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¡Bólido! (I)

4 de febrero de 2019

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Billones de objetos cósmicos, similares al que parece haber impactado en el occidente de Cuba al filo de la 1:00 pm (hora local) del pasado 1 de febrero de 2019, están físicamente vinculados al sistema solar.

En los alrededores de la Tierra, y en el entorno del Sistema, se desplazan estos cuerpos sólidos de mucho menor tamaño que los planetas. Sus dimensiones varían desde unos pocos milímetros hasta varios metros. Esa masa, tomada de conjunto, totaliza billones de toneladas, y es en general remanente de la formación de los planetas y producto de colisiones entre masas de mayores proporciones.  A ellos debe añadirse un enjambre de miles de millones de cometas, cuyos núcleos están constituidos por hielo y fragmentos de material sólido que también se desagregan continuamente por efecto de la interacción gravitatoria solar y planetaria.

Muchos de estos cuerpos en el espacio exterior son eventualmente capturados por la gravedad terrestre y caen en la superficie del Planeta, mayormente en los océanos. En todos los casos, un segmento de su trayectoria atraviesa la atmósfera baja, y ello da lugar a que se produzcan otros fenómenos asociados.

Se ha convenido en denominar meteoroides a los objetos sólidos que se hallan en el espacio exterior y no han sido capturados por el campo gravitacional de un planeta o del Sol.

Se clasifica como meteoro al objeto de ese tipo que ha sido capturado por la Tierra, se mueve dentro de la atmósfera y produce a su paso fenómenos luminosos debidos a la fricción del aire contra la masa sólida. La fricción provoca una enorme elevación de la temperatura y la ionización del aire circundante; entonces, el meteoro toma la apariencia de un globo de fuego y deja una estela constituida por vapor de agua y otros gases. Tales eventos pueden, eventualmente, causar detonaciones y otros fenómenos sonoros.

La mayor parte de los meteoros o estrellas fugaces son pequeños y no causan efecto perceptible desde tierra; se hacen visibles en una región comprendida entre los 115 y los 70 km de altura, cuando alcanzan velocidades de entrada que fluctúan entre los 11 km/s y  74 km/s. Observando el cielo durante una noche despejada y sin luna, desde un lugar oscuro, se ha calculado una frecuencia media de 10 meteoros visibles por hora, la mayoría de ellos con un brillo que fluctúa entre las magnitudes visuales +2 y +5. Mediante el análisis espectral se ha determinado que las temperaturas que se generan en el proceso de ablación térmica son del orden de los 1 600 oK  a  4 800 oK. Otras fuentes ofrecen datos no siempre coincidentes.

 

Bólido 190201

Bólido

 

Si el cuerpo sólido “sobrevive” a la ablación y llega a la superficie del Planeta, recibe en propiedad el nombre genérico de meteorito. Es, a partir de ahí, una roca. Cuando el tamaño de los meteoritos es muy grande se generan cráteres de impacto, verdaderas heridas abiertas en la corteza terrestre. En la colisión ocurre una violenta transformación de energía cinética en calor y en energía mecánica, cuya magnitud es directamente proporcional a la masa y a la velocidad del cuerpo meteórico en cuestión. En este proceso influyen la dirección y orientación de la trayectoria del objeto con respecto al sentido del movimiento diurno y la velocidad orbital de la Tierra, así como el ángulo de entrada en la atmósfera y la oblicuidad del impacto en relación con la superficie terrestre.

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