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Desastres tecnológicos y fenómenos naturales

12 de agosto de 2022

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Desde el pasado 7 de agosto ha alcanzado triste celebridad la historia de los eventos relacionados con descargas eléctricas que han generado incendios en Cuba. En este tema surge la dificultad que supone una investigación sujeta al método científico, puesto que las referencias y datos históricos contienen información imprecisa o incompleta, a más del sesgo característico en las fuentes basadas en testimonios.

Sin arribar a conclusiones absolutas, el análisis de la información de archivo induce a creer que tales siniestros ocurrían con cierta frecuencia desde hace medio siglo hacia el pasado, y que de entonces acá se ha reducido el número de fuegos atribuibles a descargas eléctricas, sin que ello conlleve una correlación con la frecuencia de rayos en el territorio nacional. Otras razones parecen evidentes, como que el decrecimiento esté vinculado a la introducción de materiales de construcción no combustibles, y la instalación de sistemas de protección y aterramiento más eficaces. No hay duda de que, para llegar a resultados concretos, habría que estudiar los reportes de incendios por rayos en los últimos decenios.
Para “armar” la pequeña muestra histórica (no estadística) que se incluye, hemos hecho un ensamble con cuatro fragmentos de documentos de archivo, extraídos de la base de datos con la que estamos identificando “nuevas” tormentas locales severas (TLS) no señaladas hasta ahora en las cronologías. Los cuatro eventos rayo/incendio seleccionados corresponden a 1910, y están delimitados al occidente de Cuba y a la etapa del verano.
Llegado a este punto, aparece una razón discriminante de primer orden: no resultan cualitativamente comparables los efectos de cuatro descargas electricas en dos meses, quemando viviendas o naves de madera, frente a un solo impacto en un período de 50 o 60 años, sobre una instalación tecnológica con miles de toneladas de combustible en contenedores de metal. Justamente es esto lo que singulariza a los nuevos escenarios de desastres tecnológicos, cuyas causas primarias están en uno o más fenómenos naturales. Sin espacio para extendernos, es preciso no llegar a conclusiones a priori, y mucho menos constreñirnos a lo escrito arriba; en estos nuevos escenarios convergen múltiples factores interactuantes, que solo el análisis final realizado por un grupo interdisciplinario de expertos, podrá revelar.

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