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Yo te doy, ¿y tú?… El comensalismo

20 de noviembre de 2020

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Pájaro carpintero

 

El comensalismo (del latín cum mensa: compartiendo la mesa) es una relación interespecífica, a menudo trófica, entre dos especies, en la cual resulta beneficiada una de ellas, la comensal, mientras lo otra se mantiene en la misma situación que estaba.

Ejemplo de esta relación es el caso de los animales carroñeros que aprovechan cualquier tipo de desechos dejados por algún otro animal, ya sea comida, cadáveres, mudas y descamaciones.

Formas de comensalismo incluyen:

Foresis: un segundo organismo utiliza al primero para transportarse, por ejemplos muchos ácaros se trasladan sobre el escarabajo Necrophila americana, o sobre himenópteros, de estos últimos se conocen que algunos poseen un órgano llamado acarinario, es el caso de Xylocopa, género al cual pertenecen los abejorros, importantes polinizadores de flores, en este acarinario se refugian ácaros comensales, y se piensa que desempeñan una función beneficiosa limpiando el nido del abejorro alimentándose de hongos o de parásitos de larvas. Un ejemplo muy curioso de foresis ocurre en los secaderos de jamón, donde a veces, hay ácaros que pican el jamón y lo invalidan para la venta. ¿Cómo llegan los ácaros a los jamones? Pues se suben en las moscas que van visitando los jamones que están colgados en el techo, cuando estas se posan en un jamón, los ácaros se bajan de la mosca, en este caso las moscas no obtienen nada, ni siquiera se percatan de que están transportando ácaros.

Inquilinismo: cuando un segundo organismo se hospeda en el primero, por ejemplo aves como el pájaro carpintero que vive en los agujeros que hace en los árboles. También la bellota de mar (del género Balanus) que vive sobre la concha de un mejillón (de la familia Mytilidae). Los tipos más comunes de inquilinos son los que se encuentran en asociación con los nidos de insectos sociales, especialmente hormigas y termitas. Una sola colonia puede albergar docenas de inquilinos diferentes.

Este término también se usa para referirse a los invertebrados acuáticos que pasan toda o la mayor parte de sus vidas en las estructuras llenas de agua de ciertas plantas. Por ejemplo, la planta carnívora Sarracenia purpurea, cuyas hojas están modificadas en forma de una jarra que le permite atrapar insectos y otros artrópodos pequeños que le sirven de alimento. Sin embargo, se ha observado que un conjunto de inquilinos viven en el interior de esta planta, tales como larvas de mosquitos que digieren las presas y otros grupos de protistas, rotíferos y bacterias que desmenuzan las presas disponibles, poniendo los alimentos a disposición de la planta.

En una relación de inquilinismo, es el inquilino el que se ve beneficiado al obtener protección, transporte, alimento del hospedador sin que esto suponga ningún beneficio o perjuicio sobre este último.

Metabiosis o tanatocresia: consiste en el aprovechamiento que realiza una especie de restos, excrementos, esqueletos o cadáveres de otra especie con el fin de protegerse o servirse de ellos como herramientas. Por ejemplo, los cangrejos ermitaños del género Pagurus, protegen su blando abdomen cuando se introducen en una concha vacía de algún caracol. Otro ejemplo muy interesante es el del pájaro Camarhynchus pallidus de las Islas Galápagos, que utiliza una espina de cactus para extraer los insectos que le sirven de alimento de los agujeros. Otro ejemplo muy llamativo es el que ocurre entre el lagarto gigante, Gallotia simonyi, de la isla del Hierro (Islas Canarias) y la gaviota patiamarilla Larus michahellis. Los pollos no volantones de la gaviota regurgitan parte de la comida cuando se sienten muy llenos o son molestados por otras gaviotas adultas; entonces el lagarto gigante se beneficia alimentándose de los insectos regurgitados por los polluelos.

Muchas veces la tanatocresia se utiliza con fines reproductivos, tal es el caso del escarabajo Nicrophorus humator, coleóptero conocido con el nombre de escarabajo enterrador, denominación motivada porque el escarabajo al encontrar un cadáver procede a enterrarlo de manera que evita la presencia de las moscas. El cadáver a su vez servirá para alimentar a las larvas en desarrollo del escarabajo.

Sin dudas, todas estas relaciones interespecíficas conllevan un proceso de adaptación tanto fisiológica, morfológica y de comportamiento que ha evolucionado garantizando la supervivencia o el éxito reproductivo de las especies involucradas.

Recordemos que “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

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