El hombre que nombró a las nubes

28 de noviembre de 2022

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Luis Enrique Ramos

 

 

Se llamaba Luke Howard, y nació en Londres, hace 250 años.

Hoy, trasciende a la historia de la meteorología por su “Ensayo sobre las transformaciones de las nubes”, cuya primera edición vio la luz en 1803. Según uno de sus biógrafos, la motivación de Howard pudo estar vinculada con las nieblas que tan frecuentemente cubren a la capital del Reino Unido.

Químico y farmacéutico, fue pionero en la sistemática de la nefología, un propósito que emerge del ingente movimiento intelectual de su época, la misma que Carpentier describe en “El siglo de las Luces”. Por otra parte, es obvio que su clasificación morfológico-evolutiva de las nubes está inspirada en la sistemática binomial (género-especies) concebida por el naturalista Carl Von Linné, que incluye otra serie de características imposibles de resumir aquí. Desde el punto de vista artístico, los dibujos del cielo que Luke trazó revelan la influencia de los primeros pintores románticos, contemporáneos suyos.

Luke Howard escribió otros trabajos, como “El clima de Londres”, “Barometrografía”, y “Siete charlas sobre Meteorología”, que para algunos es el primer libro de texto para esta especialidad. Fue miembro de la exclusiva Royal Society, y en lo personal nos parece un temprano paradigma del observador meteorológico calificado. Dicho en sus propias palabras:

 

 

“Adoptando por consentimiento modos, términos y medidas uniformes para nuestras observaciones, más pronto llegaremos a un conocimiento de los fenómenos de la atmósfera en todas partes del globo, y llevaremos a la ciencia hasta cierto grado de perfección”.

He ahí el legado de Luke Howard, el hombre que nombró a las nubes.