Estreno mundial de la Cuarta Sinfonía en Si bemol Mayor, de Beethoven
15 de noviembre de 1807
Se trata de una de las sinfonías menos favorecidas de la serie de nueve escritas por Beethoven, ya que, al igual que ocurre con la Primera y la Segunda, son obras que se tocan y se graban con mucha menos frecuencia que las seis restantes. Sin embargo, son obras a las que debió corresponderles mejor suerte pues, al menos la Cuarta, es una Sinfonía cuya paz y serenidad, nobleza sonora y riqueza de imágenes es capaz de impactar a cualquier oyente. Escuchándola no es posible quedar indiferentes, por ejemplo, ante el humorístico empleo del fagot en el primer movimiento; el hermoso lirismo del Adagio; el irresistible impulso del Allegro vivace; o ante ese puro divertimento sonoro que es el movimiento final.
Para los críticos de las últimas décadas, esta partitura constituye, en la evolución de Beethoven, una especie de “regreso” al espíritu clásico, después del monumental estallido de la Eroica. Sin embargo, la Cuarta Sinfonía y, sobre todo, el Adagio que ocupa el segundo movimiento, podría considerarse como un antecedente del sentimiento romántico, tal como lo concibieron en sus obras orquestales compositores como Schubert, Mendelssohn y Schumann.
Mucho se ha escrito también acerca del estado de ánimo que fue capaz de generar en Beethoven esta página feliz. Y no son pocos los que coinciden en atribuirlo a la estancia del compositor en el castillo húngaro de los Brunswick, donde disfrutó de la constante compañía de su amada Teresa en numerosos paseos y confidencias.
La Cuarta Sinfonía en Si bemol Mayor, que ocupa el opus 60 en el catálogo de Beethoven, fue estrenada en un concierto organizado en beneficio del compositor por el príncipe de origen checo Joseph Franz Lobkowitz. Y eso ocurrió en Viena, hace doscientos años, UN DIA COMO HOY.
Premier mundial de la suite “Los planetas”, de Holst
15 de noviembre de 1917
Nacido en 1874 y muerto sesenta años después, Gustav Holst alcanzó una dimensión muy importante en el panorama de la música inglesa de las primeras décadas de nuestro siglo.
Pero hay que decir, en honor a la verdad, que esa repercusión no logró niveles internacionales y que si aún hoy le preguntamos a un oyente no inglés sobre la producción de ese autor, es casi seguro que su conocimiento se limite a su famosa suite “Los planetas”.
Claro que tal vez en ese hecho haya influido el creciente interés del hombre contemporáneo por el mundo cósmico, como lo demuestra la popularidad de todas esas novelas y películas que tratan de temas del espacio a través de la ciencia-ficción. Sin embargo, en “Los planetas”, Holst no refleja ninguna teoría futurista, sino que se limita a ofrecer la imagen sonora de varios planetas de nuestro sistema solar a partir de la antiquísima teoría que atribuye a los mismos la representación de ciertas actitudes y fuerzas humanas, relacionándolas con dioses de la vieja mitología grecolatina.
Y como dato curioso les diré que Holst comenzó a escribir esta Suite, bosquejando el movimiento dedicado al planeta Marte, antes de la Primera Guerra Mundial, en 1914, y Marte es, en la mitología griega, precisamente el dios de la guerra. La obra fue completada en 1917 y consta de siete movimientos, basados en los planetas conocidos hasta entonces.
El estreno mundial de la suite “Los planetas”, de Gustav Holst, tuvo lugar en el Queens Hall de Londres, bajo la dirección de Albert Couts, hace 90 años, UN DIA COMO HOY.