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Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón (I)

3 de agosto de 2021

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foto estudio Narcy 1

 

Durante julio último tuvo lugar el estreno de la serie documental Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón, del investigador y periodista Ramón Fajardo Estrada, por el espacio ¡Bravo!, del Canal Educativo, que con esta obra audiovisual ha festejado los primeros veinticinco años de transmisiones semanales.

Cada uno de sus cuatro capítulos posibilita a los televidentes conocer interesantes y novedosos aspectos de la vida y trayectoria profesional de un artista que, desde años atrás, es considerado el más famoso y difundido de los compositores cubanos a escala mundial. La serie finaliza el lunes 6 de agosto, tras el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana.

Por tal motivo el locutor y periodista Ángel Ferrera realizó —para Habana Radio— una extensa entrevista al autor de Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón: Ramón Fajardo Estrada. Su primera parte la publicamos hoy.

 

FERRERA. Quiero compartir con nuestros oyentes una agradable noticia, sobre todo para los amantes de la música y, en particular, de la música cubana. A partir de lunes 5 de julio, en el programa televisivo ¡Bravo!, del Canal Educativo, un espacio que dirige Roberto Ferguson, experimentado profesional de la televisión, saldrá al aire una serie audiovisual titulada Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón., la cual consta de cuatro capítulos de unos 55 minutos de duración.

El director y guionista de esta serie es Ramon Fajardo Estrada, periodista en la radio, investigador, escritor, de amplia trayectoria. Por primera vez Fajardo incursiona en el audiovisual y he querido compartir micrófonos y estudio con él para que nuestros oyentes tengan la mayor cantidad posible de detalles acerca de esta maravilla. Por supuesto, ustedes tendrán su opinión tan pronto comiencen a ver los capítulos de Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón, dedicada a nuestro gran pianista y compositor.

Buenas tardes y bienvenido, Fajardo. Qué bueno compartir una vez más contigo aquí en la radio.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. En primer lugar, mi agradecimiento a ti, Ferrera, a Alexis Rodríguez y al resto del equipo de realización del espacio por esta posibilidad de compartir con los radioyentes sobre esta serie documental, la cual, como acabas de anunciar, va a estrenarse a través del espacio ¡Bravo!, del Canal Educativo.

FERRERA. Yo comentaba inicialmente que eres investigador de vasta experiencia, un periodista de la radio, y que hiciste la publicación de varios libros, resultado precisamente de esa labor de muchos años de investigación en torno a figuras célebres de la cultura cubana. Sin embargo, es tu primera experiencia en el mundo del audiovisual. ¿Cómo surge la idea?

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Entre mis pasiones ha estado el cine. Como recordarás —porque viviste de cerca tal experiencia—, durante una parte de los treinta años que trabajé en Radio Habana Cuba, me tocó presidir un jurado que teníamos en esa emisora….

FERRERA. Un jurado para el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano..

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Exacto. Durante largo tiempo estuve al rente de jurado y de la organización del acto de entrega del premio a la película escogida, lo cual siempre asumí con gran placer por ser, te reitero, un apasionado del cine, creo que desde la infancia.

Dentro de los géneros que se trabajan en el llamado séptimo arte, está el documental. Invariablemente me han gustado mucho los documentales y, en especial, los dedicados a personalidades del arte.

Mis investigaciones en torno a etapas de la cultura cubana y algunas de sus personalidades, —como han sido los casos de Rita Montaner, María de los Ángeles Santana, Bola de Nieve y del propio Ernesto Lecuona—, me permitieron observar cómo en todas ellas ejerció una decisiva influencia este gran pianista, compositor, empresario y promotor cultural. Por distintas razones, todas sus carreras profesionales se entrelazaban en determinado momento, desde sus inicios, con Lecuona.

FERRERA. Y muchos de ellos comenzaron gracias a Lecuona y de la mano de él.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Sí, pues no podemos olvidar que, entre las múltiples facetas de Ernesto Lecuona, está su labor como descubridor de talentos. Él tenía una visión sagaz, certera, de cuando había un valor, y nunca se cansó de alentar hacia los senderos del arte a todo el que él consideraba con méritos para emprenderlos. Así están los tres casos citados: Rita, Bola y María de los Ángeles Santana.

