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Gianni Morelli: “La Habana es mi segunda patria”

17 de febrero de 2023

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«Leer es crecer» es una de las máximas del pensamiento martiano que rige nuestra cultura nacional, sobre todo en una época del año que se llena de libros aquí en La Habana. Precisamente, en el marco de la trigésimo primera edición de la Feria Internacional de Libro de La Habana, nuestra emisora recibe a Gianni Morelli, un prolífero escritor italiano que toma a La Habana como escenario  para desarrollar una de sus obras, creada entre los años 2010 y 2015. Hoy nos honra con su visita para conversar sobre este libro que constituye una de las novedosas propuestas de Ediciones Boloña en la Feria Internacional del Libro.

 

Gianni, usted ha creado una historia que transcurre en La Habana. ¿Por qué considera que es La Habana una ciudad elegida?

 

Para mí La Habana es mi segunda patria. Tiene, además, una historia y cultura muy interesantes que hacen fácil y atractivo el acto de escribir sobre esta ciudad.

 

No es la primera vez que usted visita La Habana. ¿En qué otras oportunidades ha vivido experiencias aquí en la ciudad?

 

Vengo a La Habana desde los años setenta. Yo fundé una colección de guías turísticas italianas que fue muy importante porque se trataba de una colección que recogía no solo información turística sino también cultural, histórica, literaria… Su público estaba formado por universitarios, personas de cultura en general. Debido a ese proyecto, viajé mucho. Precisamente, la primera guía que hice para esta colección llamada ClupGuide fue una correspondiente a Cuba, con información sobre Miguel Barnet y con intervenciones de grandes personajes de la Cuba de la época. Después siguieron otros ejemplares, con Los Van Van, por ejemplo, y con otras personalidades que fueron partícipes de este proyecto de libros. Por tal razón, tuve muchas oportunidades de visitar y conocer La Habana.

En relación con este libro, mi acercamiento a La Habana fue a partir de Vando Martinelli, quien me presentó a varias personas de pueblo — el jefe de los porteros del Hotel Habana Libre, por ejemplo— que me contaron anécdotas y sucesos que se produjeron durante el periodo que yo pensaba abordar, dígase, las ultimas semanas de la dictadura de Batista, inmediatamente antes de la llegada de Fidel a La Habana. Se trataba de un periodo turbulento, en el cual podía ocurrir cualquier cosa; de hecho, varias de las cosas que pasaron están recogidas en el libro.

 

¿Cuánto de todo eso recibió Morelli durante sus estancias en Cuba que le hizo llevar La Habana y estos episodios a un libro?

 

Como dije, yo visité muchas veces La Habana y siempre entrevistaba a muchas personas para obtener información necesaria para los proyectos en que trabajaba; entrevistaba a amigos, a familiares y conocidos de mis amigos, a personas del pueblo en general. Todo esto me proporcionó mucha información, fundamentalmente sobre la atmósfera de la época, pues muchas de las personas que entrevisté durante los años setenta, e inicio de los ochenta, habían estado ahí en 1958 y habían vivido directamente los hechos que yo pensaba relatar. Fue muy valioso poder acercarme a sus recuerdos, ideas, sentimientos, anécdotas y reflexiones.

 

Ya que hablamos de La Habana, su historia y su gente, hay un vínculo muy cercano a una institución y a la persona que la lideró durante décadas; me refiero a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y al doctor Eusebio Leal Spengler. ¿En esa institución y en esa figura emblemática para todos los cubanos, en especial para los habaneros, encontró también Morelli información e inspiración para esta obra?

 

Yo conocí y entrevisté a Leal cuando preparaba la guía turística sobre Cuba. Me interesaba recopilar información sobre su labor de gestión urbana y sobre las políticas de salvaguarda del patrimonio cultural de la ciudad que promovía. Después de esos encuentros, permanecimos en contacto de una forma u otra. Siempre fue muy amable y cordial conmigo. Me orientó sobre algunos temas históricos y me indicó y presentó a personas que podían ser útiles para mis proyectos. Así pude conocer a periodistas, profesores universitarios y cubanos en general, que me ofrecieron testimonios y datos muy importantes.

 

Entre esas experiencias y anécdotas que le llevaron a escribir Rojo Habana, ¿también tuvo acceso a fotografías y/o archivos personales e institucionales que le enmarcaran un poco el contexto específico que usted pretendía reflejar? Coménteme un poco cómo fue ese proceso de investigación, tan necesario para poder obtener esa historia que le inspiró.

 

Tuve la suerte de ver muchas fotos personales — algunas muy íntimas— de familias y pude conocer costumbres, la moda de la época, atuendos, tipos de peinados y maquillajes, etcétera. Pude conocer también cómo lucían mis entrevistados treinta, cuarenta o cincuenta años atrás. Recuerdo ahora un personaje de una mujer que siempre vestía ropa del mismo color del carro o taxi que debía tomar con su esposo al salir de la casa… Y así, muchas cosas de este tipo.

 

¿Por qué escogió esta época, y no otra, para escribir sobre ella en La Habana?

 

Yo me encontraba estudiando, a propósito de un trabajo histórico, un periodo de la historia italiana: la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, los años cuarenta y nueve, cincuenta, cincuenta y uno… Una época importante.

