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Allen: 40 años

6 de agosto de 2020

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Como indica la letra inicial del nombre, Allen fue el primer huracán de la temporada de 1980, y la vez un sistema tropical tan extraordinario que, por un escaso margen geográfico, Cuba se libró de un desastre natural de enormes proporciones.

Identificado desde el 1 de agosto, su centro trazó una trayectoria “típica” de mediados de la temporada, orientada longitudinalmente a lo largo del océano Atlántico y el mar Caribe, manteniendo suave y constante tendencia al oeste-noroeste.

Para Cuba, resulta de interés histórico que Allen alcanzara el tope de su intensidad al mediodía del 9 de agosto, cuando el centro de la tempestad, con su ojo puntualmente delineado, se localizaba en el canal de Yucatán, a unos 100 km al oeste del cabo de San Antonio. La extrema violencia alcanzada en esa posición resultó de una profunda baja barométrica: 899 hPa, que dio lugar a 305 km/h (165 nudos) de velocidad sostenida del viento. Su perfecta estructura y su termodinámica sustentaron la intensidad del sistema entre las categorías SS-4 y SS-5, con las fluctuaciones habituales en huracanes de gran desarrollo.

 

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Allen mantuvo en alerta a todo el país durante tres días. Nuestro Instituto de Meteorología, a más de contar con información satelital, seguía la posición y evolución de Allen, primero mediante el radar de Gran Piedra, y después con los equipos de Punta del Este (Isla de la Juventud) y La Bajada (Pinar del Río).

El radar de La Bajada fue el más cercano al centro de Allen. Desde sus instalaciones, los técnicos y observadores Rigoberto Ayra, Orlando Rosell, Rigoberto Martínez y Hermes Ledesma mantenían la vigilancia, y enviaban los datos por radioenlace a la sede de Casablanca.

Las bandas de alimentación del huracán, con sectores de tiempo severo, comenzaron a afectar a la actual provincia de Granma desde la madrugada del día 6 de agosto, y a la mitad occidental de Pinar del Río y la isla de la Juventud desde la tarde del 8, y durante todo el día 9.

 

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Desde las primeras horas, se evacuó en las provincias orientales a 203 650 personas. En Granma, los vientos por encima de 100 km/h causaron la caída de la torre de comunicaciones que daba cobertura a Pilón, Niquero y Media Luna. El buque venezolano Nela Altomare, de 4 793 toneladas y 31 tripulantes a bordo, afrontó serio peligro, al encontrarse con la periferia de Allen en el Paso de los Vientos. La nave comenzó a radiar mensajes solicitando ayuda urgente. Estaba a punto de naufragar. El buque perdía estabilidad por los golpes de viento y las marejadas. Finalmente, guiado por un práctico cubano, fue llevado a Boquerón, provincia de Guantánamo, donde resultó a salvo.

Un día después, Isla de la Juventud reportó vientos de 80 km/h, sostenidos, mientras colosales marejadas barrían su costa meridional, y hacían saltar bloques del duro diente de perro de la plataforma adyacente; 800 casas e instalaciones resultaron dañadas en la Isla, y 25 mil toneladas de cítricos cayeron derribadas por el viento. Ese año, Cuba no pudo cumplir el plan de exportaciones de la fruta.

 

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En Cortés, Guane, y el cabo de San Antonio, los vientos fluctuaban en el rango de 100-120 km/h. En ocasiones, las rachas alcanzaban 150 km/h. En La Fe, en el litoral norte de Pinar del Río, las aguas de la ensenada de Guadiana subieron casi un metro sobre el nivel normal, y cuando el meteoro pasó al golfo de México, se produjo una regresión del mar hasta 40 metros de la costa (dato estimado).

 

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Un campesino pinareño, de la zona de El Rosario, situada a cierta altura sobre el terreno circundante, entre San Luis y San Juan y Martínez, me aseguró en el curso de una entrevista (realizada en 1982), que toda la noche y madrugada del 7 de agosto escuchó un bramido continuo y distante cuya causa no podía identificar… Eran las olas generadas por Allen, que rompían contra la costa a seis kilómetros del lugar.

El centro del huracán no tocó directamente a ningún territorio caribeño, salvo en Barbados, y después en Estados Unidos. No obstante, causó daños de diferente magnitud en 13 países y territorios de la región, provocó más de 260 víctimas cuantificadas, y pérdidas de 1 500 millones de dólares estadounidenses (unos 3 080 millones en la actualidad, según los cambios de valor debidos a la inflación). Después de 12 días como sistema activo, se disipó sobre el norte de México, el 11 de agosto.

Más allá del tiempo, su historia resulta oportuna para recordarnos que siempre que exista un ciclón tropical en nuestro entorno, hay un peligro potencial de daños humanos y destrucción material, aun cuando se encuentre relativamente lejos de nosotros.

Cuarenta años han transcurrido, y Allen sigue ocupando un lugar destacado entre los huracanes más intensos conocidos en el Atlántico.

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