ribbon

Y es verdad…

16 de agosto de 2017

|

 

Machín

 

“Guanabacoa, es orula /, es congo y es lucumí…” canción que en trovadoresca sentencia, nos entonó Juan Arrondo, así, acarició esta tierra sembrada en razas, en el lozano mestizaje de sus días, cuando al sentirla, se estremeció la razón creadora, combinando entonces, acertados timbres en versos tentadores, destinados a la tierra que lo acogió como a un hijo legítimo…

“Fue siboney y taína”, confrontaba a la historia desde sus cantares, Arrondo, desbordó una etapa dentro del pentagrama local y nacional, nacido en la hermana localidad de Regla, fue inscrito –como si el destino obrara, lúcido y penetrante– en Guanabacoa, nacido un 14 de mayo de 1914, en la calle Ambrón número 49, colocando su familia, para 1917, puerto seguro en calle Martí número 73, los padres, de clase media, propiciaron estudios primarios en diferentes institutos, entre ellas, la Escuela de Ana María Maldán, ubicada en las calles San Andrés y San Joaquín, concluyendo en la Academia Betancourt, sita en las calles División y Cadenas.

Arrondo, fue un infante que en sagaces escapatorias, disentía del ambiente escolar, rebuscando el constante juego de los que gozan de un espíritu febril, siempre en asecho. Su padre, concluido el sexto grado, vislumbró la sensibilidad musical del pequeño, anhelando instrumentales desvelos por la flauta –viento libre rozaban sus pulmones–, mas, Juan, reubica su inquieto peregrinaje hacia la mecanografía y taquigrafía, danzar de teclas, compás de letras que discurrirían hasta la composición musical.

Bailador por excelencia, pleno de simpatía cual altozano físico no resultaba exento de una inteligencia natural; el sombrero de jipi –compañero de fiestas–, adornaba esa altura indiscreta. Hacia 1929, aparece su figura en diferentes agrupaciones de pequeño formato: Montecarlo, Brisas de Guanabo, la Lira de Luyanó, entre otros, de ahí su primera composición reconocida: “Estela”, luego, corresponderá el nacimiento de otras obras como: “Mi soberbia”, “Palomita” y “El son de Marianao”. Para 1934 se presenta en la emisora CMCX de los Escolapios de Guanabacoa, a dúo con el trovador Diego Linares, y en 1938, pasos de comparsa legítima, hacen relucir a un Arrondo en danzantes atributos, integrando los Guaracheros, patrocinados durante esa etapa por la amada Villa de la Asunción.

Los años 40 descubren la madurez musical de Juan Arrondo, incursionando en la composición profesional, situando su emporio dentro del breviario musical de la época, destacando piezas como: “Camino de perdición”, “Otro año nuevo”, estampados sonoramente, por el Conjunto de Senén Suárez, no podemos dejar de mencionar, las obras “Mendigo”, estrenado por el argentino Leo Marini, “Mi juramento”, bolero asumido, inicialmente, por el Conjunto Cubavana, de Alberto Ruiz y posteriormente y de forma magistral, por el Conjunto de Roberto Faz, por otra parte, el bolero “Es por amarte” fue defendido por Ramón Veloz, mientras que su composición “Ya no puedo creerlo” promovido en España, Argentina, Marruecos, Estados Unidos, entre otras partes de América, contó con la tesitura de una poderosa Celeste Mendoza y el inigualable Antonio Machín, otros intérpretes colocarían la obra musical de Arrondo en planos siderales como: Elena Burke, Marta Justiniani y el agudo sonero Panchito Riset. Se integra por entonces, en la Sociedad Cultural de Autores de Cuba, desde la cual reclama, con la justa voz de los humildes, los derechos autorales, sufriendo, en su integridad como artista, la cortedad monetaria que caracterizó a los músicos de este período.

Durante la década del cincuenta, reverbera en creaciones musicales, Arrondo, en su constante creación nos regala sus éxitos: “Más daño me hizo tu amor”, “Contéstame”, “Llégame hasta el alma”, perpetuado por Moraima Secada, “Hilo Negro”, promocionado en Estados Unidos y México bajo el timbrado vocal de Vicentico Valdés, perpetuando además, “Diccionario de Amor”, bolero a pleno ritmo de guaguancó, al estilo singular de Celeste Mendoza, de igual manera, temas como: “Fiebre de ti”, “Qué pena me da”, contaron con el tono inigualable de un Benny Moré, por otra parte, Clara y Mario en recurrencia musical, defendieron el amplio repertorio de Arrondo.

 

Al izquierda el compositor Juan Arrondo

Al izquierda el compositor Juan Arrondo

 

La peña de la Bodeguita del Medio, se tornó plaza infalible de sus composiciones, cita permanente con este hombre que sin llevar alpistes de academia, rebosó desde las rugosas y sedientas mesas de la Bodeguita, inscritas hasta la saciedad, su nombre, en repetidos fragmentos descubiertos al papel, cual testigo amoroso de sus versos. A finales de los cincuenta, asume como vicepresidente de Vanguardia Autoral, organización que agrupaba, de forma independiente, a diferentes autores que abogaban por la equidad y la satisfacción de sus facultades, como creadores musicales, tanto tiempo usurpadas y estigmatizadas.

La revolución cubana sorprende a Arrondo, acariciando un rancio anhelo de libertad y respeto por la creación, estrena el 8 de enero de 1959 el bolero “Como lo soñó Martí” vislumbrado el tiempo con el sonido glorioso de sus ansias, miembro de la Société des Auteurs, Compositeurs et Éditeurs de Francia, continúa espigando triunfos musicales en las avenidas nacionales e internacionales.

Perpetuo enamorado, hace del amor una constante en su quehacer. Ronda festivales, trovadas, santiagueras y espirituanas, la Casa de la Trova de Guanabacoa nace bajo el iris creativo de Juan Arrondo en 1968, fundador de esas escaramuzas, en cuerdas y voces dibujadas. Creación inmanente, fue su legado, amó a esta tierra de la Asunción, deambuló sus ecos, en líquidas fecundidades y desvistió a la noche con su “No te dejaré jamás”, en su interminable concierto de amor y despedida.

Hospitalizado, a mediados de 1979, es intervenido quirúrgicamente, mas, una complicación en su salud, desarregló, para siempre su elevado engranaje físico, agolpándolo hacia el inagotable estado del amor, donde se compone con el alma y se permite en sombras deambular, por las calles de esta Villa que cada 16 de agosto, en homenaje póstumo, declara “Desde aceras opuestas” que “Hubiera querido”, – “Y es verdad”-, tener “Fiebre de ti”, pero “Llégame hasta el alma” pues, “No pongo condición”, “Tu vida sí me interesa” y tengo una “Firme decisión”, tú eres, desde entonces y para siempre, el “Principio y fin del amor”.

Queridos lectores, desde este 18 de agosto hasta el día 20, el evento de composición Juan Arrondo, retoma los escenarios del Teatro Garay para homenajear al maestro que nos legó un patrimonio musical de más de cien canciones. Sin olvidar comentarles, mis amigos, que a las hermosas coplas que él dedicó a Guanabacoa, le agregaría un verso, y perdonen mi entereza al confesarles que Guanabacoa… “Tiene la Loma del Indio/ y la Loma de la Cruz, los baños de Santa Rita, /nuestro Teatro Carral, /al gran Ernesto Lecuona, /a Ignacio Villa también/y como artístico broche/tiene a Rita Montaner” y… en Juan Arrondo, el desvelo de la trova, al florecer…

Galería de Imágenes

Comentarios