En aquel momento sucedía algo muy curioso, y es que todo el mundo anhelaba obtener títulos nobiliarios. Un personaje muy famoso en ese sentido fue Totò, un cómico cinematográfico y teatral. Él, de origen humilde, fue reconocido legalmente como hijo de una familia noble italiana, convirtiéndose así en un noble, de tal forma que al final de su vida era nombrado príncipe. En ese mismo periodo, un hombre de Génova, llamado Lavarello —todo esto está en el libro—, hijo de una familia poderosa, también deseaba convertirse en noble. Totò y Lavarello se enfrentaron porque ambos aspiraban a ser príncipe de Bizancio. Bizancio era un imperio hijo de la historia de Roma que había terminado quinientos años antes de lo que estoy contando. Estos personajes deseaban ser los pretendientes al trono de Bizancio. Ambos tenían muchos recursos y se enfrentaron en los tribunales portando pruebas y evidencias de su vínculo legal con esta casa de Bizancio.

Finalmente, los dos fueron reconocidos como príncipes hereditarios de Bizancio. Lavarello, quien quería ser único heredero, volvió a llevar el caso a tribunales y en esa ocasión perdió la causa pues Totò, al ser más reconocido y famoso, fue favorecido por los decisores. No obstante, Lavarello no aceptó el veredicto y se hizo coronar en Roma como príncipe hereditario y, desde entonces, empezó a vender títulos nobiliarios.

Todo esto conforma el escenario y contexto en que se desarrolla la estafa que forma parte del argumento del libro, porque llega a La Habana un estafador, muy culto, que se hace pasar por el príncipe Lavarello, heredero de Bizancio, con el propósito de vender títulos nobiliarios falsos. La estafa está planeada perfectamente porque su mujer, que es cubana radicada en Estados Unidos, trae a texanos que en aquel momento estaban volviéndose muy ricos porque se había descubierto el petróleo en Texas. Esos cowboys ricos y propietarios de tierras, pero ignorantes, eran engañados y venían a La Habana y pagaban mucho dinero a cambio de cualquier título nobiliario que desearan.

 

¿Cómo describiría usted este libro?

 

Todas las novelas que he escrito responden a patrones tradicionales; no son estrictamente policiacas, de acción, de amor, o thrillers — elementos muy exitosos y rentables en la industria televisiva italiana, por ejemplo— sino que intentan combinar todas estas temáticas, para lograr una estructura y concepción de la historia más complejas y atractivas.

 

Dentro de este todo que relaciona el libro, ¿cómo confluyen realidad y ficción?

 

Por un lado tenemos la historia sobre la estafa: los estafadores vienen a La Habana, se hospedan en varias suites del Hotel Habana Libre y establecen ahí la dependencia del supuesto príncipe heredero de Bizancio para vender, a distintos precios, los títulos nobiliarios falsos.

Por otro, se desarrolla la historia, ajena en apariencia, de Alicia, una camarera del hotel que tiene que huir luego de haber matado accidentalmente a un jefe del Brac — institución policial represora creada por Batista— que intentara violarla mientras ella realizaba el servicio de habitación. De este momento en adelante, la historia de Alicia, quien es la protagonista de la novela, se interrelaciona con la del «príncipe», en tanto debe cambiar continuamente su identidad y lugar de residencia, pues está siendo perseguida por las autoridades nacionales.

Ambas historias caminan juntas. Los protagonistas se habían conocido un día antes del incidente ocurrido a Alicia: habían coincidido en los pasillos del hotel cuando a Alicia se le cayó una botella que fue rodando hasta los pies del príncipe, quien caminaba en sentido contrario acompañado de su cortejo. Al inclinarse Alicia para recoger la botella, sus miradas se cruzan. Como sabes, los ojos  son vehículos de pasión y amor; ahí pasa esto. Después no se ven más durante un tiempo, pero se recuerdan el uno al otro. El reencuentro de ambos, un poco avanzado el argumento de la novela, marca el inicio del desenlace de esta historia.

Todo esto está ambientado en un contexto social e histórico real, el año 1958 y los últimos días de Fulgencio Batista en el poder.

 

Es difícil para un autor, luego de escribir un libro, ponerse en el lugar del lector, pero es justo eso lo que le voy a pedir ahora. ¿Podría comentarnos, esta vez como lector de su propia novela, qué podemos encontrar en estas páginas?

 

Encontrarán, por un lado, según el criterio de muchos, un retrato acertado y detallado de La Habana de la época, sobre todo de la atmósfera sociopolítica y cultural.

Independientemente de lo seductora que pueden resultar las historias que entretejen el argumento de la novela, creo que el lector disfrutará y valorará la descripción y recreación epocal: la última etapa de Batista en el poder, la  llegada de los barbudos a La Habana, un momento de efervescencia revolucionaria, con sus correspondientes cambios en la cotidianidad de la ciudad y en la vida de las personas.

 

¿Ha quedado complacido con el resultado final y el trabajo de traducción, edición e impresión logrados por Ediciones Boloña?

 

Debo decir que estoy orgulloso y feliz por el resultado final de este proyecto. Existen varios motivos pare ello. En primer lugar, porque — como dije anteriormente— Cuba es mi otra patria; en segundo lugar, porque se concretó un proyecto anhelado y apoyado por el doctor Eusebio Leal y por otros amigos como Miguel Mejides.

Para mí, luego de cuarenta o cincuenta años visitando Cuba, es un sueño cumplido que una de mis novelas haya sido traducida y editada específicamente en La Habana, mi Habana.

 

 

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