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Camilo Cienfuegos en el recuerdo de William Gálvez Rodríguez

5 de noviembre de 2016

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Este jueves 3 de noviembre el narrador y combatiente revolucionario, William Gálvez ofreció una charla en la Sala Martínez Villena de la UNEAC acerca de su compañero de luchas revolucionarias y fraternal amigo Camilo Cienfuegos. Contó anécdotas de la vida de Camilo, de quien fuera compañero de luchas y amigo, testigo de muchas de las cosas que contará luego y que le han permitido escribir diversos libros de investigación y testimonio sobre el Señor de la Vanguardia, entre ellos: Camilo, señor de la vanguardia, Salida 19, Camilo en Camilo, Viajes y aventuras del joven Ernesto. Además de otras obras de investigación referidas al período de la lucha revolucionaria o sobre la figura de Ernesto Guevara.

Con su pausado decir, Gálvez leyó primero una conjunto de notas referidas a “la entrañable y fraternal” amistad de Camilo con el Che, ilustrada con simpáticas anécdotas que pusieron al descubierto el carácter jocoso de Camilo en contraste con la seriedad y adustez de Ernesto Guevara, para los cubanos siempre Che.

Los dos revolucionarios no se conocieron en México sino en el yate Granma, durante la travesía hacia Cuba. Después del desembarco, aunque siguieron viéndose no “intimaron” hasta meses después cuando son sorprendidos por las tropas del ejército de Batista y tienen que abandonar el sitio. El Che pierde su mochila y se queda solo con una frazada y a la hora de comer Camilo comparte la única lata de leche que tenía con el argentino. Es en ese momento que empieza a profundizarse la amistad entre ambos guerrilleros. Eran dos caracteres opuestos, dijo Gálvez, aunque con aspectos comunes. “Che tuvo una holgada infancia aunque opacada por una dolencia asmática en tanto la de Camilo fue limitada en el aspecto económico, pero sin ningún padecimiento; ambos tienen rasgos comunes en la infancia y adolescencia en cuanto a juegos, aspectos culturales y los deportes. En sus años juveniles el suramericano tuvo inclinación por las ciencias y el caribeño por las Artes Plásticas […] Sin embargo, en su fuero interno existía algo oculto en ambos que propiciaría el encuentro y una entrañable amistad entre ellos. Por distintos caminos los dos van acrecentando su toma de conciencia sobre los temas sociales”.

 

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En su recorrido por Suramérica Che conoció el abandono y miseria de indígenas, enfermos y campesinos así como el derrocamiento del gobierno progresista de Guatemala por una invasión mercenaria, hechos que lo marcarían eternamente. Esa conciencia en Camilo comienza con las enseñanzas patrióticas de su padre y de las enseñanzas en la escuela púbica, ya de adulto sufrió los desmanes de los gobiernos existentes, participa en actos de protesta junto a obreros y estudiantes y los actos de apoyo a los latinoamericanos refugiados en Cuba como consecuencia de ser perseguidos en sus respectivos países. Camilo acude al llamado de la FEU, en la Universidad, para defender la Constitución ante el golpe de Estado de Batista, del 10 de marzo. Va a Estados Unidos, trabaja en modestos puestos y es deportado finalmente. A su regreso a Cuba se une a la lucha revolucionaria y parte hacia México a reunirse con Fidel.

Hay una valoración de Che sobre Camilo donde dice que “al principio era muy indisciplinado”. Sobre ese juicio de Che sobre Camilo, Gálvez opina que “lo más probable es que para Che, educado con otras concepciones, el comportamiento bromista y temperamental de Camilo fuera debido a la indisciplina, lo que evidentemente no era así, pues un indisciplinado hubiera sido expulsado de la guerrilla; además si logró ascender a la posición que ocupó no puede ser un indisciplinado. Camilo lo que era un jodedor cubano, más nada que eso. Lo cierto es que la forma de ser de Camilo lo hace aparecer ante los ojos de Che como indisciplinado al dedicar la mayor parte del tiempo libre a la jarana, a las bromas y a hacer maldades”.

 

De izquierda a derecha William Gálvez, Félix y Camilo Cienfuegos. Cuba, 1958.

