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Eusebio: Un maestro, un amigo, un líder que te hace aprender

20 de agosto de 2021

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Al Historiador de la Ciudad le estamos rindiendo homenaje en Ciudad Viva, y continuamos conversando con jóvenes que desde diversas disciplinas no solo están sumando su trabajo, su intelecto, su creatividad a la Oficina, sino que están muy motivados, comprometidos con el legado que Leal dejó. Marbelys Giraudy Gómez es graduada en Comunicación, comenzó a trabajar como especialista en la Dirección de Patrimonio Documental y hoy es directora de la Casa de la Obra Pía, una de las casas museo de más larga data de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

 

¿Cómo llegas a trabajar en la Oficina, cuál era tu visión de Leal antes, cuando eras estudiante, y no te imaginabas que ibas a venir a trabajar aquí, y la manera en que venir y trabajar y conocer la obra de Leal ha ido cambiando tus proyecciones de vida?

Es muy emotivo hablar de Eusebio justo cuando estamos a un año de su partida física. Cuando pienso en Leal pienso en esto que alguien dijo:“Era un hombre infinito, multiplicador”, porque hay que ver la manera en que Leal se multiplicaba, era maravilloso ver cómo lo podíamos ver en tantas facetas. Y quiero hablar de esa oportunidad que Leal siempre le dio a los jóvenes, quizá era una manera de retribuir lo mismo que pasó con él, ahora lo pienso así, cuando se depositó toda la confianzaen ese joven que algunos llamaban “Loco”, y que entonces continuó la obra del primer historiador Emilio Roig de Leuchsenring y hasta los últimos días, hasta su muerte siempre fue Leal quien hablaba de Roig y homenajeabaa Roig, y yo creo que es algo que tampoco podemos sacar de vista si continuamos ese legado de Leal. Aquella Oficina del Historiador que solamente era un archivo, una biblioteca, luego un Museo de la Ciudad, de momento se ramificó, gracias a la propia obra de Leal, debido a la visión propia que tenía de que la gestión del patrimonio necesitaba de mucho más, y necesitaba de esa gestión propia del Centro Histórico para involucrar a los públicos, a la comunidad, a los habitantes, creo que es uno de los legados más grandes que tuvo Eusebio Leal.

Cuando pienso en Eusebio Leal y en esta labor con los jóvenes me remito quizás a mi propia experiencia. Yo soy de Mariel, estaba estudiando en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, y se nos ocurre hacer un trabajo final de una asignatura sobre los mitos y leyendas del Cementerio de Colón, éramos como cinco muchachas en el equipo y de momento se me ocurre: vamos a entrevistar a Eusebio Leal, y alguien me dijo: ¿cómo vamos a llegar a Eusebio? Con ese tesón e ímpetu que tiene la juventud pues le escribimos en aquel momento a un correo que nos encontramos vía internet y ahí dimos entonces con el correo de Eusebio, le mandamos el correo, todo muy respetuoso ―uno albergando la ilusión de que pudiera ser―, y recuerdo que pasado el tiempo, a los quince días, llega una respuesta ―en aquel entonces de Maribel y Emily, sus secretarias―, diciendo que sí, que Leal regresaría de Roma y que quería reunirse con las estudiantes de la Facultad de Comunicación. O sea, ni siquiera estábamos hablando de un trabajo de diploma porque era un trabajo de curso de 4to año, y es así que llegamos a donde estaba Eusebio. Increíble cómo nos recibió siendo estudiantes con la inexperiencia que teníamos y eso se convirtió en una serie de entrevistas. Él mismo pactaba los próximos encuentros y era asombroso. Recuerdo que a una de mis amigas, que siempre veníamos juntas a los encuentros, se le salieron las lágrimas, y recuerdo que como él siempre solía ser así tan galante, sacó de su bolsillo el pañuelo para que se las secara, y luego a los dos días tenía un correo de Eusebio que decía: “Quedé con ustedes en un compromiso, y no lo olvidaré, solo me duele el enigma de unas lágrimas”. Era ese Leal que encantaba.
Seguimos investigando sobre los mitos y leyendas, lo presentamos a un fórum científico y ganamos premio; digamos que fue el trabajo que uno recuerda de la universidad y ya una vez terminado, Leal nos llamó, nuevamente, y nos dijo que viniéramos a trabajar a la Oficina del Historiador porque nosotros debíamos pensar en mucho más y hacer mucho más; que no nos quedáramos en hablar de ese mito y esa leyenda desde el punto de vista del historiador o como lo cuenta la gente en la calle, y fue así como comencé a trabajar aquí porque la otra compañera tuvo problemas.
Leal forjó a un grupo de jóvenes, cantera de la Oficina, y hay que ver la manera en que poco a poco Leal nos fue adentrando en cada uno de estos espacios para que tengamos una visión más general del trabajo de la Oficina y que no nos quedemos solamente en el pedacito nuestro, sino que tengamos justamente esa visión integral, todos tuvimos anécdotas de esos momentos, sobre todo de ese último encuentro que sostuvimos en el Capitolio, ya Leal enfermo, creo que fue en el año 2019, y que él con muchas ganas recorría todo aquel Capitolio y nosotros casi agotados pero Leal seguía con ese ímpetu mostrando todo lo que allí había y la obra que era el Capitolio.