FERRERA. Y otros muchos.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Entre otros muchos. La lista es muy extensa. Todos ellos, antes de emprender su trabajo en solitario, integraron los elencos lecuonianos con una larga permanencia, pues se mantuvieron a su lado casi hasta la partida definitiva del maestro de Cuba, en 1960.

A Ernesto Lecuona se le habían hecho varios documentales —creo que es una de las figura de la música cubana que más ha sido objeto del interés de documentalistas—, pero, en mi condición de investigador, me parecía que aún faltaban aristas de su personalidad por tratar, que la inmensa mayoría de las interpretaciones filmadas y adjuntadas a las entrevistas incluidas eran de baja calidad…

Un buen día tuve la idea de que en la Productora Audiovisual de la Oficina del Historiador se podía hacer un audiovisual en homenaje al maestro. Al frente de ella estaba, por aquel entonces, Eliecer Díaz, quien acogió cálidamente el proyecto, posteriormente aprobado, por la directora general de Habana Radio, Magda Resik. Y, en enero del 2012, comenzamos las primeras filmaciones.

Estas abarcarían dos modalidades: los testimoniantes, que más adelante mencionaremos, y los que colaboraron con actuaciones expresamente efectuadas para la serie.

FERRERA. Creo que esto es algo que también distingue a la serie, o sea, no solo son materiales de archivo.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Pienso que uno de los méritos de la serie está en los testimonios filmados. Son más de treinta personalidades de la cultura cubana y dos de la española que, desde diversos ángulos, examinan el quehacer artístico de Ernesto Lecuona. Y debo recalcar que pueden clasificar como inéditos muchos criterios a escucharse acerca del maestro.

Otro elemento que la enriquece son las fotografías que calzan los enjuiciamientos de los testimoniantes. Y, por otra parte, valiosos materiales de archivo, entre ellos algunos cedidos, con mucha gentileza, por Luciano Castillo, director de la Cinemateca de Cuba. Son materiales que, después de divulgarse en las épocas correspondientes a sus estrenos, no se han vuelto a ver. Tal es el caso de Cancionero cubano, que data de 1939.

Luciano pudo encontrar los rollos de esa película. Los guarda como un tesoro y espera poder reconstruir gran parte del filme, afectado por una deficiente conservación. Eso nos permitirá presentar a los televidentes, por ejemplo, una secuencia en la cual aparece la notable soprano cubana Zoraida Marrero cantando Quiero tus besos, con la Orquesta de La Habana, dirigida por Lecuona, quien la fundara en 1935 y se mantuvo en sus programas hasta 1959. De Cancionero cubano también incluimos un fragmento donde aparece María de los Ángeles Santana interpretando la balada Primavera, que es una joya.

Y, por supuesto, están las interpretaciones filmadas por la Productora de Medios Audiovisuales de la Oficina del Historiador a un grupo de vocalistas y pianistas cubanos que se acoplan, en perfecta armonía, con los materiales de archivo. Quiero destacar que, a esas filmaciones, se suman otras que cedieran Producciones Colibrí y René Arencibia, de la EGREM, este último con un concierto basado en música de Lecuona, ofrecido por Ópera de la Calle, bajo la dirección de Ulises Aquino, en sala García Lorca.

FERRERA. Entonces yo te propongo, pues, por supuesto, tiene que ser a grandes rasgos, un adelanto de lo que los televidentes podrán apreciar en cada uno de estos cuatro capítulos.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. El primer capítulo abarca los años 1895, cuando nace el maestro Lecuona en la villa habanera de Guanabacoa, y cierra en el año 1927.

Para iniciarlo, nadie mejor que el doctor Eusebio Leal , quien describe el contexto socio-político en Cuba al llegar al mundo Ernesto Lecuona, y ofrece una pincelada de su natal Guanabacoa. Él subraya la coincidencia de que en el mismo año del estallido de la revolución organizada por José Martí y el Partido Revolucionario Cubano acontece el nacimiento de Lecuona, al que, casi a seguidas, califica de «genio de la cubanía». Tras esta entrevista, aparece una secuencia de la película argentina Adiós Buenos Aires —dirigida en 1937 por Leopoldo Torres Ríos—, en la cual el pianista y compositor ejecuta su famosa Malagueña.

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Le sigue —para hacer referencia a la formación académica de Lecuona y su relación con Hubert de Blanck, director del Conservatorio Nacional de Música— la profesora Zoila Lapique, talentosa investigadora. Y, a continuación, el pianista e investigador José Ruiz Elcoro interpreta una difícil danza lecuoniana: Como baila el muñeco.