William Gálvez a la izquierda junto a otro guerrillero y Camilo Cienfuegos. 1958

 

Gálvez contó algunas de esas bromas del Guerrillero en esa etapa en la Sierra Maestra, donde sus compañeros eran objeto de ellas, como dar un corte a la soga de la hamaca de la cual se caía el que iba dispuesto a dormir, o echaba basura u “otra cosa” en las botas de sus compañeros, lo cual causaba molestias entre los escogidos. También gustaba de ponerles nombretes. “A uno de ellos, un humilde campesino desconocedor del significado, le decía Anacobero. Inicialmente el compañero no le dijo nada. Pero otros, para que la víctima se pusiera brava con Camilo comenzaron a sembrar cizaña y le dijeron que no permitiera que le dijera ese nombrete, que le dijera otro. El joven fue donde estaba Camilo y con cara de disgusto le dijo: ¨Mire, Camilo. Yo a usted lo respeto, lo he respetado siempre, por eso le pido que no me diga más Anacobero, hágame el favor, dígame otra cosa¨. Camilo lo miró sonriente y le dijo: ¨Mira, muchacho, Anacobero es un gran cantante, llamado Daniel Santo, pero como a ti no te gusta te diré amanerado. ¿Qué te parece?¨ Y con rostro risueño el muchacho le respondió: ‘bueno, está bien, amanerado me gusta’. Eso hacía Camilo en su tiempo libre, en tanto ‘el gaucho se dedicaba a leer, a jugar ajedrez, a alfabetizar a algún compañero y siempre actuaba con extraordinaria madurez’. En este primer período Che era teniente, médico jefe de la sanidad de la columna en tanto Camilo era jefe de la columna de vanguardia que se había creado después del refuerzo de Frank País. No estaban juntos ni eran aún los heroicos comandantes en que más tarde se convertirían”.

Gálvez resume así los momentos que a su juicio, cada uno de esos héroes toma plena conciencia de su deber como revolucionario: “Para Ernesto Guevara su toma de conciencia ya plena en cuanto a lo que debe ser un verdadero revolucionario está ya desde el momento de su incorporación al grupo de cubanos en México. Para Camilo su conciencia revolucionaria es la de ser un patriota que comprende que la lucha armada es del único medio para derrocar a la tiranía, dando paso a un proceso democrático dentro de la honestidad de los gobernantes, aún sin llegar a asumir plenamente los principios de la problemática social de nuestro país. Cuando ascienden a Comandante a Che y lo nombran jefe de un pelotón, le pide a Fidel que traslade a Camilo a su pelotón, ya Camilo había sido ascendido a capitán. Es entonces cuando se incrementa la amistad entre ambos hombres y las conversaciones en las cuales Che le hace ver a Camilo que lo que quiere Fidel no es solo tumbar a Batista, sino hacer una verdadera revolución. Hay una confesión que le hace Camilo a Gálvez y que este cuenta así [Che le dice a Camilo]: ‘Yo estoy seguro que vos tenés muchas condiciones para ser útil a la Revolución, por eso tenés que modificar tu comportamiento’; y Camilo terminó diciéndole a Gálvez, ‘A partir de ese momento Che se convirtió en mi profesor y en mi mejor amigo’. En la extraordinaria calidad humana que acompañaba a ambos están las razones para que surgiera esa entrañable y extraordinaria amistad”.

Che siguió aconsejando a Camilo y aunque este modificó su comportamiento no dejó de hacer bromas, solo que se hizo más selectivo y muchas veces era el propio Che el blanco escogido sin que este se contrariara. “Siempre he dicho y nunca he podido determinar cuál de los dos sentía mayor respeto, admiración y cariño hacia el otro, tanto de Camilo hacia Che como de Che hacia Camilo. Ambos sabían ser en cada momento como las circunstancias lo exigieran”, apunto Gálvez.

 

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William Gálvez durante su intervensión en la UNEAC

 

Durante una hora estuvo hablando el fraternal amigo sobre Camilo, del cual dijo que “practicaba la lealtad como religión”. Luego de terminada su amena conferencia, varios asistentes hicieron preguntas y se contaron más anécdotas sobre ese hombre del sombrero alón que cada año recordamos; bien llevándole flores hasta el mar –donde desapareció el 28 de octubre hace ya 57 años–; bien leyendo los libros que se han escrito donde se guardan sus palabras, sus anécdotas, sus discursos; bien oyendo los poemas o las canciones que se le han dedicado. Porque como dice esa conocidísima de Carlos Puebla: “Te canto porque estás vivo Camilo y no porque hayas muerto”.

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