la presentación del libro "Ceramistas cubanas: El canon postmoderno", en la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto Néstor Martí

Surisday Reyes durante la presentación del libro “Ceramistas cubanas: El canon postmoderno”, en la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto Néstor Martí

 

De Amelia Peláez, la autora Surisday Reyes afirma que: “Supo reflejar la cotidianidad a partir de sus propias experiencias familiares”, e igualmente, “enfatizó su creación de acercarse a aspectos característicos de lo colonial cubano. De Marta Arjona, aseveró que su obra se definió por “esa incesante búsqueda de lo verdaderamente cubano a través de la forma”. Mientras que de  Mirta García Buch, se resalta que “su indagación en los elementos identitarios de la cultura nacional halló una fuente inagotable de inspiración en el universo mítico y religioso afrocubano.

Y es que es no se puede celebrar el presente sino mirar con reverencia al pasado, y Ceramistas cubanas: El canon postmoderno, es un libro nacido del deseo poderoso de ver reconocidas las obras de las grandes mujeres de hoy, y de mantener un diálogo permanente con el legado de las mujeres de la  cerámica cubana. Dentro de estas mujeres, no solo se encuentra el trío del Taller Santiago de las Vegas, sino que también son celebradas las gigantes vivas de la cultura cubana como Zaida del Río, Isabel Gimeno, Flora Fong, Julia González, entre otras.

Pero el corazón de este libro, sin dudas, se encuentra en el estudio de las cuatro ceramistas, que en la opinión de la autora, conforman el canon postmoderno cubano. La lectura bilingüe de las páginas en español e inglés, se hace casi obligada, para poder apreciar en su totalidad la obra de estas cuatro autoras.

 

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Nacida en 1948, la vida artística de Martha Petrona Jiménez Pérez comenzó en la década de los 70, cuando tras varios acercamientos previos a la creación con barro, se convierte en curadora del Movimiento de la Nueva Cerámica Camagüeyana. Algo que distingue a Jiménez, poseedora de una clara sensibilidad postmoderna, es el uso de la mujer, especialmente de la mulata. A través de estas representaciones, no solo se alude de manera indiscutible a la cubanía, sino que se refiere a cuestiones como la prostitución, la emigración, y el drama interno del individuo, que se manifiestan en obras como “Las chismosas” (1995), “Regreso” (2010), y la serie “Lo llevo dentro” (2004).

Las obras más recientes de Martha Jiménez, como es el caso de “La equilibrista” (2016) y “Riesgo” (2018), ilustran la fortaleza de la que se debe revestir la mujer para enfrentar los desafíos de una sociedad esencialmente machista. En definitiva, la mujer ha sido para Jiménez un motivo para expresar sus inquietudes formales y conceptuales, y también un “centro de variados discursos, que por un lado se erige como símbolo de la igualdad, y por otro, aboga por la necesaria igualdad de género”.

 

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Hablar de Teresa Sánchez Bravo (1964) y de su obra, es hacer un recorrido por los cambios ocurridos en la cerámica cubana actual. Inspirada por grupos creativos como Terracota 4 y artistas como Julia González, Teresa Sánchez pasó la década de los 80 estudiando en la República Democrática Alemana el arte contemporáneo occidental, pero al regresar a Cuba en 1989, tuvo que comenzar a abrirse camino a partir de espacios independientes para conocer sus obras. Su primera etapa como ceramista estuvo marcada por la exposición Toma 2 (1994), en la que, como en muchas de sus primeras etapas, se muestran influencias del neoexpresionismo.

En la medida en que fue desarrollándose como artista, fue aumentando su interés por crear instalaciones de mayor tamaño, como es el caso de “Visitación” (2000). También su obra ha estado marcada por el tránsito de lo humano a lo animal, como sucede con su serie “Amorfos” (2001) y “Ánima Vil” (2006). La obra de esta artista se sigue definiendo hasta nuestros días por la peculiar morfología de sus esculturas, como es el caso de “Némesis” (2019) y “Klein Político” (2018), siendo esta última merecedora del Premio Alfredo Sosabravo.

 

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Lisbet Madelín Fernández Ramos (1974) manifestó desde muy joven un interés en las artes visuales, y la cerámica de barro se convirtió en la manera de canalizar sus inquietudes estéticas. Un elemento que distingue a su obra es la representación del universo infantil, identidad que comenzó a manifestarse conscientemente en su exposición “Vocación de aprendiz” (1998). Desde ese momento en adelante, Lismet Fernández ha observado a la sociedad y las relaciones humanas desde la representación de figuras infantiles. Así la obra “A partes iguales” (2002) alude al mestizaje cultural del continente americano al representar a una pequeña que en la mitad de su cuerpo porta un vestido, y en la otra, permanece desnuda.

Su obra “Sentido” (2004), por otra parte, alude a la incomunicación entre los seres humanos, a partir de la representación de diez parejas de niños, que intentan hablar entre sí, pero se encuentran separados por una barrera transparente. La representación constante de niños en sus piezas, como es el caso de “Caminos” (2007)  y “Jardín”, le dan una unidad formal a toda la obra de Lisbet Fernández, y le otorgan un carácter universal a esas interrogantes que ella realiza desde la mirada infantil.

 

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La presentación de Beatriz Sala Santacana (1975) en el mundo de la cerámica tuvo un inicio prometedor, pues su obra “Frida: Alas para volar”, obtuvo el Premio Ópera Prima, tras su presentación en la VIII Bienal de Cerámica. Su primera exposición personal, realizada al año siguiente, también llevaría el mismo nombre, y reflejaría la influencia de la cultura mexicana que dejó en ella haber pasado su infancia en aquel país.

La obra de la artista se ha desarrollado en numerosas tipologías, desde las vasijas, los murales, las esculturas e instalaciones. En sus instalaciones y esculturas de mediano formato, Santacana ha tenido como sello distintivo de que sus personajes no presentan ni rasgos faciales ni un estudio detallado anatómico, pues lo más significativo para la autora resultan sus acciones. De esta manera han surgido piezas como “Piñata” (2016), “La caída” (2016), “Inercia” (2019), entre otras, en las que ha primado una proyección postmoderna en los que se unen la cerámica, con la herrería del hierro y la madera, priorizando en estos mecanismos y construcciones, su inquietud por la representación de la actividad, del movimiento.

En definitiva, Ceramistas cubanas: el canon postmoderno es una obra necesaria para comprender a la creación cerámica contemporánea, desde las obras de cuatro extraordinarias mujeres. La diversidad artística y discursiva de estas artistas, las alejan de los lugares comunes y los esquemas, y su arte las hace pertenecer, a la vez, a esta época y a todos los tiempos.

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