Con posterioridad, se imponía particularizar en una página emblemática en la historia de la música cubana y, a la vez, en la trayectoria profesional de Ernesto Lecuona: la danza La comparsa, creada por él en 1912.

En 1912 sucede en Cuba la protesta del Partido Independiente de Color, que trae, como consecuencia, el exterminio de una considerable parte de la población negra y mestiza de la Isla, y —en los aspectos sociológico y cultural — deja un rechazo bastante generalizado hacia todo lo relacionado con ellas. Y es sorprendente cómo a pocos meses de tan lamentable hecho, Lecuona compone La comparsa, con la cual se inicia el afrocubanismo en la música nacional, según criterios de la mayoría de nuestros investigadores.

Esto lo valoran el doctor Rolando Rodríguez, estudioso de la protesta del Partido Independiente de Color, y Juan Piñera, musicólogo, compositor, pianista, hombre también de la radio. Desde el punto de vista artístico, termina el segmento con Chucho y Bebo Valdés interpretando La comparsa, una de las secuencias del filme Calle 54, del realizador español Fernando Trueba.

FERRERA. Otros dos grandes de la música cubana.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Y otros dos grandes admiradores del maestro Lecuona, Recordemos una frase de Bebo al referirse a Lecuona como pianista: «…Cuando se habla de este señor hay que ponerlo en los cielos. ¡Los demás aquí, en la tierra».

FERRERA. Sin duda, una distancia tremenda.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Una buena distancia. Él, que fue otro de nuestros geniales músicos, así veía al Lecuona pianista.

Debo explicar que cada parte la inicia una viñeta, y que, al terminar el texto de ella, entran el testimoniante y la actuación seleccionada. Entonces hay una secuencia que inician César Portillo de la Luz y Jorge Luis Prats. Ambos van a ser coincidentes en abordar el tema de las danzas para piano de Ernesto Lecuona.

Se dice que el maestro lega setenta danzas a la literatura musical cubana. Pero estimo que, en su caso, nunca debemos ser tan precisos, porque frecuentemente, por un lugar u otro, aparece una nueva partitura del maestro. Su música está muy dispersa en colecciones privadas; él era muy generoso en regalar originales, etcétera, lo cual crea limitantes al citar cifras precisas en su producción. Lo importante es que esas danzas suyas para piano son un maravilloso e irrepetible aporte a la cultura cubana, y esto lo argumentan muy bien Portillo de La Luz y Jorge Luis Prats, quien cierra este parte con su ejecución de la dificilísima danza La 32.

FERRERA. Interpretándola expresamente para ese documental.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Sí, filmación que hicimos en la Basílica Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís.

Sigue a lo anterior, el doctor Pedro Simón, que, aparte de ser el director del Museo de la Danza, es un excelente investigador y tiene, entre otros de diferentes temáticas, un artículo dedicado a la creación de valses por Ernesto Lecuona, el compositor cubano que más abordaría esta expresión musical.

Simón analiza que algunos especialistas ven como algo menor los valses de Lecuona, los ven como algo extrapolado y carentes de cubanía. Pero él sustenta la tesis de la cubanía que emana de esas obras del maestro. Y en la parte final de su intervención declara que, si bien se le atribuye cubanía a las Floras de Portocarrero, a la Giselle de Alicia Alonso, que podían ser consideradas manifestaciones artísticas extranjeras, por qué negársela a los valses de Ernesto Lecuona, en los cuales, al escucharlos, parece filtrarse la luz del Trópico..

Y aquí sigue, gracias a Ahmed Piñeiro, sigue una interpretación de la coda o parte final del ballet Tarde en la siesta, de Alberto Méndez; una filmación que tiene varios años, en la cual participan Josefina Méndez, Rosario Suárez, María Elena Llorente y Galina Álvarez, quienes bailan, como parte de esa coreografía, el Vals azul y un fragmento de Crisantemo, del maestro Lecuona. Con esta filmación hubo que trabajar bastante; tenía un buen grado de deterioro, pero pudo mejorarse y creo que va a ser muy disfrutada por los televidentes.

