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William Van Horne

6 de marzo de 2018

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El ingeniero Sir William Van Horne fue un hombre de empresa, un gran ejecutivo capitalista, un constructor de ferrocarriles  Fue Caballero comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge, y presidió la compañía Canadian Pacific Railway a finales del siglo XIX.  Pero sucede además que Sir William dirigió la construcción del ferrocarril central de Cuba, por lo que su huella perdura en los anales de los caminos de hierro de la Isla.

La vida de Van Horne transcurre siempre ligada al ferrocarril. Ascendió desde posiciones inferiores, y nunca se contentó. Quiso, y consiguió, que el ferrocarril fuera mejor, que su funcionamiento resultara más seguro, que ganara en difusión, que se hiciera indispensable y llegara a todas partes. A la laboriosidad y el entusiasmo sumó un sentido del humor que no lo abandonó, expresado a través de bromas y caricaturas que desde la niñez realizó. Y como además se trataba de un negocio que resultaría bien lucrativo, Van Horne enfrentó rivalidades de los competidores y salió adelante. Talento y empuje acompañaban sus capacidades empresariales.

Van Horne llegó a Cuba con la finalidad de tender una vía férrea que enlazara a Santa Clara con Santiago de Cuba, Pero primero debían solucionarse los aspectos legales del asunto, el trazado de la ruta y considerar la necesidad de construir la menor cantidad de puentes a lo largo del recorrido. Le ejecución del proyecto comenzó simultáneamente en la ciudad de Santa Clara y el municipio de San Luis, pues ambos constituían los puntos extremos. Se estima que participaron en su construcción más de 6 000 operarios que así tuvieron una fuente de trabajo provisional.

El último tramo se colocó, y para ello hubo una ceremonia espacial, el 12 de noviembre de 1902, en las cercanías de Sancti Spíritus. En total se construyeron 541 kilómetros de caminos de hierro y en menos de un mes circularon por las líneas, en una y otra dirección, los primeros trenes. El ingeniero William van Horne podía sentirse satisfecho de su obra, y los cubanos muy contentos con un servicio que los aliviaba de largos recorridos a pie o a caballo por caminos muchas veces intransitables.

Sir William gustó de las grandes obras, de las grandes locomotoras, ganó espléndidos salarios, disfrutó de los habanos cubanos, de las buenas cenas, de las mansiones, los jardines, las pinturas. Van Horne murió en Montreal, Canadá, el 11 de septiembre de 1915, a los 72 años.

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