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Aniversario de la tormenta de San Francisco de Asís

7 de octubre de 2014

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STORMEl 4 de octubre de 2014 se cumplen 170 años del paso de la tormenta de San Francisco de Asís por el occidente de Cuba, uno de los meteoros más intensos entre los que impactaron el territorio cubano en el siglo XIX.
Según las crónicas de la época, sus efectos alcanzaron una extensión geográfica que abarca las actuales provincias de Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Mayabeque y Matanzas, así como la Isla de la Juventud. También afectó con menor violencia a Cienfuegos y Villa Clara. Si calculamos el área total del impacto, obtendremos 41 mil km2, más de la tercera parte del territorio nacional.
No existen informes precisos sobre los daños acaecidos en todas y cada una de las regiones golpeadas. El valor mínimo de la presión atmosférica en La Habana fue de 963,2 hPa, aunque la lectura resulte dudosa por desconocerse el tipo de barómetro empleado, su ajuste, y la competencia del observador. El viento fue responsable de los mayores estragos, y su velocidad máxima superó tal vez los 200 km/h, sostenidos.
Según el agrimensor Desiderio Herrera Cabrera, quien redactó una de las primeras cronologías ciclónicas de Cuba, este huracán causó la muerte de 101 personas y heridas a 18. En la capital fueron destruidas 2 546 casas de diverso tipo, y en el puerto naufragaron 158 embarcaciones y 49 resultaron seriamente averiadas. El impacto provocó una disminución sustancial de los totales de producción y exportación azucarera de la Isla en 1845, cuyos volúmenes descendieron a la mitad respecto del año anterior.
Según el calendario católico, el paso del huracán coincidió con el día de San Francisco de Asís. Como la imagen de este santo se representa con un cordón sobre el sayal, alrededor de su cintura, el pueblo comparó al meteoro con un azote propinado con el cordón de la citada figura. De esa manera, las lluvias (ciclónicas o no) que eventualmente ocurren en Cuba a principios del mes de octubre, recibieron desde entonces la denominación tradicional de “cordonazo de San Francisco”, una práctica que ha ido quedando olvidada en la semiología meteorológica popular.

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