FERRERA. Son tesoros, tesoros del patrimonio.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Después, Luis Llaneza, barítono y musicólogo español que ha viajado por muchos países del mundo, donde ha interpretado la música de Ernesto Lecuona, hace un análisis de las dificultades que tienen muchas de las canciones del maestro. El las califica “las trampas” que tiene, desde el punto de vista técnico la cancionística lecuoniana, y expone sus consideraciones de cómo deben abordarse: nunca se les puede quitar la esencia popular de la cual ellas parten y, al mismo tiempo, deben expresarse con toda la exigencia vocal —a veces como si fuera un aria de ópera— que maestro las concibe. Aquí es donde insertamos la filmación de Zoraida Marrero en Quiero tus besos, que se ajusta a lo expuesto por Luis Llaneza.

Después, pues vienen dos personas que siempre han sido siempre muy atentas conmigo. Una de ellas ya falleció; la pudimos entrevistar antes de que la lucidez desapareciera de su mente, y así salvamos sus recuerdos de Ernesto Lecuona en calidad de pianista. Me refiero a la doctora María Teresa Linares.

FERRERA. Otra autoridad.

RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Exactamente. No tengo que adjudicarle muchos adjetivos. Todos los que de una u otra manera hemos estudiado la música cubana, siempre acudimos a textos de la doctora Linares.

Y le sigue el querido maestro Huberal Herrera, otra autoridad en la música del maestro Ernesto Lecuona, el compositor cubano que él ha tomado como especie de pancarta. Él ha investigado profundamente la obra lecuoniana, ha realizado transcripciones a partir de grabaciones hechas por Lecuona y que nunca se plasmaron en partituras, no se escribieron. Entonces su archivo y su repertorio resulta monumental.

 

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Huberal considera que Ernesto Lecuona hubiese sido uno de los grandes pianistas del mundo de empeñarse en realizar una carrera internacional como concertista. Pero aclara que esto se troncha a causa de los diversos intereses artísticos del maestro y de un enfisema pulmonar padecido por él, desde 1932, el cual no le posibilitaba las largas y fatigosas jornadas de estudio y ejercitación cotidianos a que debe someterse un concertista. Aquí insertamos un material de archivo, el cual posibilita ver a Huberal interpretando una página bien difícil de Lecuona: Mazurka en glissando.

Seguimos con uno de los talentos pianísticos cubanos de las últimas generaciones: Marcos Madrigal. Marcos, quien desde hace tiempo desarrolla una interesante carrera de concertista en Europa. Se encuentra radicado en Italia, donde grabó un disco con música de Ernesto Lecuona. Madrigal aborda la importancia que en la actualidad renombrados profesores estadounidenses y europeos otorgan a la música del compositor criollo y, seguidamente, ejecuta Córdoba, otra de las páginas de la lecuoniana suite «Andalucía».

Basándonos en nuestras investigaciones en torno a Lecuona, hacemos una intervención. Ahí me refiero a la trascendencia de la obra de Ernesto Lecuona en Estados Unidos de Norteamérica, específicamente en Nueva York, particularizando en dos etapas. Una transcurre 1916, cuando ofrece un concierto en la sala Aeolian Hall para la crítica especializada, que coincide en proclamarlo «…. eminencia pianística de las Américas, después dela eximia Teresa Carreño».

La otra corresponde a 1923, en el teatro Capitol, donde secundado por la Orquesta Sinfónica del coliseo, Lecuona estrena su danza Andaluza o Andalucía, la cual baila allí la muy entonces famosa Doris Niles, en una coreografía de León Leonidoff. Esto fue algo memorable para el maestro Lecuona; la mejor crítica especializada de Nueva York le confirió incontables elogios; ya tenía abiertas para siempre las puertas de Norteamérica, donde la firma Edward B. Marks Music Corporation va a ser la principal encargada de empezar a difundir sus obras —mediante impresiones de partituras y discos—, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. En posesión de ese aval regresaría a Cuba. Ahí insertamos —como secuencia artística— a Jesús Ortega con su orquesta de guitarras Sonantas habaneras, que interpreta Andalucía.

 Y cierran el primer capítulo dos personalidades a las que me une un entrañable afecto: el fallecido maestro Luis Carbonell, quien evoca la belleza de las canciones amatorias de Ernesto Lecuona, y Omara Portuondo, que particulariza en una de ellas: Canto siboney, la cual le acompaña la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta de Pérez Mesa.

(CONTINUARÁ…)

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