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Los que soñamos por el cine

14 de diciembre de 2015

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Diciembre es un mes propicio para los festejos porque, con la despedida de un año, se renuevan las esperanzas por venir. En ese contexto, el Festival de Cine de La Habana trae siempre innumerables alegrías a quienes se suman al evento, a los cineastas y a los espectadores.

Retratos sociales, historias de amores imposibles, intrigas policiales, la lucha de los indígenas exigiendo respeto a sus derechos, las consecuencias de las dictaduras militares en América Latina, o los asuntos de géneros, son temas que despertaron grandes expectativas, y muchos provocaron aplausos.

La calle habanera de los cines se coloreó con los paraguas que protegían a los espectadores de la lluvia en las colas de cada tanda. Aunque las películas de ficción fueron las más perseguidas, pero el documental incorporó adeptos, como demostró la presentación de “El poeta de La Habana”, sobre la obra del trovador Carlos Varela, o la recepción de la selección de HBO.

En esta edición el cine hecho en Cuba presentó filmes como “Cuba libre”, “La obra del siglo”, “La cosa humana”, “El acompañante”, entre otras. Directores debutantes como Fabián Suárez y Caballos, junto a otros con larga experiencia, como Jorge Luis Sánchez con “Cuba Libre”, representaron un abanico expresivo de alto vuelo. Hubo múltiples miradas a nuestra realidad que atendieron desde pasajes de nuestras Guerras de Independencia hasta el proceso de construcción de una central nuclear en el centro de la Isla. Producidas por el ICAIC o productoras independientes, las películas revelaron que los cineastas cubanos continúan atentos a los latidos del país en esta nueva realidad.

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Para ponernos al día llegaron filmes con un largo recorrido por los circuitos internacionales. “Carol”, de Todd Haynes, aspirante al Oscar; y “Truman”, con esos extraordinarios actores que son Javier Cámara y Ricardo Darín. Ojalá esta sección «Galas» permanezca en la cartelera del certamen.

La edición 37 del Festival marcó el retorno de los cineastas norteamericanos a La Habana. Una estrella como Ethan Hawke, con más 50 películas en su aval y una irreverencia que desafía a Holywood, anunció su deseo de filmar en Cuba un texto de Tenessee Williams. Nos quedamos con los deseos de ver a Tim Robbins, pero el Sundance Institute renovó sus vínculos de trabajo con el evento. Bienvenida sea su colaboración en el desarrollo del cine de la región.

Organizadas por Sector Industria, las clases magistrales convocaron a figuras como Sheila Nevins, quien ha producido alrededor de 1000 documentales para la cadena HBO, atenta a las prácticas humanas. Dado el hecho que se desdibujan las fronteras entre el cine y la televisión, fue muy útil escuchar las experiencias de George Mastras, co-guionista de la aplaudida serie televisiva “Breaking Bad”. Filmadas en 35 mm, con la colaboración de varios dramaturgos en la escritura de guion, un reparto de excelentes actores y una buena cantidad de dinero para la producción, las series de televisión producen nuevas narrativas ficcionales y alimentan las adicciones: se sabe que muchos espectadores ven cada temporada de una sentada.

Marco Bellochio, cineasta italiano que ha dejado obras memorables como “Enrico IV” con el gran Marcello Mastroniani, o “En el nombre del padre”, vino a Cuba a encontrarse con el público. Fue un honor recibir a este hombre, laureado en Venecia con el León de Oro por la trayectoria de toda la vida.

Ruy Guerra es un hombre que ha consagrado al cine su larga vida. Títulos como “Los fusiles” o “La ópera del malandro”, y otros, inspirados en la narrativa de su amigo Gabriel García Márquez, como la “Fábula de la bella palomera” o la serie televisa “Me alquilo para soñar”, engrosan el patrimonio fílmico de nuestro continente. A la altura de sus ochenta años, el representante del cinema novo brasileño levantó el Coral de Honor que le fue concedido. Miguel Littin, otro de los íconos del nuevo cine latinoamericano, regresó a Cuba para recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de las Artes y presentar los últimos días de Salvador Allende, un retrato humano de su amigo, el presidente chileno.

Como siempre, la calidez del público cubano sorprende a los visitantes. El conocimiento del séptimo arte, de su devenir histórico y de sus hacedores, su capacidad para desgranar el grano de la paja cinematográfica, son virtudes de nuestros cinéfilos que deben ser alimentadas día tras días, cual valladares contra tanta basura audiovisual que circula por el mundo. Habrá que llamar a la cordura por las indisciplinas de algunos cinéfilos respondiendo llamadas telefónicas durante las proyecciones, y también habrá que atender el desarrollo de nuevos públicos. Así mismo hemos de trabajar por la conservación de las salas de cine, por la adquisición de proyectores que permitan apreciar la película con plena calidad y por repensar la programación habitual en los cines que tenemos.

El Festival de La Habana cierra su edición del 2015. La apuesta por el cine continúa con el mismo fervor de los días fundacionales, y ahora se suma la felicidad de saber que el cine de América Latina alcanza planos estelares en el panorama mundial. Su reto es conquistar a los nuevos públicos, para eso habrá que seguir trabajando con lucidez y con pasión.

 

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