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¡Yo soy de Guanabacoa!

8 de mayo de 2018

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BOLA DE NIEVE

 

Guanabacoa ha visto nacer a varios músicos importantes: Lecuona, Rita Montaner, Pepito Echániz e Ignacio Villa, entre otros. Y es a este último a quien dedicaré mi comentario de hoy, porque habiendo nacido en un hogar donde reinaba la pobreza, supo alzarse y enriquecer su vida con el talento y la valentía de un ser irrepetible.

Nació en Guanabacoa a las once y media de la mañana del 11 de septiembre de 1911, y un mes después fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción como Ignacio Jacinto Villa y Fernández. Su abuela –a quien llamaba Mamaquica– siempre se preocupó por su educación, y siendo aún niño, le compró un piano viejo, donde el futuro Bola de Nieve empezó a incursionar, sin saber que la música lo elevaría a la cima del éxito.

Fueron estudiantes de primaria quienes, por ser negro y gordo, le empezaron a llamar “bola de nieve”, para molestarlo. Después, Rita Montaner utilizó el mismo apodo ante el público y así se quedó para siempre, como símbolo de maestría profesional y de orgullo para todos.

 

Teresita Fernandez y Bola de Nieve

Teresita Fernandez y Bola de Nieve

 

Bola, desde niño, tuvo que contribuir a la economía familiar repartiendo cantinas a domicilio, pero no dejó la escuela ni las clases de música que a los 8 años empezó en la Escuela y Banda Municipal de Guanabacoa y, más tarde en el Conservatorio del maestro José Mateu, interrumpidas durante el gobierno de Zayas, ocasión que aprovechó para trabajar como pianista del cine silente, donde recibió infinidad de ofensas de variados tipos, que soportó estoicamente, porque necesitaba llevar dinero a casa. Así las cosas, un día descubre que puede crear canciones.

Nuestro artista, también estudió en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, y a punto de graduarse, en 1930, el tirano Machado cerró esa institución. Pero sus ansias de sabiduría le llevaron a estudiar por su cuenta hasta obtener una cultura integral envidiable que incluye el dominio de varios idiomas. Fue por estos tiempos cuando conoció al maestro Gilberto Valdés, quien lo contrató como pianista de su orquesta, pagándole cinco pesos diarios, y conoció así la vida de los cabarets habaneros. Muy pronto descubre que se habían puesto de moda obras impulsadas por el movimiento afrocubanista, liderado por don Fernando Ortiz y compone la nana negra “Drumi Mobila”, que es incluida por Emilio Ballagas en su Antología de la poesía negra hispanoamericana. A esta obra siguieron otras, bien conocidas, que se caracterizan por su excelencia, a pesar de que Bola de Nieve no se consideraba compositor.

 

Bola junto a Rita Montaner y personalidades del arte argentino

Bola junto a Rita Montaner y personalidades del arte argentino

 

Sus presentaciones como pianista acompañante de Rita Montaner, en 1932, inician un nuevo capítulo en la vida de este artista cubano quien, debido a la terrible situación que afrontaba nuestro país con la tiranía de Machado y a las desavenencias con “la única”, decidió aprovechar el viaje a México para independizarse, y todos sabemos los éxitos que alcanzó allá, a los cuales seguirían otros, en diferentes partes del mundo, convirtiéndolo en un intérprete excepcional acompañándose al piano.

Ignacio Villa (Bola de Nieve) falleció en México, la ciudad que le vio nacer como artista, y fue sepultado –a petición suya– en su querida Guanabacoa. Una enorme multitud acompañó el cortejo fúnebre aquel 6 de octubre de 1971, y fue nuestro poeta nacional, Nicolás Guillén, quien pronunció las palabras de despedida, en las que terminó diciendo: “Triunfador será como siempre lo veremos: Bola con su piano, Bola con su frac en las grandes noches de mundana etiqueta. Bola con su sonrisa y su canción”.

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