 

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Ya una vez en la Oficina, conocí a ese Leal de detalles, es increíble cómo Leal no era un jefe, era un líder y en ese sentido uno se sentía en la responsabilidad de estar bien, de quedar bien, de hacerlo bien, de trabajar bien, y en la Biblioteca Histórica, por ejemplo, recuerdo con mucho cariño y nunca olvidaremos las búsquedas bibliográficas de Leal. Sonaba el teléfono y decía “Marbelis, Grisel, necesito esta búsqueda, el texto que dijo tal autor en tal libro” y era increíble cómo la biblioteca se paralizaba por aquella búsqueda; era un usuario exigente, y ahí todas nos poníamos para el depósito de libros y para buscar la obra que Leal solicitaba y era increíble que a veces nosotras encontrábamos referencias a una frase parecida pero no era a la que Leal hacía referencia y a veces decíamos “quizás puede ser esta”, pero cuando seguíamos hurgando en la búsqueda pues aparecía en algún libro esa frase textual que Eusebio quería. Y después ya nosotras echábamos a mano los ficheros de referencia para cuando volviera a pasar saber dónde estaba. Tenía una capacidad de memoria increíble, también recordamos que era muy asiduo en él buscar sobre Maceo, sobre Gómez, sobre Martí, sobre Céspedes, figuras en las cuales Leal se inspiró, y es parte de la tarea que tenemos los jóvenes: investigar sobre esa faceta de Leal, qué leía Leal, cuáles eran sus búsquedas. Leal era un estudioso incansable. Recuerdo que una de sus últimas búsquedas fue cuando se trajo la silla de Maceo que ahora se exhibe en el Museo de la Ciudad, y era increíble porque Leal nos decía la frase: “Más de tantos combatientes aparecieron…”. E increíblemente aparecía eso, y luego lo más interesante es que cuando le llevábamos la búsqueda, Leal se sentaba con nosotros a dialogar sobre esa búsqueda. Aquello era una clase de historia, más que una búsqueda para el jefe era una búsqueda para el amigo, para el maestro, para el líder que te hace aprender.

 

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¿Qué no podemos perder del legado de Eusebio?

La esencia de lo que ha sido la Oficina del Historiador, y como bien se ha dicho, readaptándonos a nuevos tiempos. La juventud también con estos tiempos tiene otras ideas, otras necesidades, incluso; son otros medios de comunicación, otras narrativas, y yo creo que en ese sentido también quienes quedamos tenemos que ser capaces de advertir eso, porque yo creo que Leal también lo haría. En más de una ocasión él se reunió con nosotros para preguntarnos como jóvenes qué más queríamos, qué podríamos hacer, qué nos gustaría hacer, dónde veíamos nuestras aspiraciones, entonces yo creo que ese matiz social, esa visión social que tenía Leal y esa visión sensible y humanista no la podemos perder de vista y que esto sea, sobre todo, una obra social y siempre con una mirada al patrimonio, que era algo que siempre Leal defendía, ese era el núcleo fundador de la Oficina y Leal siempre lo defendió.
Era bien exigente, estamos hablando del Leal humanista, del Leal comprensivo pero que exigía de verdad. Tenemos anécdotas de cuando Leal en muchas reuniones se ponía bien exigente, incluso con palabras bien fuertes, y yo creo que es un poco lo que tenemos que continuar nosotros. Todavía estamos en un periodo de adaptación,yo creo que todavía nos estamos adaptando. Leal nos representaba ante otras instancias, era un líder que lograba con su palabra y con sus buenos argumentos lo que quería para la Oficina del Historiador y a veces sentimos:“Si estuviera Leal”. Era como ese padre que te malcría. Cuando soñábamos con hacer algo decíamos: “Leal, vamos a hacer tal cosa, ¿cómo lo podemos hacer?”.Y él ayudaba a encausar esos sueños más allá de las limitantes que pudieran existir.

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