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Jugada por el amor

20 de marzo de 2020

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Viajeros del crucero británico ms Braemar, con enfermos de la pandemia de la Covid-19, encontraron puerto seguro en Cuba y una esperanza para salvar sus vidas, ante la deshumanización y el egoísmo de los que les dieron la espalda. Foto: Ricardo López Hevia

Viajeros del crucero británico MS Braemar, con enfermos de la pandemia de la Covid-19, encontraron puerto seguro en Cuba y una esperanza para salvar sus vidas, ante la deshumanización y el egoísmo de los que les dieron la espalda. Foto: Ricardo López Hevia / Granma


Sólo le pido a Dios / que lo injusto no me sea indiferente
León Gieco

Un reciente suceso, en medio de la crisis global que provoca el nuevo coronavirus, puso a Cuba, otra vez, en la palestra internacional: la ayuda a un crucero británico con algunas personas enfermas.

Una vez anunciada la medida, en las redes sociales se disparó el orgullo de muchos y la apatía de otros. Estos últimos, con desmedido veneno, expresaban que detrás de la acción humanitaria se escondía una estrategia política por parte del gobierno cubano o, en el peor de los casos, que“cobraríamos” en el futuro dicha acción.

Quien piense en una barbaridad de esta índole demuestra que realmente no conoce el nivel solidario de la gente que vive aquí. Quien crea que buscamos colgar titulares en los principales diarios del mundo o llamar la atención de la opinión pública, realmente no ha revisado la inmensa historia de nuestro país.

Ninguna tragedia tambalea este corazón cubano: hemos estado en medio de catástrofes, terremotos… En cientos de países la gente pobre abraza a nuestros médicos, gente de abajo, gente que sufre… Eso sí, los criterios llenos de odio reafirman que todavía hay pandemias incurables que ni el calor mata: el egoísmo, el individualismo, el desprecio al prójimo.

Cuando todo esto pase, ¡porque pasará!, cuando vuelvan con mayor intensidad los besos y abrazos, (algo tan característico en nosotros), cuando estos días sean una pesadilla del pasado, cuando recordemos con dolor a los miles de muertos… varias familias en la fría Gran Bretaña y en el mundo, hablarán de aquellas jornadas infernales en medio del mar y de como la isla más grande del Caribe le abrió sus puertos, que es abrir sus manos, su corazón.

¡Qué feliz queda la conciencia! ¡Qué buena jugada por el amor!

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